A modo de balance
El rebusco
El jerez, algo más que un vino
En anteriores artículos me había planteado la decisión de hacer un receso en esta labor de rebusco en la historia de mi ciudad. Después de casi cinco años manteniendo esta colaboración con Diario de Jerez, del que me considero el decano en estas lides, se hacía necesario tomarme un respiro para volver. tal vez, con energías renovadas.
Por extrañas circunstancias, mis amigos y seguidores tienen parte de culpa, he ido posponiendo esta idea. Siempre había algo que me enganchaba para no dejármelo fuera de estas crónicas culturales.
Han sido 126 artículos -más de una errata se ha colado- en los que he intentado ofrecer a los lectores historias amenas y entretenidas de asuntos locales relacionados, sobre todo, con nuestra tradición vitivinícola (Bodegas Bertola, Valdespino, Misa, Parra Guerrero, Fernández Gao, Díez Morales, Cayetano del Pino, Diego Narváez, Félix Ruiz y Ruiz, a cuyo propietario le pudimos poner, por fin, rostro, etc); amén de reivindicar a una serie de figuras sobresalientes, y casi desconocidas, de nuestro pasado reciente: Francisco de Paula Rojas Caballero Infante, Ramón León Maínez (los dos huérfanos, aún, de una calle más que merecida), Enrique Carrasco Cadenas, Antonio Vico, Francisco de Paula Marín, José Antonio Lavalle Romero-Montezuma, Antonio Soto Flores, Isabelita Ruiz, Luz Chavita, etc.
La idea de reunir estos artículos en formato libro, los relacionados de una manera u otra con el vino, es algo que no descarto.
Cine, televisión y pintura
Por fin. ya hemos podido disfrutar del visionado de las dos importantes producciones audiovisuales rodadas en Jerez en los dos últimos años, la miniserie de Amazon Prime La templanza, basada en la novela de María Dueñas, y el largometraje El verano que vivimos, de Carlos Sedes.
De la primera hemos reproducido una escena con la actriz principal, Leonor Watling, que da vida al personaje Soledad Montalvo. Es el momento en el que disfruta de una copa jerez junto a la ventana de su casa de Londres. Ya era hora que el mundo bodeguero de esta parte de Andalucía, el de su esplendor del XIX, sea recogido con dignidad en la pantalla.
Ambiente que se traslada a los años 50 en el film El verano que vivimos, donde casualmente el nombre de familia que quiere construir una gran bodega coincide con las mismas iniciales del escritor Vicente Blasco Ibáñez. Un guiño que no sabemos si ha sido intencionado o no.
Y para acompañar este artículo con alguna que otra imagen curiosa, la foto fija este musical de la MGM, The Harvey Girls (Las chicas de Harvey), de 1946.
Historia de cómo el Oeste americano se civilizó también gracias al negocio de restauración y hoteles creados por Fred Harvey, con sus impolutas camareras del Old West Harvey Restaurant.
La bella Ángela Lansbury se muestra espléndida en la barra del salón de juegos de la incipiente ciudad de Santa Fe. Una zona con marcada influencia española si vemos el barril de sherry que hay a su espalda.
Del cine pasamos al arte de la pintura con dos ejemplos donde las figuras femeninas, de distintas épocas y lugares, parecen disfrutar del sherry una, y del jerez la otra.
El óleo The blue girl, del artista británico Stanley Thompson (1876-1926), representa a una misteriosa joven sentada de espalda a un espejo y la tenue luz que penetra en la estancia realza el color azul de su elegante traje de color azul. En su mano sostiene una copa de jerez, vino que se ha servido del decantador que hay junto a ella. Cuadro pintado en 1925 bajo la influencia del art déco tiene un tamaño de 100x75 cm. Stanley Thompson trabajaba en Middleton-in-Teesdale, y fue alumno de Walter Crane.
Más cerca de nosotros podemos disfrutar la obra de autor desconocido que posee las bodegas del Grupo Estévez en el salón principal donde se atiende a las visitas. Es la figura de mujer a tamaño natural. Sus rasgos andaluces se remarcan con un lujoso mantón de Manila negro, que luce en una actitud de descaro, con su mirada fija en el espectador. En una de sus manos lleva una botella, y en la otra un típico vasito de cristal grueso. En la etiqueta de la botella que sostiene no se distingue la marca, pero se insinúa levemente a palabra Xerez. Adscrito a la escuela andaluza costumbrista, se fecha a finales del XIX.
Hace un par de años, uno de los responsables de los Museums Shefield, Mr. Kieran Owens, se mostró interesado por este cuadro, ya que en sus fondos se había localizado un cuadro de menores dimensiones, pero de gran semejanza, con variantes en el color del mantón, esta vez rojo, y el diseño de los azulejos de la estancia.
De bodegas y bodegueros
Con motivo de la publicación en esta sección de El rebusco de un artículo dedicado a Valdespino, he tenido la oportunidad de visitar las bodegas del Grupo Estévez. Esta vez invitado por mis amigos Ignacio, Pilar, Guillermo y Jaime. En sus dependencias aún conservan valiosos documentos gráficos que en su tiempo colgaban de las paredes de las oficinas de esa bodega de la calle Ponce, como el gran muestrario de madera para etiquetas.
Esta bodega era de las pocas que tenían su taller para estos fines. Así se puede comprobar en una bella foto enmarcada que hay en esa habitación, a manera de santuario, donde el tiempo se ha parado. En sus cajones se guardan todavía muchos ejemplares de etiquetas, algunas de finales del XIX.
