Ese pintor de Villamartín que nunca va a defraudar
Diario de las artes
José Carlos Naranjo.
Sala Municipal de Exposiciones.
UBRIQUE

De José Carlos Naranjo mucho y muy bueno hemos tenido que hablar desde hace unos años a esta parte. Es, probablemente, y no caigo en manifestaciones exageradas, si digo que se trata de unos de los artistas de media carrera mejor preparado, con las ideas más claras, los conceptos artísticos mejor definidos y los desarrollos y desenlaces formales tan bien estructurados que son capaces de asumir cualquier planteamiento artístico por difícil que éste fuera. Es, además, pintor en quien confiar y al que se acude por su sabia visión sobre cualquier situación artística que se le requiera. Su historial es tan apabullante como su preclara visión del arte. Su trabajo nunca ofreció duda y, en sus muy diferentes registros, se ha posicionado con rigurosidad, seriedad, solvencia y hasta trascendencia. El artista de Villamartín, últimamente, de mucha actualidad por sus muy buenas comparecencias -galería Birimbao de Sevilla, sala Pescadería de Jerez, feria de Estampa en el stand de la sevillana galería Berlín, por citar sólo algunas-, sus altos reconocimientos en forma de premios -el José Arpa de Carmona y el Ciudad de Ubrique, sólo en el pasado año, antes había ganado el BMW de Pintura- y su obra llena de entusiasmo lo convierten, por derecho propio, uno de los valores seguros del arte español más inmediato.
La pintura de José Carlos Naranjo supone un paso adelante en esa figuración nueva donde la simple plasmación absoluta de lo que la mirada contempla va mucho más allá y no responde únicamente a un ejercicio de estricta mímesis. En su obra la pura representación queda supeditada a un solo reducto de su esencia, a un mínimo desarrollo de su primera posición; gestos formales que velan o semiocultan lo que manifiesta una realidad que él configura con contundentes desenlaces plásticos. Porque en la obra de este pintor el relato suspende su narración inmediata para adentrarse en un nuevo estamento susceptible de infinitas posiciones visuales, significativas y, por tanto, interpretativas. Lo real es ampliamente matizado; a veces, hasta desaparecer por completo o, por lo menos, quedar oculto en una maraña expresiva que, al tiempo, que maximiza la propia formulación pictórica, desencadena amplias perspectivas para que el espectador se adentre en nuevas rutas y encuentre infinitos argumentos, enigmas, dudas, presencias y ausencias; en definitiva, inquietantes manifestaciones de una representación abierta a esquemas posibles o imposibles.
La exposición promovida por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Ubrique que dirige, con acierto, la edil Patricia Caro, llega después de que José Carlos Naranjo obtuviese el Certamen de pintura de la población serrana. La muestra se organiza en torno a esa pintura de poderosa estructuras plásticas, con las posturas semánticas abiertas, posibilitando que infinitos recursos formales generen escenarios de amplias perspectivas.
La pintura de José Carlos Naranjo nos adentra por una realidad inestable, sujeta a esquemas interpretativos muy bien acondicionados para que la figuración asuma unos planteamientos novedosos desde un concepto pictórico serio, distinto y absolutamente convincente.
Una exposición del artista de Villamartín es un acontecimiento importante que hay que tener muy en cuenta porque estamos ante un pintor muy lúcido, sereno, con una gran claridad de mente y de ideas; sabedor de cuanto se cuece en el arte contemporáneo y, además, con un criterio propio donde no existen medias tintas. Su pintura ha ido quemando sucesivas etapas; evolucionando con sensatez y dentro de lo que son los parámetros más veraces que acontecen en el arte de este momento. Fue artista de realismos veraces a los que supo dar más conciencia artística, plástica y estética que la que le planteaban desde otras posiciones menos afortunadas: Su realidad se hizo más científica, menos efectista y más consciente. Su estancia en Londres le sirvió para ir marcando nuevos rumbos y desprenderse de muchas circunstancias interpretativas que, ahora, van más allá, de la propia situación representativa. Lo he dicho en innumerables ocasiones, la pintura actual de José Carlos Naranjo es, ahora, más pintura; en su trabajo vemos como se paraliza el discurso representativo, rompiendo la línea ilustrativa y el mensaje concreto para someter a los espacios figurativos a un poderoso recurso plástico que diluye, sin obviarlo, el mensaje predescrito. Existe mucha más intensidad plástica; como si una nebulosa de pigmentos envolventes delimitaran un discurso que ya adquiere otra dimensión. El pintor es más pintor; menos ilustrador genial de lo real; es más artista total; de mayor dimensión y sentido. Es, en definitiva, el autor que pinto lo real velando algunas de sus connotaciones para hacer ese realismo mucho más trascendente.
José Carlos Naranjo es ese pintor a quien siempre hay que acudir porque su pintura y su visión del arte en general nunca te va a defraudar y siempre te va a servir para emocionarte.
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