Los recuerdos de un bodeguero por la Europa de entresiglos
El Rebusco
El diario personal de Rafael García del Salto Izquierdo
La ‘intrahistoria’ de los vinos de Jerez
Si hace un par de semanas dedicamos El rebusco a la figura del olvidado bodeguero jerezano Rafael García del Salto Valiente (1848-1901) esta vez vamos a tratar, a manera de continuidad, de su sobrino, Rafael García del Salto Izquierdo (1869-1947).
Este sería uno de los tres beneficiarios de la herencia de su tío, al que acompañó en algunos de sus viajes por Europa, incluido el que le llevaría a Suiza en 1901, donde su rico pariente fallecería de tuberculosis en el verano de ese año.
Sintiendo llegar el final de sus días decide escribir un cuaderno de notas en el que recogería las vivencias de los viajes que llevó a cabo entre 1885, con 16 años, y 1914, cumplidos los 45. En estos recuerdos escritos incluirá también jugosos comentarios a las comidas de bodas, fiestas y banquetes a los que asistió a lo largo de su vida, que fueron muchos y variados.
También breves reseñas más personales.
En la última página anotó: ‘Escribí estas memorias cuando tenía 78 años. Las fechas de los viajes y los detalles las tenía en un librito que aún existe y los menús los conservo todos’. Tenía fecha de 15 de octubre de 1947.
El concepto de intrahistoria fue planteado por el escritor y filósofo Miguel de Unamuno en su obra ‘En torno al casticismo’ (1895), al referirse a la vida tradicional, ‘la que sirve de fondo permanente a la historia cambiante y visible’.
A su vez, el profesor Celso Medina, en su trabajo ‘Intrahistoria, cotidianidad y localidad’ (2009), comenta que ‘la intrahistoria unamuniana concibe la historia desde una versión minimalista de los eventos sociales, lo que nos ayuda a vincular su concepto con el estudio de la cotidianidad y de lo local’.
Pues bien, este blog personal de Rafael García del Salto Izquierdo nos proporciona un claro ejemplo de esa ‘intrahistoria’ vinculada con aquellos bodegueros de entresiglos que crearon una industria vitivinícola relevante y dieron fama internacional al jerez.
Un retrato de una parte de la sociedad jerezana poco conocido hasta ahora, contado de primera mano por uno de ellos.
Quiero dar las gracias a Manuel, José Antonio y Esteban García del Salto Morales por la ayuda prestada al cederme el manuscrito de García del Salto Izquierdo, como el material fotográfico que acompaña al texto. Nunca antes habían sido publicados.
Mi vida
Así encabeza Rafael uno de los apartados de sus ‘memorias’, y donde da las claves para conocer cómo se integra en el negocio del vino y las dificultades a las que tuvo que hacer frente.
Los padres de Rafael fueron Salvador García del Salto Valiente (1840-1912), y Cecilia Izquierdo y de la Torre.
La herencia de dos de sus tías permitió que su padre lo pudiera enviar a estudiar a Inglaterra, como hicieron otros hijos de bodegueros.
A su vuelta entró a trabajar en el escritorio de su tío Rafael, en negocios de vinos, donde le fue asignado un sueldo de 20 duros al mes.
Al morir su pariente el negocio fue llevado por Rafael y Pedro Lambarri García del Salto, sus primos, Manuel Martínez, apoderado de la empresa, y él mismo, creándose la sociedad R. G. del Salto y Cia.
La Primera Guerra Mundial afectó drásticamente a la empresa, ya que sus mercados habituales eran Francia y Bélgica, por lo que en 1917: ‘tuvimos que liquidar’.
Rafael estaba casado con Carmen Díez Vergara, que unía dos importantes apellidos jerezanos. Con ella tuvo un hijo, Rafael, y tres hijas, Carmen, Cecilia y Ángeles.
El primero matrimonió con Inmaculada Morales del Tejo, ejerciendo como oficial del Banco de España en su sede de Jerez.
Rafael destaca sus habilidades como jinete: ‘montaba a caballo desde muy joven’; además de practicar otros deportes como la natación, el ‘boxeo, foot-ball y cricket, biciclo...’.
La caza era otra de sus grandes aficiones.
Estudiante en Inglaterra
Como otros jóvenes de Jerez y El Puerto, pertenecientes a familias de buena posición, Rafael es enviado a Inglaterra a estudiar idiomas y otras materias relacionadas con el comercio.
Un aspecto bien estudiado por el investigador portuense Bernardo Rodríguez Caparrini.
Con 16 años, Rafael saldrá de Cádiz el 17 de octubre de 1885, permaneciendo en aquel país 17 meses y 18 días.
Su primera travesía fue algo movida: ‘me mareé como una cabra, y se puede decir que en dos días no comí’. Debido al cólera, tuvieron que pasar controles en varios puertos españoles.
En Liverpool los esperaba el Sr. Estévez ‘jerezano, agente de Sánchez Romate y Hnos. en Inglaterra’.
De allí se dirigieron a Londres en tren expreso: ‘...en 4 horas nos plantamos en Londres’.
En el 215 de Maida Vale, en ‘Villa Sanlúcar” le recibieron José y Manuel Hidalgo, y Manuel Sánchez-Romate. A la casa acudía de vez en cuando Arturo Gordon, que ya estaba casado con Julia Sánchez-Romate.
Cuenta que una noche hizo acto de presencia D. Manuel Ruiz Zorrilla, ya ‘que en aquellos días se hablaba mucho en España de la actividad de los republicanos españoles en Inglaterra’.
