Las famosas bodegas De la Riva
El Rebusco
Seña de identidad de los grandes vinos de Jerez
Un nombre recuperado
He de confesar que, gracias a un grupo de incondicionales lectores, como de amigos fieles, puedo seguir rebuscando aquí y allá. A todos ellos quiero darles las gracias. .
En esta ocasión, no ha sido esta la única, quiero mencionar a José Antonio García Fernández, que me ha proporcionado una documentación fundamental a la hora de elaborar este Rebusco dedicado a las bodegas de La Riva, y a su fundador, Manuel Antonio de la Riva Pomar.
También, de forma especial a la familia de Francisco de la Riva Gutiérrez, el que fuera último descendiente varón del iniciador de la firma, además de gestor de la compañía hasta los inicios de los setenta, cuando su tío Evaristo, de forma unilateral, vendió la bodega.
Francisco de la Riva Gutiérrez, hijo de Luis de la Riva, sería Capataz de Honor en la Fiesta de la Vendimia de 1964.
Manuel Antonio de la Riva fue un empresario bodeguero de gran importancia, que desarrolló su actividad en la segunda mitad del XIX como cosechero, almacenista y extractor.
Para muchos, La Riva fue: 'una de las más prestigiosas bodegas jerezanas, reconocida entre las mejores por la excelencia de sus vinos y la gran calidad de sus soleras'.
Aunque en el libro La imagen del vino de Jerez (2009), se afirma que la bodega fue fundada por Manuel Antonio de la Riva en 1858, con apenas veinte años, la compañía resaltaba en sus etiquetas que fue establecida en 1776.
La familia Riva era oriunda de Alfoz de Llaredo, en Cantabria. Por ello es esclarecedor el dato que aporta Ignacio Ruiz de Villegas, descendiente de montañeses y emparentado con familia bodeguera asentada en Jerez, en su trabajo Montañeses de Jerez (2000): 'Antonia Petra Pomar y de Antoñán, casada con Francisco de la Riva y de la Riva, de familia de montañeses de Ruiloba, y en el negocio del vino de Jerez y las tiendas de comestibles desde el siglo XVIII.
Su hijo Manuel Antonio de la Riva y Pomar, que nació en Ruiloba, llegaría a ser Diputado a Cortes y presidente de la Cámara de Comercio de Jerez'.
Un nombre, el de su padre, que aparece en la etiqueta de 1860, que mostramos. Francisco transmitió a su único hijo ese espíritu emprendedor e innovador que le caracterizaba.
Desde 1878 la firma operó bajo el nombre de Manuel Antº. de la Riva.
Jerez de la Riva
Manuel Antonio de la Riva y Pomar nació en Ruiloba (Santander) el 31 de diciembre de 1840. Según un panfleto publicitario, se trasladó a Jerez con sólo 20 años, adquiriendo una antigua bodega establecida en 1776 en la calle Arcos, frente a lo que hoy es Lustau. Sin embargo, el padrón municipal de 1889 indica que se afincó en Jerez en 1865, cuando contaba 25 años. Desconocemos los hechos de su vida en esos veinticinco años transcurridos desde su nacimiento hasta la llegada a Jerez.
En 1878, con treinta y ocho años, casó con la jerezana Guadalupe González de Tagle y Villar. Entre sus hijos destacó Petra (1882-1956) que a su vez casó, en 1910, con José Domecq Núñez de Villavicencio.
Una unión que tendría consecuencias comerciales décadas más tarde.
La firma era comparativamente pequeña pero prestigiosa gracias a sus soleras viejísimas y muy finas, y poseía 53 hectáreas de viñedo junto a la de Agustín Blázquez en el Pago Macharnudo Bajo, que incluía las viñas de Los Arcos, La Riva y Sabel. Estas pasarían a Domecq en la década de los `70, y en la actualidad propiedad del Grupo Estévez.
Manuel Antonio fue un gran defensor de los intereses locales, proponiendo una entidad que luchara por el prestigio del Jerez y coordinara los esfuerzos de sus exportadores. Motivo por el que fue elegido presidente de la Cámara de Comercio de la ciudad durante el periodo de 1890 a 1900; y presidente honorario en 1902.
Anteriormente había ejercido como concejal en el Ayuntamiento en representación del Partido Liberal.
Como otros bodegueros de la comarca, tal como los hermanos Díez, fue partidario del carlismo, formando parte de una partida armada que actuó por la Sierra de Cádiz.
Cuando murió en Jerez - en su casa del número 10 de la calle San Miguel -, el 24 de septiembre de 1909, el conservador diario El Guadalete le dedicó una breve necrológica que recogía este revelador párrafo: 'Desgraciadamente, sus esfuerzos se estrellaron contra la apatía de este pueblo (...), no pudo llegar a vías de ejecución'.
