El personal universo pictórico al modo Uta
Diario de las Artes
UTA GEUB
Claustros de Santo Domingo
JEREZ
Uta Geub es una artista alemana de Friburgo, asentada en las más que bonancibles estancias de un Sanlúcar exuberante que imprime carácter y concede máxima potestad a quienes llegan a gozar de la realidad espectacular que allí se vive. Ella lleva muchos años viviendo en la ciudad de la Desembocadura del Río y ejerciendo totalmente de artista sanluqueña con todo lo que eso conlleva. Además la realidad cromática de la pintura de Uta, creo, que viene de ese asentamiento sanluqueño y de captar diariamente su impactante y difícil luminosidad. La luz de Sanlúcar somete al color y da una nueva posición cromática que has de ser bastante artista para saber sobreponerte a tantísimo poder lumínico. Uta lo hace y, ademas, sabe estructurar composiciones imposibles que surgen espontáneas desde ese alambique conformador en el que destila una figuración propia con matices artísticos que oscilan entre marcas del pop y de la pintura psicodélica influenciada por la animación japonesa.
Escribí en el catálogo de la exposición que nos ocupa que fui llevado hasta el espacio UTA der la mano de Paco Pérez Valencia, otro de los grandes artistas sanluqueños que ostenta el máximo marchamo de la Denominación de Origen Sanlúcar de Barrameda en estado puro. Paco, con su fría pero pasional bonhomía hizo de introductor de embajadores y me dejó sólo ante el peligro de una pintura invasora que es capaz de envolverte conceptual y cromática la visión.
Uta es pintora figurativa. Los es porque es capaz de pintar todo cuanto ocurre a su alrededor. Tiene una fina visión psicólogo sagaz y sabe llevar a su universo todo cuanto existe en su entorno. Ha sido pintora de las carreras de Caballos de Sanlúcar, el sabio Carmelo la tiene casi como pintora oficial de la Plaza del Pino; pinta toreros y subalternos; es pintora de santos y cofradías, de coronaciones y de excelsas imágenes macarenas; es relatora de eventos en carteles con nombre propio; pinta a los campesinos y a los que mandan en los campos; es pintora del pueblo y de los pueblos. Además, como amante de los animales está metida en un proyecto donde el doméstico felino protagoniza una serie donde se magnifica lo real del animal con una iconografía de imposibles que marcan un desarrollo infinito. Por eso, la pintura de Uta es particular, personal e intransferible; nunca deja indiferente y a los más jóvenes entusiasma.
Por eso es una artista singular y única y los demás, autores actuantes con poco que decir; posee un lenguaje artístico personal y hasta intransferible. Con su pintura no te equivocas; parte de un planteamiento pictórico bien desarrollado desde el conocimiento de una técnica poderosa que se sustenta en un dibujo tan contundente como determinante. Éste actúa como perfecta cimentación para lo que va a venir: un proceso creativo marcado desde las más expectantes marcas cromáticas; un color activo, que vibra y hace vibrar; que canaliza los esquemas de una realidad que ella somete a su antojo para extraerle el más apasionado sentido plástico. Además, en la pintura de Uta conviven a la perfección la grafía del dibujo y la mancha colorista; dos aspectos que nunca se interponen, sólo interactúan dejando bien a las claras cuáles son las posiciones de una y otra. Así, aparece la representación de un entorno y sus figuras que van más allá de la simple ilustración de lo real. Es la pintura personalísima de Uta; esa que deja entrever los esquemas de un nuevo pop donde la realidad queda totalmente matizada por la fuerza de unas imágenes que ella magnifica con la potencia desmedida del color y una tenue desmesura de la propia línea gráfica del dibujo.
En esta exposición en los Claustros de Santo Domingo se encuentra todo el amplio desarrollo creativo de la artista; un ideario representativo que suscribe el imaginario artístico de una pintora que nos lleva por una representación donde lo real adopta un especial sentido descriptivo con la figuración potenciada por un expresionismo colorista que magnifica la realidad y le concede un riguroso estamento ilustrativo. Los registros que marcan los esquemas de lo que vemos -o queremos ver- son planteados con determinación, accediéndose a los espacios creativos con el poder de la imagen, esta vez desarrollados desde esa expresión colorista que incita a la mirada hasta que ésta se adecúe a los desenlaces representativos que Uta plantea sin restricciones. El espectador, ante la explosión cromática que parece desdibujar lo real, busca encuentros mediatos, indaga, fuerza esa mirada hasta toparse con esos elementos sutilmente delimitados que constituyen las bases de una pintura que es figurativa, pero marcada por unos argumentos que diluyen lo que ilustra la realidad y abre nuevas perspectivas tanto en el fondo como en la forma.
Pero la pintura de Uta no sólo es la manifestación absoluta de un desenlace cromático. Tras cada situación representativa hay un poderoso sistema de líneas que sirve de base sustentante por la explosión contundente del color. Dibujo definitivo que suscribe la realidad ilustrada para que ésta manifieste toda su especial dimensión.
La obra de Uta destila personalidad; una personalidad que no es impostada ni hecha para jugar a ser moderno ni a pretender llamar la atención queriendo ser distinto. Tras cada cuadro se adivina el gesto supremo de la creación; es decir, poner en orden plástico el germen sustancial de una idea. Algo que ella hace con lucidez y serenidad; sabiendo lo que hace y lo que quiere hacer, dando trascendencia al acto pictórico y abriendo caminos a una pintura con infinita solvencia. Su obra es nueva pero configurada a la manera clásica; concediendo potestad a los planteamientos eternos de una pintura sabiamente concebida y tratada con la mayor conciencia artística.
La exposición en los bellos espacios del antiguo convento dominico permite encontrarnos con la obra diferente -ni mejor ni peor- de una pintora que sabe a ciencia cierta por dónde discurre el buen sentido de lo artístico; ese que descubre una pintura veraz, llena de registros y con las esencia del color y el dibujo materializando un sistema geométrico lleno de intensidad pictórica.
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