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La prueba del carbono

Carbures cumple un mes suspendida de cotización en el MAB y envuelta en dudas. El silencio de la compañía y su aparente falta de actividad disparan la incertidumbre sobre su futuro, que deberá despejar en dos semanas.

La prueba del carbono
Ángel Espejo/E. M. Cañas Jerez

09 de noviembre 2014 - 05:01

Pequeños inversores de Carbures llegados desde los rincones más insospechados del mundo, junto a otros muchos del entorno, disfrutaron de lo lindo en las jornadas de puertas abiertas organizadas en mayo de 2013 por la empresa tecnológica nacida en El Puerto. 'La Semana del Inversor', como se dio en llamar la iniciativa, atrajo a un buen número de pequeños accionistas a los que Carbures agasajó durante su estancia en reconocimiento a su aportación a la espectacular proyección de la empresa. A estas alturas, ya era una de las grandes estrellas del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) -con una revalorización acumulada de más del 3.000% desde su salida a Bolsa en 2012- hasta la suspensión de su cotización el pasado 8 de octubre.

Entre los inversores que acudieron a la cita con el fabricante de fibra de carbono y trajeado como un directivo más de la compañía, aunque rodeado de extranjeros con camisa hawaiana y chanclas, llamaba la atención un ex trabajador de una de las muchas empresas de base tecnológica de la provincia que se quedó en el camino. Sin vacilar, éste se jactaba en su visita a la fábrica de Carbures Europe SA, junto al aeropuerto de Jerez, de no tener que volver a trabajar en su vida gracias al 'pelotazo' que había dado tras invertir buena parte de su finiquito en acciones de Carbures. Por su apariencia, al sujeto en cuestión aún le quedaban unos años para alcanzar el medio siglo de edad, por lo que su felicidad era doble.

Por aquello días, la euforia tras tocar el valor los 40 euros -9,27 euros después del split de las acciones y un 3.200% más que el precio de salida- era contagiosa. Los directivos de la empresa cumplían con creces los objetivos, y a los pequeños inversores les había tocado la lotería. Carbures era un dios o lo más parecido a un ser supremo para los inversores privados -también para los institucionales y los de referencia- sin que nadie prestara demasiada atención durante su visita a la escasa actividad que había en las plantas de Jerez y El Puerto.

De guinda, los inversores fueron invitados a la caseta 'Carburitos' en la Feria del Vino Fino de El Puerto, en la que se exponía la Copa del Mundo ganada por la selección española en el Mundial de Sudáfrica -la Copa del Mundo en una caseta de feria, es de locos, se comentó-.

La fábrica de Jerez, en prueba del 'poderío' alcanzado por la compañía, fue también la elegida para un encuentro empresarial con el Rey Felipe VI -por entonces Príncipe de Asturias-, celebrado meses antes de la semana de los inversores. La planta jerezana, según informó la compañía por aquellas fechas, debía estar a pleno rendimiento a mediados de 2013, pero los 'vecinos' más próximos a la zona -ubicada en medio de la nada- y otras fuentes consultadas por este medio, aseguran que el movimiento de trabajadores, vehículos y mercancías brilla por su ausencia en la fábrica del proyecto de polo aeronáutico de Jerez, hoy día en el olvido. En una venta cercana, los camareros comentan que cuando abrió la fábrica les pidieron presupuesto para desayunos y comidas de unas 200 personas, pero hasta hoy, nada más han vuelto a saber de la plantilla y los directivos de Carbures.

A simple vista, la actividad es escasa en las fábricas de El Puerto y Jerez, la primera dedicada a la investigación en el polígono TecnoBahía, y la segunda, a la fabricación de componentes para el sector aeronáutico. En el entorno de la compañía esgrimen que las plantas de Carbures no son fábricas de tornillos, por lo que no requieren tanto personal ni hay el mismo movimiento que se registra en una industria tradicional.

La empresa no facilita datos sobre el número de empleados, la facturación o los contratos que se atienden en cada una de sus fábricas. Este medio ha podido saber que, en conjunto -el grupo cuenta con 14 plantas repartidas por siete países, entre ellos Estados Unidos y China- dispone de una plantilla de 535 trabajadores, 84 de ellos en las plantas de la matriz Carbures Europe.

La versión oficial, facilitada por el departamento de prensa de Carbures, asegura que la fábrica de Jerez alcanzó días atrás su pico de producción, sin más detalles. Otras fuentes próximas a la empresa señalan que la falta de movimiento en las horas del día responde a que el trabajo se concentra en la noche para ahorrar gastos energéticos.

Por lo demás, desde prensa de Carbures se limitan a repetir las consignas del consejo de administración: la empresa trabaja mano a mano con el auditor dentro del plazo de seis semanas para revisar las cuentas- La hoja de ruta se mantiene y hay carga de trabajo.

En los momentos de euforia, alguna casa de analistas y expertos en el mercado bursátil a título individual se limitaron a lanzar tímidas advertencias sobre el sobredimiensionamiento de los valores de Carbures, pero en ningún caso se llegó a cuestionar a la empresa ni su capacidad para cumplir sus ambiciosos planes, que apuntan a una cifra de negocio en 2016 de 550 millones de euros frente a los poco más de 25 millones con los que cerró el pasado ejercicio.

