Don José de Soto y Molina, más que un bibliófilo

El Rebusco

Su legado se repartió entre el Consejo, la Biblioteca y el Archivo

Retrato de José Soto y Molina, ya anciano.
José Luis Jiménez García

22 de julio 2024 - 02:59

EL 4 de mayo de 1970 fallecía en Jerez, en el número 12 de la calle Juan Belmonte, barriada de la Constancia, José Soto y Molina, conocido bibliófilo y coleccionista de todo lo relacionado con la historia de Jerez.

La prensa local tan solo publicó su esquela, nadie le dedicó una necrológica.

A su entierro acudieron sus sobrinas Ana María, Dolores y Carmen de Soto Sánchez, y sobrinos políticos, un primo, y sus amigos más cercanos, el ex-alcalde Tomás García Figueras, el bodeguero Francisco Carrasco Sagastizabal, el escritor arcense Jesús de las Cuevas y cómo no Manuel María González-Gordon y Mauricio González Díez, con quienes mantenía unas especiales relaciones. Se reseñaba, al final, a ‘su fiel Pura Ortega Lara’, seguramente se hacía mención a su asistenta, persona que lo cuidaba y atendía.

Soto Molina permaneció soltero y no tuvo descendencia.

Esquela publicada en La Voz del Sur, 1970.

De él sabemos realmente poco. A la breve semblanza escrita por el académico Antonio Mariscal en su libro ‘Jerezanos para la historia, siglos XIX y XX’ (2011), hay que sumar una serie de anécdotas transmitidas por aquellos que le conocieron personalmente, como Manuel Pérez Celdrán.

Datos biográficos

José de Soto y Molina nació en Jerez de la Frontera el 12 de enero de 1889.

Muy pronto se interesó por el mundo de los libros, la genealogía y el coleccionismo, manteniendo una intensa relación y correspondencia con expertos de diferentes países de Europa.

Cursó sus estudios secundarios en el Instituto de Enseñanza Media de Jerez, siendo discípulo de Manuel Bellido que, junto con el archivero e historiador, Agustín Muñoz Gómez, insuflaron en el joven el interés por la cultura, la historia y los libros.

Como indica Mariscal: ‘A lo largo de su vida cifró toda su atención en reunir una vastísima biblioteca de temas andaluces en general y de jerezanos en particular, con atención especial a la bibliografía menor: hojas sueltas, periódicos, revistas, bandos y panfletos en los que gastaba casi todos sus ingresos, teniendo a veces que vender objetos personales o pedir dinero prestado con el fin de hacer nuevas adquisiciones’.

Soto Molina participó en la fundación del Ateneo Jerezano, colaborando con la revista que la institución editaba. Siendo una figura clave en la creación del Centro de Estudios Históricos Jerezanos, corría el año 1931.

Soto Molina en su edad madura.

Ejerció como oficial administrativo en una bodega y vivió durante la mayor parte de su vida al inicio de la hoy avenida Álvaro Domecq, concretamente en el mismo lugar donde se alza el edificio del Consejo Regulador del Jerez. 

Según se cuenta, en la zoma ajardinada instaló un gran container de madera donde ubicó la gran colección de documentos.

Siguiendo el relato de Mariscal, cuando en los años cincuenta del pasado siglo, tuvo que abandonar su casa con motivo de una expropiación para el ensanche de la mencionada avenida, sus amigos le consiguieron dos pisos bajos en la calle Juan Belmonte, número 13, uno para vivienda y otro para su excepcional biblioteca. 

Su legado

En el prólogo del libro ‘La imagen del vino de Jerez’ (2009), el actual presidente del Consejo Regulador, César Saldaña, recordaba la figura de ‘Don Soto Molina’ como: ‘el sumo sacerdote de toda una generación de coleccionistas con los que los jerezanos de hoy y de las próximas generaciones siempre estaremos en deuda.

El que ha hecho posible que llegue hasta nosotros una buena parte del extraordinario legado que supone la historia gráfica y documental del vino de Jerez’.

Gracias a este legado los investigadores actuales pueden disponer de unas valiosísimas fuentes que, sin el esfuerzo y la dedicación de toda una vida no hubiese sido posible’.

Se afirma que la totalidad de su biblioteca, ‘considerada como la primera en su género de Andalucía’, fue donada a la Biblioteca Municipal de Jerez. Sin embargo, parte de la misma, aquella relacionada con todo lo relacionado con el vino y la Fiesta de la Vendimia, incluida una importante colección de etiquetas vinateras, pasaría al Consejo Regulador, de acuerdo con la voluntad del donante.