Si de otra bodega con prestigio, y con historia, hay que hablar en Jerez estas son las de Garvey, que hasta febrero de 1978 estuvo en manos de la familia, cuando fue adquirida por Rumasa por 600 millones de pesetas. El último presidente del consejo de administración fue don Antonio Morenés Medina (1912-1989), Marqués de Villareal de Buriel, titulo heredado de su padre, Felipe Morenés y García-Alesson; de su madre, doña María de las Nieves Medina Garvey, heredó la participación de la bodega.
Holanda le nombraría su vice-cónsul en la zona, y le distinguiría como miembro de la Orden de Orange-Nassau. Su hijo, Felipe Morenés Giles, es más conocido por su labor en la cría caballar, galardonado con el caballo de oro en el 2019.
Desde aquí reivindico, por su gran valor, su museo de la etiqueta. Una gran parte de las mismas, unas 8.000, están expuestas en los paneles expositivos de las salas dedicadas a tal fin. Sin olvidarme de su archivo, del que poco se ha estudiado.
Una de mis bodegas preferidas son las de Misa. Y la hermosa tarjeta-etiqueta impresa en Francia llegó a mis manos gracias a mi buen amigo, Antonio Tenorio Notario. Una composición donde una escena de vendimia se combina con el interior de una de las grandes bodegas de la firma jerezana, y donde su importado francés, E. Jacod, indica que Misa tiene unas reservas permanentes de doce millones de litros, además del gran premio obtenido por los vinos en la Exposición de Burdeos de 1895.
Ese mismo año, junto al gran tonel de Misa se ubicaba el montaje piramidal hecho con botella botas de la casa Valdespino. Los vinos de Jerez competían entre los grandes, y pocos les hacían sombra.
Y si uno pasea por ciertas zonas adyacentes a la estación de trenes, calle Argüelles, podrá ver detalles como la placa adherida a una de las puertas de lo que fue una empresa británica que embotellaba tanto su propio jerez como para Sainsbury hasta 1967.En la misma se leen los nombres de los socios Grierson- Oldham & Adams, con oficinas en Jerez-Londo-Oporto. Habrá que rebuscar para saber más de ellos.
Findlater, wine merchant
Aunque anteriormente hemos hablado de esta firma dedicada al comercio del jerez en las islas británicas, merecía prestarle algo de atención a sus importantes actividades como comerciantes de vinos. Su origen hay que buscarlo en 1823, fundada por el escocés, nacido en Glasgow, Alexander Findlater.
Corría el año 1822 cuando Alexander Findlater, uno de los once hijos de un granjero escocés, se dispuso a buscar fortuna en Dublín. Al año siguiente, 1823, estableció su propio negocio dedicado a los vinos. Alexander prosperó y a mediados de siglo ya estaba listo para dar el salto a Londres donde la casa, que operaba como Findlater Mackie and Company, se estableció en Wellington Street, en Strand.
Cinco años después, con cuatro socios, su sobrino, el coronel John Findlater Corscaden, Ivie Mackie, Thomas Gordon y Bruce Beveridge Todd, comenzarían a operar como Findlater Mackie Todd and Co. en Tooley Street, en London Bridge.
En 1863, la Compañía se mudó a unas instalaciones debajo del viaducto ferroviario frente al Puente de Londres, un lugar conocido por generaciones de londinenses como Findlaters Corner.
Alexander Findlater murió el 8 de agosto de 1873 a la edad de 76 años. Permaneció soltero toda su vida y después de su muerte sus socios adquirieron sus empresas. La más importante de ellas fue la firma de Londres, que fue comprada por Bruce Beveridge Todd, cuya familia ha estado relacionada con los Findlaters desde entonces.
Los tres hijos de Bruce Todd, James, Alexander y William continuaron en el negocio. James se unió a la empresa en 1884 y se hizo cargo de la misma a la muerte de su padre, en 1893. Fue su presidente hasta su fallecimiento en 1956, a la edad de 89 años.
El segundo hermano, Alexander, se unió a la compañía cuando regresó de la Guerra de los Boers en 1901. Lo dejó nuevamente para comandar el primer batallón del regimiento de Norfolk a Francia, en septiembre de 1914, donde murió en la segunda batalla de Ypres en abril de 1915. El tercer hermano, William, pasaría a la empresa en 1894.
En 1924, Findlater trasldó la oficina central a Wigmore Street, y continuó expandiéndose como comerciante minorista de vinos. En la década de 1960 llegó a tener 50 tiendas en Londres, Oxford, Cambridge y Cirencester y en la costa sur.
Bruce, el hijo de Alexander Todd, se incorporó a la firma en 1927 y se convirtió en su presidente a la muerte de su tío en 1956. Se retiró en junio de 1972. Un nieto de James Todd, Ronald Todd-Young, y dos nietos de Alexander Todd, Charles Byass y David Byass, fueron nombrados directores en 1961.
En la década de 1960, Findlater, Mackie, Todd & Co tenían casi 50 tiendas en la capital y en el sur de Inglaterra, así como una bodega en Merton Abbey, en el suroeste de Londres. Los siguientes años fueron turbulentos para Findlaters, la familia Todd vendió sus acciones a Bulmers en 1967, que posteriormente eliminaría las sucursales minoristas Findlater Mackie Todd. Tres años después, Bulmers vendió Findlater's al Grupo Beecham. Finalmente, Waitrose adquirió el negocio de Findlater Mackie Todd & Co. el 9 de febrero de 1993.
En uno de sus promocionales publicitarios, publicado en 1907, se podía leer: Any medical man who decline to sanction globlet of sherry would incur very grave responsability (Cualquier médico que se niegue a aprobar una copa de jerez incurrirá en una responsabilidad muy grave). Incluso se recurría a la figura del filósofo escocés, Thomas Carlyle (1795-1881), para dar resaltar las cualidades vigorizantes del jerez.
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