Que ni pintado para reaparecer
plaza de toros
Morante de la Puebla pinta la plaza de Jerez y dirige su remozado de cara a su reaparición en este ruedo el 12 de mayo
Rafael de Paula hace compañía al torero cigarrero en la obra
Jerez/El invierno es muy largo, dicen los toreros, mucho más sin torear. Para Morante de la Puebla, que además no reaparece hasta el 12 de mayo en Jerez, un invierno más largo todavía.
Lo dijo Rafael el Gallo: "noviembre, diciembre y enero no tienen lidia posible". Peor será sin lidia hasta mayo. Cada uno tendrá su manera de sobrellevar la larga espera. La espera de Morante, retirado desde el pasado mes de agosto en la plaza de El Puerto, la mata pintando.
El torero de La Puebla, con el máximo sigilo, lleva un par de semanas remozando la plaza de Jerez. Hecho mucho más insólito cuando se habla del coso de la calle Circo al que la empresa, cada año, le da el meneíto indispensable para abrir las puertas en feria. Bromean los viejos aficionados de Jerez diciendo que en los tendidos hay cáscaras de pipas de cuando debutó de luces Juan Antonio Romero. Yo creo que no, las tardes de aquel Ciclón de Jerez no eran como para comer pipas.
Esta vez no es un mero acicalamiento del centenario coso. Morante ha tomado la batuta de su reaparición y hay operarios -hasta algunos venidos de La Puebla- por doquier. Unos trabajan en el ruedo, otros reponen maderas de la barrera, aquellos se afanan en la gradas altas, esos reponen herrajes y Morante pinta.
Morante pinta en casa, es una de sus aficiones, pero estos días en Jerez tira de brocha gorda y de la lata de rojo matadero para enlucir barreras y burladeros. Como su venerado Joselito el Gallo, cuando hacía de albañil en Pino Montano, en el tajo de la plaza de tientas.
Pero esto se lleva con reserva. A uno le gusta pensar que lo que pasa es que Morante quiere reaparecer en todo el esplendor de la plaza en la que debutó de luces Joselito y el Paula nos enloqueció con "Sedoso". Rafael, al solecito, hace compañía al torero que inspira. También evocará Rafael en este ruedo no solo al rey de los toreros o a su admirado Manolete. No pocos recuerdos le traerá este coso estrenado en 1894. Parece como si Rafael de Paula supervisara el trabajo, con calma, despacio, con esa pereza con la que gobernaba las embestidas con el percal. Qué tiempos.
Morante manda la obra con autoridad, parece que la plaza fuera suya y la pinta y mima. Podemos acudir al lugar común de muchas crónicas y decir que el torero echó una peoná, porque es cierto, pero mejor será tirar de aquello de que la plaza va a quedar que ni pintada para la reaparición de Morante en la despedida de Padilla y con Manzanares cerrando el cartel de Juan Pedro Domecq. No me lo pierdo.
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