Salón donde se ubica la biblioteca del Consejo Regulador.

La otra, la mayor parte, se conserva actualmente repartida entre la Biblioteca Central Municipal de Jerez, en una sala que lleva su nombre conteniendo 16.000 volúmenes, y el Archivo Municipal, lo relacionado con genealogías.

Sala Soto Molina de la Biblioteca Municipal de Jerez.

Desde aquí sugerimos a los responsables del Consejo Regulador que la documentación de catálogos, revistas, recortes de prensa, y demás folletos relacionados con el vino y la Fiesta de la Vendimia que posee actualmente sea pasados al Archivo Municipal, dando un sentido unificador y centralizado, además de agilizar la consulta por los investigadores.

A pesar de lo que se pueda pensar, Soto Molina no fue un autor prolijo, se limitó, eso sí, a colaborar con otros autores.

Tan solo reseñar su transcripción y notas de ‘Cosas notables ocurridas en Xerez de la Frontera desde 1647 a 1729’, editada por la Sociedad de Estudios Históricos Jerezanos en 1939, y su opúsculo ‘Jerez y su vino’, de 1948.

Portada del libro ‘Cosas notables ocurridas en Xerez de la Frontera 1647-1729’, transcrito y anotado por Soto Molina.

En el recuerdo

Al año del fallecimiento de Soto Molina, y con motivo de la primera clasificación de su legado depositado en la Biblioteca Municipal, Eugenio Fedriani publicaba un artículo en el diario local de La Voz del Sur, el 16 de mayo 1971.

Con el epígrafe de ‘Un gran bibliófilo jerezano, don José Soto Molina’, Fedriani rememoraba su relación con el personaje, amén de indicar que las 50 cajas, conteniendo los 16.000 volúmenes (en otro momento relaciona 18.000), habían sido organizadas por el director de la Biblioteca, Manuel Esteve: ‘merced a cuya generosa dedicación ha podido ser concluida la primera clasificación, expuestos en el salón Alfonso X valiosos tratados sobre el caballo, los toros y el flamenco’.

Finaliza con estas palabras: ‘Don José Soto ha dejado a los jerezanos los frutos de muchos años de investigación. Pero ha dejado algo mejor: el ejemplo de una vida consagrada a conservar las tradiciones de su pueblo, llevada con el mayor desprendimiento y aureola con una amable sencillez’.

Portada de la obra de Tomás García Figueras publicada en 1974.

Por su parte, Tomás García Figueras en su libro ‘Un siglo de Historia e historiadores de Jerez de la Frontera, 1863-1972’ del año 1974, hace referencia a Soto Molina en varias ocasiones, en especial cuando se refiere a las anotaciones incorporadas por Soto Molina en el libro de Diego Parada y Barreto ‘Hombres ilustres de la ciudad de Jerez de la Frontera’ (1875). ‘él fue también (...) el recopilador de muchos datos y notas en trabajos que han venido a enriquecer las fuentes de la bibliografía histórica jerezana’.

En esa obra, García Figueras se hace eco de la propuesta de Jesús de las Cuevas para que se reeditase la obra de Parada añadiéndole todas las notas recogidas por Soto Molina y que se rindiera homenaje a la labor benemérita de este jerezano, apasionado por la ciudad y por su historia, dedicándole la edición. Proyecto que no se pudo culminar a pesar de contar como editor a la Caja de Ahorros y al profesor Manuel Ruiz Lagos como coordinador.

Como justo homenaje, la ciudad rotuló una calle con su nombre, situada en la zona sur.

Documentos

Ejemplar de 1934 de la revista de los arrumbadores ‘La Jarra’.

Para completar esta semblanza biográfica de este singular paisano, del que reivindicamos su callada, pero importante labor, ilustramos este Rebusco con tres  imágenes de los variados documentos que pudo conservar a lo largo de los años. como esta foto del Marqués de Torresoto, Pedro Nolasco González y Soto, tomada en 1902, en el estudio londinense del destacado fotógrafo Charles Vandyk.

Curiosa foto del Marqués de Torresoto, Pedro Nolasco González y Soto, en 1902.

También el valioso ejemplar del pleito que Juan Aurie mantuvo con el gremio de la vinatería; y un ejemplar de algunos de que se guardan, de la revista de los arrumbadores jerezanos, ‘La Jarra’, fechada en 1934.

Valioso ejemplar del pleito de Juan Aurie y el gremio de la vinatería conservado por Soto Molina.
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