¿Por qué perdió Jerez su Real Maestranza de Caballería?
Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
Acta Capitular del año 1739, en la que consta la creación de la Real Maestranza de Caballería de Jerez.

L A verdad es que el asunto de la Maestranza de Caballería de Jerez fue bastante oscuro y, tras un tira y afloja de unos y otros, las banderías y divisiones de la nobleza jerezana de la época finalmente dieron al traste con un proyecto que hubiera enorgullecido a las posteriores generaciones de caballistas de esta tierra. De haberse conseguido, la plaza de toros de Jerez tendría hoy la misma equivalencia que las de Sevilla, de Ronda, y otras muy pocas ciudades españolas, al ser como ellas Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería, igualándolas en categoría.
Como cuento en mi libro 'Historia del Toreo en Jerez' (págs. 350 en adelante) la idea de crear y constituir en nuestra ciudad una Maestranza de Caballería surgió de sendas propuestas presentadas al Cabildo jerezano, el viernes, 16 de enero de 1739, firmadas por los caballeros don Felipe Sarzana Spínola y don Pedro Dávila, ambos miembros de dos prestigiosas familias, en las que ambos venían a decir que la misma sirviera para el "loable antiguo ejercicio de la nobleza a caballo, en los términos que otras ciudades lo tienen".
Pero a pesar de que buena parte del cuerpo de la nobleza estuvo muy interesado en el proyecto, no se pudieron recoger más de treinta firmas de otros tantos caballeros, en apoyo de tan brillante idea. Desde el primer momento, ya en el cabildo anteriormente citado se opusieron a la misma los capitulares don José Pablo Riquelme, don Francisco Ponce Cueva y otros, quienes opinaban que el Ayuntamiento no tenía facultad para solicitar dicha Maestranza; siendo lo cierto que Jerez se encontraba en el momento más óptimo de su historia, para ello, debido a la bien ganada fama de sus celebrados juegos de cañas y alcancías y los no menos de manejos y escaramuzas, que habían dado lugar al magnífico libro, sobre los mismos, publicado por el ilustre caballero don Bruno Joseph de Morla y Melgarejo, de la más rancia estirpe caballeresca local.
Tres días después, el Cabildo seguía discutiendo el proyecto, que había quedado sobre la mesa en la reunión anterior. Pero, otros señores capitulares continuaron manifestando su total oposición, alegando que "la Maestranza, siendo como la de otras partes, trae consigo arbitrios de fiestas de toros anuales gravosas al pueblo", y que la ciudad no podría atender a su mantenimiento. Sometido el asunto a votación, el resultado fue de diez votos a favor y de once en contra. Este único voto de diferencia, hizo que de nuevo se hablara del tema, en sesión municipal del 28 de enero, donde al fin se llega al acuerdo de elevar al Rey y a la Junta de Caballería del Reino, la consiguiente solicitud de erección de dicha Maestranza.
El proceso de legalización se vio interceptado, en tres ocasiones, con sendos decretos reales de introducción de ciertas reformas y modo de ponerlas en práctica; encargando el Ayuntamiento al capitular don Iñigo de Torres la presentación de los proyectos, una vez reformados, a la Real Junta de Caballería; escribiéndosele al Cardenal Molina, que apadrinara los mismos. Petición que, de igual modo, se hizo al teniente hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla que a la sazón era el jerezano Marqués de Grañina.
Con tan buenos padrinos, finalmente el 3 de junio de 1739 se aprueba y ordena la formación de la Real Maestranza de Jerez por decreto de la Junta de Caballería del Reino y el 12 de agosto de 1739, se celebró en el Ayuntamiento una numerosa reunión de munícipes y caballeros de la nobleza, asistiendo como invitado especial el gran creador de los juegos ecuestres del Arenal, don Bruno Joseph de Morla y Melgarejo, quien sería el primero en apuntarse para formar parte de la dicha Real Maestranza, a pesar de encontrarse ya bastante mayor y achacoso, así como falto de medios para ello; alistándose también su esposa, doña Margarita Vitti y sus hijos don Diego y don Miguel de Morla; considerando todos ellos un gran honor poder pertenecer a la nueva institución caballeresca.
Sin embargo, todavía la Maestranza no se terminaba de instaurar, debido a que ni el Ayuntamiento podía ni quería mantenerla, ni los nobles y futuros maestrantes estaban dispuestos a que a ellos les costase el dinero, aparte de poner sus caballos y demás medios a disposición de la ansiada sociedad de caballeros. En tal sentido, se buscó la protección económica del infante don Felipe, al cual se le nombró Hermano Mayor; quedando el veinticuatro don Felipe Sarzana y Spínola, como Teniente Hermano Mayor. Sin embargo, a pesar de los dos centenares largos de caballeros jóvenes que había en Jerez y que podían pertenecer a la corporación maestrante, apenas si llegaron a cuatro docenas los que pidieron inscribirse en la misma. Exactamente, con cuarenta y cinco maestrantes, se fundó la Real Maestranza de Caballería de Jerez, que quedó oficialmente constituida el 12 de agosto de 1739, en el transcurso de una movida discusión, adoptándose como primer acuerdo que la patrona de la misma fuera la copatrona de la ciudad, Stma. Virgen de la Consolación.
Decía el historiador Hipólito Sancho de Sopranos, a este respeto, tras estudiar a fondo dicho asunto que "como suele ocurrir en casos parecidos, la maestranza de Jerez, nacida de un acto de autoridad, tuvo escaso florecimiento y corta vida, sin que sus contradictores lograsen dar nueva vida a las tradiciones ecuestres y taurinas de la ciudad, que solamente darán señal de vida en alguna muy calificada circunstancia". Lo que quiere decir que, entre unos y otros mataron a la Maestranza y ella sola se murió de aburrimiento e inactividad; desaprovechando así Jerez la gran oportunidad de aquel único momento, el más oportuno de toda su historia, perdiendo la mejor ocasión de poder disfrutar de una institución del máximo relieve, a tono con la categoría que Jerez ya ostentaba de ciudad del caballo por antonomasia. Trabajo costó crear la Real Maestranza, pero si "ciertas lánguidas muestras de vida salvaron la situación, por el momento, no era preciso - añade don Hipólito - ser zahorí para predecir, si no la muerte inmediata, sí la agonía lenta de lo que tan desasistido de la opinión y tan combatido por aquellos que debieron ser sus defensores, nacía (…) en el momento oportuno para la eclosión de corporaciones de su género, pues el ambiente no podía serles más propicio".
Un desgraciado capítulo de la vida jerezana del que la nobleza local, tanto la defensora, como la detractora de tan polémico como controvertido proyecto, fueron las culpables de que Jerez, como Sevilla y Ronda no pudiera ostentar el galardón de poseer, por méritos propios, su Real Maestranza de Caballería, que tan efímera vida tuvo; desapareciendo en muy corto espacio de tiempo. Ignorándose la fecha exacta en que dejó de existir, para siempre; sin que nadie jamás se haya ocupado de intentar su recuperación, para tratar de volver a darle la vida que, de no haber sido tan corta, hoy podría tener doscientos setenta años de existencia.
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