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Las puertas del campo: Un paseo por la 'Puerta Verde de Jerez'

Juan P. Simó

08 de abril 2012 - 08:18

SEGÚN reza un viejo dicho, “no se pueden poner puertas al campo”. Sin embargo el campo en torno a Jerez, en cuyos caminos se multiplican las cadenas, puertas, cancelas y angarillas que cortan el paso, tiene desde hace unos meses una nueva puerta muy especial, esta vez abierta de par en par, para el disfrute de la naturaleza. Se trata de la Puerta Verde de Jerez una iniciativa desarrollada hace dos años por la Consejería de Medio Ambiente con la que, como en otras poblaciones, se pretende acercar el entorno natural a los residentes en las ciudades andaluzas de más de 50.000 habitantes, a través de la recuperación de las antiguas vías pecuarias que, a modo de corredores ecológicos, conectan los núcleos urbanos con espacios naturales cercanos.

La ruta de esta Puerta Verde de Jerez es un itinerario de algo más de 13 km., que une la Laguna de Medina con el parque de Las Cañadas de Puerto Real y que nosotros recorreremos sólo en el primero de sus tramos, el que partiendo de dicha laguna nos lleva en un cómodo paseo de algo más de 6 km. hasta la barriada rural de El Mojo. El recorrido se realiza por la Cañada Real de Lomopardo o de Medina que fue, en tiempos pasados, una de las vías pecuarias más transitadas del término.

El paseo se inicia en la Laguna de Medina, donde unos paneles nos informan de las características de la ruta. En su primer tramo discurre junto a la orilla de este valioso humedal durante algo más de un kilómetro. Para salvar las zonas encharcables se ha habilitado un sendero peatonal, con pasarelas de madera, escoltado por los tarajes, carrizos y eneas que crecen a la izquierda junto a la lámina de agua, y los acebuches, lentiscos y algarrobos que, a la derecha, forman una tupida “pantalla vegetal” que separa la laguna de los campos de cultivo colindantes.

Apenas hemos caminado 900 m., cuando a la izquierda del sendero un observatorio de aves nos invita a hacer un alto en el camino. Camuflado entre la vegetación, como si de un palafito sobre la laguna se tratase, esta pequeña construcción de madera tiene en su interior una serie de paneles que nos informan de las especies de aves observables en las distintas estaciones. Con esta ayuda no nos será difícil identificar a las más representativas de cuantas viven habitualmente en la laguna o visitan cada año esta Reserva Natural, declarada también Zona de Especial Protección para las Aves.

Tras recorrer 1.300 m. el camino dobla hacía el sur apartándose de la orilla de la laguna, que quedará ya a nuestra espalda. Discurre ahora entre lentiscos y acebuches, dejando a su izquierda el arroyo de Fuente Bermeja, pequeño curso fluvial que alimenta la laguna. Al poco, la ruta se ve cortada por una carretera que sigue el trazado de la Cañada del León o Cuerpo de Hombre y que conduce hasta Rajamancera. Tras cruzar la carretera, nuestra ruta inicia ahora un suave ascenso, y la cañada presenta a ambos lados una orla de monte bajo bien desarrollado donde podemos ver las típicas especies del monte mediterráneo, con predominio de lentiscos, palmitos y acebuches. No faltan tampoco en estas bandas de vegetación, carrascas, jaras, torviscos, matagallos, tomillos…

Continuando nuestro paseo, llegaremos a un pequeño collado y, como habremos ido ganado altura, a nuestras espaldas podremos observar hermosas vistas de la laguna, que desde aquí vemos rodeada de vegetación, con el Cerro del Viento (108 m.), próximo a la fábrica de cemento, despuntando a su izquierda. La cañada discurre ahora por una zona llana en la que se han acotado parcelas con un “cerramiento provisional para repoblación” en las que crecen plantones de encinas, acebuches y algarrobos.

En el interior de una finca, a la derecha en el sentido de la marcha, veremos la casa del cortijo de Las Caballerías. Algo más adelante, a la izquierda, donde el camino da un giro de 90 grados, aparecen algunas construcciones en terrenos arrancados a la cañada, como se observa también en muchos lugares donde los hitos que marcan los límites de la vía pecuaria (de color verde), están dentro de las fincas privadas. Tras un cómodo paseo por este tramo, que discurre por zona llana y donde podremos ver nuevos cerramientos para repoblación, la cañada inicia un suave descenso para llegar a un pequeño vado por el que atraviesa la cañada un arroyo tributario del de Fuentebermeja, procedente de las tierras de Martelilla (que quedan a nuestra derecha) en las que es fácil ver pastando las reses de su afamada ganadería de bravo.

Tras pasar el vado, se sube una pequeña cuesta a cuyo término ya empiezan a verse, a ambos lados del camino, las construcciones de la barriada rural de El Mojo levantadas en muchos casos dentro del trazado de la vía. Al poco, la cañada da un giro de noventa grados al cruzarse con otra vía pecuaria: la Cañada de Los Arquillos o de la Cuesta del Infierno, que conduce hasta Torrecera a través del paraje de los Entrechuelos. A la altura de este cruce, hemos recorrido ya algo más de 5 km. El fin de nuestro paseo ya está cerca, y cuando llegamos al antiguo Ventorrilo de El Mojo (retratado por Blasco Ibáñez en su obra La Bodega como “El Grajo”) al pie de la vieja carretera de Medina, podremos por fin descansar tomando un refrigerio en cualquiera de las ventas de esta barriada rural, dando por terminado nuestro paseo. Si se desea, se puede continuar por la cañada otros quinientos metros hasta el depósito de aguas ubicado en lo más alto del Cerro de El Mojo. Este último esfuerzo habrá merecido la pena porque desde este punto se divisa una de las mejores vistas panorámicas de toda la campiña.

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