El poderío de las Sherry Women
Reportaje
El grupo de mujeres unidas en Madrid para reivindicar el vino de Jerez alcanza ya el medio centenar
Jerez/Kenneth Cole, el gran diseñador neoyorkino, sostiene que es mejor ser reconocido por lo que llevas en el alma, que por lo que llevas en el cuerpo. Sólo así se comprende que una de sus últimas creaciones sea un vestido color esperanza denominado New York Women's Sherry Dress. Un estiloso corto con toques de sofisticación urbana pero de una trama que nos recuerda un verdor fresco, nuevo, alegre.
El vínculo histórico entre la mujer y el vino se nutre de aventureras, de esfuerzo y anonimato, de viudas herederas, de personas tenaces capaces de sobrevivir en un territorio masculino y hostil. Jerez está repleto de ejemplos de ayer como la niña de la bomba o la reina del vinagre, Pilar Aranda o más recientemente la bodeguera Pilar Pla.
En un plano más urbano tenemos los casos recogidos por el periodista Juan Pedro Simó o el investigador José Luis Jiménez que han analizado la irrupción de mujeres gerentes, ejecutivas, enólogas, periodistas, relaciones públicas, venenciadoras o viticultoras que vienen a confirmar el avance social del vino. Fátima Ruiz-Lassaletta, Paz Ívison, Victoria González Gordon, Montse Molina, Maribel Estévez, Reyes Gómez representan magníficas perlas de infinitos ejemplos que reafirman el binomio mujer-vino.
En realidad la relación simbólica que hoy planteamos arranca hace más de un siglo, tal y como ha estudiado la historiadora Ana María Gómez en su rigurosa Historia de la manzanilla y que demuestra la feminización del mismo desde el siglo XIX. La representación estética del vino queda asociada a cualidades tradicionalmente atribuidas a la mujer como la palidez, la delicadeza, la finura y la elegancia. Estos valores calificativos y su representación figurativa quedan patentes incluso en las marcas. En 1927 había en Sanlúcar setenta marcas de manzanilla de las que el cincuenta por ciento llevaban nombres femeninos entre los que estaba la manzanilla -muy fina- Pastora Imperio.
El vino está lleno de universos que conviven y trascienden a su mero aspecto empresarial y organoléptico. En nuestro país debiéramos reivindicar el vino desde las múltiples perspectivas intelectuales, musicales, poéticas y culturales posibles. Es la cultura y el alma del vino como procesos civilizatorios los que pueden extender su esencia, los que lo hacen grande y por fin los que producen venta, consumo y desarrollo industrial. Los franceses lo saben muy bien: en Saumur, en el Valle del Loira, llevan veinte años desarrollando las Jornadas du Livre et du Vin como un espacio destinado a enlazar vino y literatura, escritores y bodegueros, creadores y productores, unidos en una alianza fecunda que está llena de afectos y de intereses.
En todo este contexto queremos recordar una iniciativa nacida en Madrid y que ha surgido como una necesidad romántica de evocar una historia de amor: las Sherry Women. Esas ganas de compartir son las que han llevado a Sara Peñas, precursora de la idea, a reunir un conjunto de amigas vinculadas con el vino de Jerez en la capital de España. Amantes del Sherry, las mujeres se entienden entorno a una mesa, la más absoluta pasión por descubrir soleras y disfrutar las llevan a convertirse en un nuevo lobby con cara de mujer.
Lo que fue un grupo de amigas se ha incrementado alcanzando el medio centenar de mujeres, cuyo único compromiso es reivindicar el Sherry y establecer redes de complicidad desde una perspectiva sana, abierta, participativa y moderna.
Rodeadas del glamour más sofisticado de una enoteca del barrio de Salamanca; tras el teclado de una periodista que escribe sobre el duende de los finos; con el concienzudo esfuerzo de una enóloga o con la foodie más atractiva. Sólo nos queda que a Manhattan llegue una Sherry Woman e inocule el veneno en la Gran Manzana para que el amor por el vino de Jerez y el poder de las mujeres influyentes, comprometidas y pasionales llenen de amontillados la Quinta Avenida.
Desde que Shakespeare mencionó el Sherry en su obra literaria otorgándole un indiscutible lugar en la cultura enológica internacional, no hubo una idea más original e interesante, nacida del amor, que pudiera llenar de futuro y poesía al vino como la que desempeñan estas embajadoras del Jerez. "Be merry and drink sherry, that´s my poesie".
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