Un recorrido por los cien años de vida del colegio Madre de Dios

Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl regentan estas instalaciones desde el 21 de enero de 1909 · La escuela creada "para la instrucción de niños pobres" es hoy un moderno centro concertado

Una de las primeras religiosas y alumnas del centro en 1914 en la gruta del colegio que todavía se conserva. A la derecha, alumnos jugando en el patio hace unos días.
Una de las primeras religiosas y alumnas del centro en 1914 en la gruta del colegio que todavía se conserva. A la derecha, alumnos jugando en el patio hace unos días.

El colegio de Madre de Dios, regentado por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, cumple el próximo día 21 cien años de existencia. Con este motivo la comunidad educativa ha organizado un extenso programa de actos que se desarrollará a lo largo de todo el año. En la actualidad, el centro, dirigido por la religiosa Carmen Mora, ofrece dos líneas desde Educación Infantil de 3 años hasta cuarto curso de Secundaria. Cuenta con 658 alumnos y 41 profesores, de los que siete son religiosas. El personal no docente está compuesto por seis miembros.

La celebración de este centenario es también una buena ocasión para hacer un recorrido por la historia de este centro, por el que han pasado ya numerosas generaciones de jerezanos.

Fueron los caballeros de las Conferencias de San Vicente de Paúl, quienes influyeron en el misionero jesuita Santiago López Rego, a fin de que hiciera las gestiones necesarias para que las Hijas de la Caridad vinieran a ocuparse de la instrucción y enseñanza de la religión católica a las niñas pobres de la barriada de Madre de Dios, que era una zona de mucha población pero pobre.

El padre Rego insistió ante los superiores sobre la urgente necesidad de atender a su petición, porque había que contrarrestar la fuerte acción de los protestantes, que habían abierto allí un centro para difundir sus doctrinas.

Finalmente llegaron cuatro hermanas que se alojaron, con carácter provisional, en la calle Cruz Vieja, y poco después en la calle Madre de Dios. Inicialmente fueron organizando las escuelas en los terrenos de unas bodegas viejas en la calle Puerta del Sol número 14 que eran propiedad del Obispado y que más tarde cedieron en usufructo a la comunidad. La escuela se inauguró el 21 de enero de 1909 con la presencia del arzobispo Enrique Almaraz.

La primera superiora fue sor Maximina Rodríguez, ayudada por sor Consuelo Rubio y sor Rosalía González. Al cargo de los párvulos estaba sor Ulpina.

En 1926 ya había en la escuela ochenta párvulos y unas cuarenta niñas entre mayores y medianas, y e l mobiliario consistía en unas sencillas gradas.

La Junta Jerezana de Caridad atendía a las necesidades de las hermanas, a las que les entregaban diez reales diarios por cada una y les proporcionaban telas con las que las niñas confeccionaban vestidos en las clases de costura. Una vez que terminaba el curso, las alumnas recibían estas prendas como premio por su aplicación. Al tiempo que cosían, aprendían el Catecismo y la tabla de multiplicar.

Cada día, dos de las chicas mayores iban al colegio de Preservadas, a la Fonda Popular San Vicente de Paúl y traían una olla con comida para repartir a los niños de la escuela, a los que no se les cobraba nada.

En 1939 la comunidad tenía ya cinco hermanas y en la escuela había 150 niñas y 150 párvulos. La Casa se sostenía con las aportaciones de la Junta Jerezana (tres pesetas por día y por hermana) y las Conferencias de San Vicente, así que la situación económica era muy ajustada.

En 1942 los niños pagaban una peseta a la semana, que depositaban en una cajita al entrar en la escuela pero, según consta en los archivos del centro, "algún avispado, en lugar de echar, cogía".

Según explican también en estos archivos, fue necesario pedir esta colaboración económica a los niños porque las señoras de la Junta habían retirado la ayuda acostumbrada. Posteriormente la cuota para los niños fue de cinco pesetas al mes.

A la enseñanza de la Enciclopedia, el Catecismo y la costura, se añadió el solfeo. El número de alumnos era ya de trescientas niñas y 150 párvulos.

Al terminar los años de escolaridad, algunas alumnas no continuaban estudios superiores, así que para ellas la comunidad puso un obrador. Allí estas jóvenes, a la vez que aprendían un oficio, preparaban su ajuar y también hacían ropa para señoras particulares.

En torno a 1970 en el obrador había treinta chicas y los trabajos que allí se hacían eran también un medio para sostener la casa, pues la economía era bastante deficiente. Esta actividad se prolongó durante bastante años, porque los encargos de las señoras aumentaban y con ello también los beneficios que estas jóvenes recibían, pero "los problemas de los seguros" determinaron el cierre.

En los años 50 se abrió en el colegio una cocina, donde las hermanas se pasaban parte de la noche haciendo comidas, que repartían al día siguiente. También preparaban la leche americana para el desayuno, pero no había comedor, sino que la gente acudía con sus cacerolas. Algunos días se daban más de doscientas comidas.

La implantación de la Enseñanza General Básica (EGB) exigió una serie de reformas y adaptaciones y se amplió el centro. En 1975 el colegio tenía 665 alumnas de EGB en régimen concertado y setenta alumnos de Preescolar. Todos eran atendidos por seis hermanas y doce seglares.

Más de cien niños, con una aportación mínima, comían entonces en el comedor del colegio. Se contaba con la ayuda de un bienhechor que aportaba gran cantidad de alimentos, pero a pesar de esto no se pudo mantener más que unos años.

Un particular, don Ramón, pagó los gastos necesarios para adecuar unas dependencias como guardería, que era atendida por una hermana y dos chicas. Asistían niños muy pobres cuyas madres necesitaban ir a limpiar casas para sostener a su familia. Este servicio se mantuvo durante unos quince años.

A partir de los años 80, con la implantación de sucesivas leyes como la LOE, la LODE, la Logse... el centro pasó a ser mixto y continúa con su carácter concertado.

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