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El jerez abre el proceso para incorporar a los nuevos vinos tranquilos del Marco

Hay consenso en el sector para amparar vinos blancos de variedades autóctonas y prácticas enológicas antiguas

La premisa es que lo que entre aporte prestigio y calidad, no volumen

Integrantes de 'Manifiesto 119', bodegueros y enólogos del Marco. / Cosas De Comé
Á. Espejo

21 de mayo 2018 - 08:31

Jerez/El primer paso, un gran paso, es que hay consenso en el sector del jerez para abrir la Denominación de Origen a la nueva ola de vinos del Marco, los blancos tranquilos o sin fortificar, a los que se quiere dar amparo junto a los vinos de licor -como se catalogan los generosos jerezanos en la Unión Europea- por parte de la institución jerezana del vino.

Y tras el consenso en la cuestión de fondo de los miembros de la comisión creada en el seno del Consejo para abordar todos los asuntos que requieren la modificación del pliego de condiciones -y ahí entran también la posibilidad de embotellar los vinos de la zona de producción con el sello de la D.O. o la prohibición del fino de Sanlúcar, entre otros-, el segundo paso es que todas las partes están de acuerdo en que lo que tenga que incorporarse, si así se decide finalmente, sea para reforzar la imagen y el prestigio del jerez.

El Consejo avisa de que no todos los blancos incluso de palomino tendrán cabida en la DO

Es decir, no se trata de volumen, sino de sumar valor con la recuperación de prácticas enológicas y variedades autóctonas de uso extendido en el Marco antes de la creación de la Denominación de Origen en 1935, pero que fueron abandonadas ya sea por la plaga de filoxera que asoló el viñedo europeo y del Marco a finales del siglo XIX, ya sea por otros intereses que pesaron en un momento puntual de la larga historia del jerez.

El debate parte del convencimiento de los vocales del pleno del Consejo de que lo que hoy es el jerez no es el jerez de antes, al que se quiere dar cabida en la D.O. para afianzar una revolución basada en la involución, pues los nuevos vinos son los viejos jereces, los que presumen de la tierra y el clima que los hacen excepcionales y le imprimen personalidad, más allá de los estándares que se impusieron con la industrialización del sector.

Cuando se creó la denominación del jerez, la más antigua de España, se adaptó a lo que había en ese momento en el Marco y no a lo que estaba en desuso pese a su arraigo anterior. De esta forma, se optó por el sistema de criaderas y soleras y no tanto por las añadas; por la fortificación en lugar del asoleo..., métodos, en definitiva, que no por su abandono en aquellas fechas son menos válidos para expresar o reforzar la identidad de la D.O. -lo que la UE denomina vínculo- como exigen las normativas comunitarias.

Los pagos históricos del jerez y sus características diferenciadoras vuelven a cobrar protagonismo frente a la uniformidad de la época en la que el jerez presumía de hacerse en bodega, en el laboratorio, sin importar demasiado el origen de la uva.

Lo que hasta ahora era tema tabú, coge carrerilla por el éxito inusitado que han alcanzado muchos de estos nuevos vinos que se comercializan fuera de la Denominación de Origen y con precios medios muy superiores a los de los generosos jerezanos.

Para marcar las pautas de lo que podría entrar a formar parte de la Denominación de Origen, la comisión del pliego de condiciones instó a crear un grupo de trabajo técnico formado por representantes de las bodegas inscritas que se han sumado a los postulados del grupo de bodegueros y enólogos del Marco más representativo de las nuevas tendencias, el denominado Manifiesto 119 -en alusión a las variedades de uva que había en Andalucía a principios del XIX-, defensor de la importancia vital del terruño y el cultivo de la vid en el resultado final, así como de las tradiciones ancestrales.

En la primera reunión del grupo de trabajo, celebrada el jueves, se pusieron sobre la mesa los criterios básicos sobre los que empezar trabajar, acordándose limitar la apertura a vinos blancos y variedades autóctonas desbancadas en su día por la Palomino Fino, caso de las varietales Perruno, Caño Cazo, Mantúa o Rey, recogidas en el libro de Parada y Barreto de finales del siglo XIX sobre el cultivo de la vid y el comercio vinatero de Jerez, que se toma como referencia.

El ilustre investigador jerezano recoge en su obra, no obstante, la Tintilla de Rota, la única variedad tinta a la que se extiende de forma excepcional la posibilidad de incorporarse, pero únicamente para su vinificación tradicional en dulce.

Todo está por concretar, señalan desde el Consejo Regulador, que hace especial hincapié en el objetivo de buscar un posicionamiento alto en el mercado de los productos que, dado el caso, se ampararían y para los que se barajan posibles limitaciones de producción, necesidad o no de una crianza mínima, elaboraciones con uva sobremadurada, añadas...

El Consejo ya solicitó en su día la incorporación de la categoría de vinos tranquilos para vinos sin fortificar, pero el debate ahora es más amplio y está abierto en todos los sentidos, indican las mismas fuentes, no sin precisar que hay que hilar fino porque no todos los vinos blancos elaborados con variedades autóctonas, incluida la palomino, tendrán cabida en la Denominación de Origen. No es un papel en blanco, advierten.

Pero la intención, dentro de unos límites, no es ser tan restrictivo en las prácticas como selectivo en el prestigio y la calidad que se pretende buscar con la incorporación de los vinos tranquilos, insisten desde la institución jerezana del vino, que alega que estos parámetros pueden medirse a través de requisitos técnicos como el rendimiento o la graduación mínima. No es papel en blanco donde pueda entrar todo.

El consenso en la posibilidad de amparar los vinos tranquilos ya se considera un avance significativo, y aunque expresar el terruño no es nada nuevo, si hay mucha sabia nueva detrás de un movimiento que empieza a calar en las bodegas tradicionales y en el que tiene puestos los ojos todo el mundo del vino -fuera de Jerez-, tanto por el redescubrimiento de estos vinos como de las prácticas enológicas que hicieron del jerez el vino más universal.

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