Año y medio después, la situación ha cambiado por completo para Carbures. Hoy se enfrenta a su gran prueba de fuego -la 'prueba del carbono'- en la que tendrá que demostrar que las dudas y la incertidumbre generadas por sus cuentas son insuficientes para truncar la espectacular expansión protagonizada por la compañía. Si no se terminan de torcer las cosas, la que sigue siendo la principal empresa del MAB aspira a dar el salto a la primera división de la Bolsa española.

Cuando se cumple un mes de la suspensión de la cotización de Carbures en el MAB a raíz de las dudas expresadas por PriceWaterhouseCooper (PwC) -su auditor, que revisa en estos días las cuentas de 2012 y 2013, que aprobó con anterioridad sin cuestionarlas, y el avance del primer semestre de 2014 presentado por la compañía-, la opinión sobre el futuro del fabricante de carbono está dividida entre los que le profesan devoción incondicional y los que no pondrían la mano en el fuego por la compañía, a la que el paso del tiempo para aclarar su situación contable le hace flaco favor.

Desde el entorno de la compañía aseguran que la revisión contable no será para tanto. Carbures admitió en un hecho relevante comunicado al MAB, que en el peor de los escenarios posibles, el impacto en las cuentas de 2013 rondaría los 11,5 millones de euros en la cifra de negocios y 9 en el resultado antes de impuestos, es decir, que de cerrar el ejercicio con unas ganancias de 2 millones de euros pasaría a arrastrar pérdidas de 7 millones. En el sector empresarial de la provincia no se entiende, sin embargo, que si no es para tanto, cómo es que se necesitan seis semanas para despejar las dudas.

En plena reformulación de las cuentas, que según anunció la compañía durará un mínimo de seis semanas de las que ya se han consumido cuatro, Carbures es una gran desconocida para muchos habitantes de la provincia de a pie, que ni siquiera han oído hablar de la existencia de una empresa surgida de una spin off de la Universidad de Cádiz y que en menos de cuatro años ha pasado de tener una capitalización de 14 millones a casi 480 millones.

En los círculos políticos e industriales ocurre todo lo contrario. Carbures es motivo de especial seguimiento por su espectacular evolución. Políticos, empresarios y expertos en bolsa consultados admiten que hay cosas de Carbures que chirrían, como su aparente escasa actividad, la nula visibilidad de sus contratos o unas cuentas poco creíbles. Son los mismos recelos expresados por algunas de las entidades financieras con las que la empresa negociaba un préstamo sindicado de 70 millones de euros -la pretensión antes del escándalo Gowex eran cien millones- antes de suspenderse la cotización. Pero las mismas fuentes hablan también de las fortalezas, como la especialización en la fibra de carbono y la capacidad, como sostiene Carbures, de su sistema único para trabajar en línea el material compuesto, a una velocidad impensable con métodos tradicionales y que permite abaratar costes para hacerla competitiva.

Entre los factores que generan confianza destacan el hecho de contar con PwC como auditor o los recientes cambios en el consejo de administración, se supone que para dotar a la cúpula de mayor profesionalización con la incorporación de hombres de la casa con reconocido prestigio y la contratación de profesionales externos con una dilatada trayectoria.

Carbures alega que los cambios en el consejo de administración estaban previstos en la hoja de ruta, pero otras fuentes empresariales apuntan que el proyecto puede habérsele ido de las manos al anterior consejero delegado y principal accionista con el 26% del papel, Rafael Contreras, y a su presidente hasta ahora, el psicólogo vinculado a la Universidad de Cádiz, Carlos Guillén, al que no se le conocen otros méritos empresariales.

En los círculos políticos e industriales nadie tiene claro a ciencia cierta si el fabricante de fibra de carbono será capaz de sortear el obstáculo. Pero el cambio de estrategia es evidente, pues lo que antes era un claro ejemplo de marketing viral, se ha transformado en absoluto mutismo. Los directivos, que antes aireaban cada paso que daba la compañía, eluden hablar ahora bajo la excusa de que no están autorizados para ello.

En Carbures se ha hecho el silencio desde el pasado 8 de octubre. Es un silencio contagioso entre defensores y detractores, vinculados o ajenos a la tecnológica, que se refugian en el anonimato para hablar de la compañía. Antes, la empresa telegrafiaba sus logros e hitos, alianzas y contratos, por muy dudosos que puedan parecer algunos, y también se hacía publicidad de los prodigiosos inventos, tales como el estoque de fibra de carbono hecho a la medida de Manzanares hijo, o las espinilleras de la selección española, salidos de la factoría de ideas de la tecnológica.

En breve se saldrá de dudas y se sabrá si Carbures es capaz de recuperar la credibilidad de los inversores y de los bancos. En caso contrario, la tecnológica firmaría otro estrepitoso fracaso en el MAB, el segundo, tras Gowex, en corto espacio de tiempo.

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