Los hijos de Manuel continuaron con el negocio, cambiando su nombre a M.A de la Riva & Cía. en 1923, con domicilio en Calle Alvar Núñez (actual calle Arcos), y en 1958 a M.A de la Riva S.A.
A principios de la década de los setenta, la empresa fue comprada por Domecq, para agregar valor a la empresa y evitar que Rumasa se hiciera cargo de ella. Durante un tiempo estuvo dirigida por la familia La Riva.
Poco a poco, sin embargo, las soleras fueron trasladadas a las instalaciones de Domecq. En este proceso desaparecieron marcas emblemáticas: Tres Palmas; Macharnudo La Riva Fino; La Riva Pedro Ximénez Superior; Amontillado Extra 1819: Amontillado Fino Copa; Amontillado Guadalupe; Macharnudo Oloroso Viña Sabel; Viejo Oloroso 1830; Manzanilla Los Caireles. Los brandies de San Quintín y Viejísimo, Hispano.
Sus vinos fueron reconocidos con diferentes premios en los eventos nacionales e internacionales en los que participó: Medalla de oro en París, 1889: Gran Premio en Madrid, 1907; Único Gran Premio en Zaragoza, 1908; Gran Premio en Bruselas, 1913; Gran Premio en París, 1913; y Gran Premio en Sevilla, 1929. Por Cédula Real, fechada el 18 de diciembre de 1888, fue honrada por la Casa Real como sus proveedores.
En la calle Arcos echó sus raíces lo que puede llamarse la cuna de sus vinos. Seis amplias naves jalonadas cada una de ellas por doce arcos extendidos en una superficie de 6.500 metros cuadrados sirvieron de almacén a 4.500 botas.
Los olorosos de la casa tenían su sede en dos bodegas a parte en la calle Marqués de Cádiz y Cantarería.
Y en otras dos alineadas a lo largo de la calle San Onofre, números 3 y 5, se criaban los vinos más viejos.
Entre las cuatro ocupaban 2.000 metros cuadrados dedicados a mimar el buen vino en 1.800 botas.
La compañía comercializó sus vinos en el mercado británico relativamente tarde, contando para ello con su activo agente, Alejandro Cassiniello. Esto es debido a que hasta finales del XIX vendían sus vinos en grandes cantidades a otras firmas especializadas en la exportación.
Este cambio se debió a las gestiones realizadas por los cuatro hijos que se hicieron cargo del negocio al fallecer el padre. Los directores gerentes: Manuel Antonio (abogado y doctor en Filosofía, que fue alcalde de la ciudad en los años ' 10 del siglo XX; y Francisco (experto en vinos y viticultor). Gerentes: Luis (capitán de artillería), y Evaristo (ingeniero de caminos, que ejerció de director de las Obras del Puerto de Cádiz y de las del Puerto de Santa María). Durante muchos años ejerció de administrador y contable de la bodega Rafael Bellido.
Marca y bodegas recuperadas
En los últimos años el nombre de La Riva ha estado de actualidad por dos motivos.
Ramiro Ibáñez (Cota 45) y Willy Pérez (Bodegas Luis Pérez) son dos de los enólogos más inquietos y dinámicos del Marco de Jerez. Ambos gestionan sus propios proyectos personales, pero además 'comparten interés por desentrañar y recuperar la historia de los vinos y los suelos de Jerez'.
Sus investigaciones la han plasmado en un libro con un peculiar título: 'Los Sobrinos de Haurie'
En 2017 decidieron dar un paso más y recuperar la histórica y reconocida marca Manuel Antonio De la Riva, que había pertenecido a dicha familia, propietaria de 53 hectáreas de viña en Macharnudo.
Hace un par de años se anunció la construcción de lo que se llamó Complejo Delariva.
La reclasificación urbanística del complejo bodeguero De la Riva, en la esquina entre el final de calle Arcos y calle María Antonia de Jesús Tirado, ya ha permitido iniciar la comercialización de la promoción de la empresa jerezana Nunadrola, que ha proyectado un exclusivo residencial que transformará esta zona de la ciudad, ampliando las fronteras del centro comercial abierto y renovando la trama urbana.
De La Riva Sherryhomes ocupará 5.000 metros cuadrados de los antiguos cascos de bodega De la Riva.
Como se dice en su página web: 'Lo más sobresaliente de este proyecto es la apuesta que se realiza por conservar la singularidad del antiguo complejo bodeguero en cuanto a morfología, materiales, iluminación y texturas, preservando por tanto su identidad original'.
Nota: Para el tratamiento de los retratos he contado con la ayuda de Francisco Lozano Romero, un 'manitas autodidacta' en esto de reavivar viejas y desvaídas fotos.
Sin olvidarme de las aportaciones de investigador Agustín García Lázaro y el enólogo Willy Pérez para no perderme entre el laberinto de pagos de viñas.
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