Algunos periodos de vacaciones escolares los pasaba en Londres, en casa de Rafaela Isasi, casada con Juan MacDonald. Con el hijo de ambos, Johnny, trabó amistad. Alguna vez vino a Jerez, ya que su madre tenía varias casas.
Rafael se matriculó en St. Agustín College, en Ramsgate.
Viajes de negocio y placer
Los viajes realizados por Rafael a diferentes lugares de Europa para promocionar sus vinos coinciden con un periodo importante de la historia de nuestra vitivinicultura, el de finales del XIX y primera década del siglo XX.
París era su ciudad preferida en todos los aspectos: ‘No se puede tener idea de lo que era el París de 1889, de Teatros, conciertos, bailes Cafés Chantants...’. La capital de la cultura y las artes: ‘todos los domingos me iba al Museo del Louvre, el cual llegué a conocer a fondo...’.
Rafael nos proporciona datos, opiniones, comentarios de un gran interés. Una información de primera mano contada por uno de sus actores, que por ser anecdótica no deja de tener un valor excepcional.
La relación de personajes que aparecen en sus memorias nos da una idea de esa sociedad jerezana que vivía con un esplendor que pronto llegaría a su fin. Apellidos y títulos como Lambarri, Sánchez-Romate, Hidalgo, Gordon, Isasi, Zurita, Pemartín, Bertemati, Garvey, Domecq, duque de Almodóvar, Rivero, Valdespino, Segovia, Marqués del Mérito, González Gordon, etc.
Una generación de emprendedores empresarios que marcaron una época, formando un entramado de apellidos y compañías que perviven en el imaginario colectivo.
No olvida, curiosamente, los nombres de sus distribuidores y clientes en España y Europa: Gaud en París, Steenackers en Amberes, Muller en Amsterdam, Ramelot en Le Havre, Millet en Burdeos, y Clota en Barcelona.
Con los dos primeros mantenía una relación más que comercial: ‘En París asistí a la boda de Raoul Gaud’; o bien: ‘En Amberes lo pasé muy bien, atendido por Casimir Steenackers’.
De vuelta de su primer viaje en solitario - ya muerto su tío - como representante de la nueva firma de R.G. del Salto y Cª., contrae matrimonio el 27 de julio de 1902, ‘después de 7 años de relaciones’.
Una nota curiosa es que en dos ocasiones tuvo la oportunidad de encontrase con el mismo Buffalo Bill, en París y en Hambugo: ‘...me presentaron a Búfalo Bill que hablaba español muy bien’. Y la leyenda del Oeste lo invitó a comer carnero asado, por cierto ‘muy bueno, pero con una cantidad de pimiento chil tremenda’.
Los últimos días con su tío
Rafael acompañó a su tío, gravemente enfermo de tuberculosis, y a la mujer de este, la cubana Julia Goncer de Pestre, a París. En capital francesa fue atendido por el prestigioso médico Paul Reclus.
Por recomendación del cirujano se instalaron en la población balnearia de Lavey-les bains, en Suiza.
Lo que el definió como ‘mi viaje cumbre’ comenzó en Jerez el 31 de enero de 1901, regresando al lugar de partida el 6 de agosto, un total de 6 meses y 7 días.
En París se alojaron en el elegante hotel del Quai d´Orsay, junto a la estación de tren.
Rafael aprovechó su estancia en Francia ‘visitando a los clientes’ en París, Rouen, El Havre’. También se desplazó a Amberes, ya que, junto Holanda, Alemania e Inglaterra, eran sus mejores mercados.
En Amberes fue bien atendido por la familia Steenackers. Casimir y Raymond Steenackers eran los más importantes distribuidores de vinos de Jerez en Bélgica, y un tío de Casimir, Eduard, llegó a tener una bodega de exportación en Jerez.
Su tío fallecería el 16 de julio. Y aunque su deseo fue ser enterrado en Jerez, en el panteón familiar, se decidió por el cementerio de la pequeña población de Bex.
Años más tarde, en los años `50, sus restos fueron trasladados a Lausanne.
En la cruz de mármol que se colocó en su tumba se grabó este texto: ‘Rafael García del Salto y Valiente Officer de la Legión d´Honoeur su desconsolada viuda’.
La gastronomía de una época
La parte más divertida es la que dedica a comentar los eventos sociales a los que asistió entre 1889 y 1929, concretamente a las bodas de sus amigos y conocidos, como a los banquetes oficiales.
Afirma que: ‘Donde mejor he comido ha sido en París y en Amberes como calidad y bien guisado, y como asados los ingleses..., y los quesos en Holanda..., en cambio en cuanto a pescados fritos no hay nada como nuestras acedías...’.
Opina que ‘la cocina francesa no tiene rival para los ragouts y en general todos los preparados de salsa, pero el guisado de cacería no tiene igual en España, los conejos guisados con aceite, las perdices en escabeche y los pollos en pepitoria no hay en el mundo nada que los iguale’.
En cuanto a la pastelería la francesa es la mejor, pero para bizcochos y dulces empalagosos los españoles y sobre todo los hechos por las monjas’.
Rafael se alojó en lujosos hoteles de Europa, y educó su paladar en los mejores restaurantes: el Chapon fin, de Burdeos (’celebre en todo el mundo’), el Hotel de France, en Lisboa (’cocina de primer orden’), o el Voisin (’el más caro de París’).
Nota: En el artículo sobre Rafael García del Salto Valiente informaba del matrimonio de Cecilia García del Salto Díez con Manuel Fernández de Bobadilla Ragel, asociando a este con la fundación de las bodegas Bobadilla, hecho que corresponde a su padre, Manuel Fernández de Bobadilla Martínez.
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