Un regreso para la posteridad
La Esperanza de la Yedra Coronada protagoniza una procesión para la historia llena de momentos que la enmarca en uno de los episodios más notables del Jerez cofrade
La culminación de todo el gran episodio de la coronación canónica de La Esperanza tuvo en la procesión de regreso a La Yedra el mejor epílogo posible. Fue un estallido de emociones, de bullicio, de calor popular, de bien hacer en hermandad por las calles y de magnífico ambiente cofrade, todo un cúmulo de grandes cosas que convirtió la tarde, noche y madrugada de ayer en uno de los más destacados episodios vividos por el Jerez cofrade y forma parte, sin duda alguna, de la historia de este colectivo en la ciudad. La coronación canónica de Nuestra Señora de la Esperanza tuvo un epílogo más que brillante, sencillamente soberbio.
Fue como tenía que ser y de la forma que justifica plenamente el por qué La Esperanza ha sido coronada. Sale con toda la solvencia del mundo, que no es más que el indiscutible aval que le da su poder de atracción, como se ha demostrado a lo largo de los últimos meses. Pero en todo esto hay un factor imprescindible, el trabajo de los hombres y mujeres de la cofradía que se han entregado a la causa sin desmayo, sin mirar el reloj, con criterio y con amor y devoción.
No cabe más que dar la más sincera felicitación a los cofrades de La plazuela por la culminación de un sueño que ya es una realidad y que ha tenido un punto y final que a buen seguro les ha llenado plenamente, acallando a los que, agoreramente y desde dentro incluso del mundo cofrade, tildaban todo lo que ha rodeado a la coronación como excesivo.
Es una vez en la vida y sin errar en la afirmación, lo que ha sucedido en estos tres años ha sido totalmente singular y exclusivo, algo que hay que agradecer eternamente a la cofradía de la Madrugada que ayer entregó a su Esperanza a las miles de personas que se acercaron a verla, jerezanos y foráneos -muchísimos- que disfrutaron de lo mucho y bueno que hubo en las calles, desde la música de categoría con las bandas de La Estrella y Presentación al Pueblo, que abrieron marcha, hasta la de La Oliva de Salteras que con su calidad e impronta cofrade supo estar detrás del palio verde y oro de La Esperanza, paso que ayer lucía con mayor esplendor como el mejor trono para Ella, gracias, en gran medida, a una selección floral exquisita.
No le fue a la saga el cortejo, una demostración de la implicación de los hermanos que hasta cierto punto se sacrificaron para obsequiar a su Esperanza con una escolta de más de cuatrocientos cofrades que delataban en sus rostros el orgullo de pertenencia a una cofradía y a una exclusiva de entenderla. Cortejo que delató la fidelidad cofrade de sus hermanos, desde los más jóvenes hasta los más veteranos con el detalle de que el número uno de la nómina de la corporación, Juan Ángel Fernández, fue el fiscal del palio.
A lo largo de estos tres años de preparación se ha puesto de manifiesto que pocas cosas o casi ninguna se dejaban al azar; ayer en las calles se demostró que esa entrega redundó en los instantes fundamentales e imprescindibles como la llegada a la plaza del Arenal con cantos solemnes a la Virgen por el coro catedralicio; en Arenal y la Tornería con lluvia de pétalos y plegarias; en Asunción, la versión flamenca del Ave María; en Cristina con el adiós a las numerosas representaciones corporativas; la entrega de las dos bandas que abrían el cortejo que alternaron sus interpretaciones. Entre tanto, el maremagnum humano no dejaba de rodear al palio en su corto y exquisito caminar de unos costaleros que, imbuidos del ambiente general, deseaban eternizar cada paso, cada zancada, cada gota de sudor, cada minuto, cada mecida y cada nota que salían de los instrumentos de la banda. Buen trabajo el de la 'gente de abajo', afortunados que ayer pudieron llenarse por completo y dar todo el oficio que llevan dentro. La tarde, al igual que la mañana, no fue precisamente la ideal en cuanto a la meteorología con nubes y algún riesgo de débiles lluvias.
En calles y plazas los momentos se sucedieron. A la salida, 'El Mimbre' recibió el homenaje de los suyos, los costaleros, con una levantá antológica. En Plateros el paso reviró para ponérselo de frente a Lorenzo García Frías, ex hermano mayor de la hermandad y cuya labor dejó una profunda huella. En pocas palabras, muchas horas de derroche devocional traducido en las mejores hechuras cofrade en las calles, que son ya un recuerdo de los más grandes, que nunca se podrá olvidar.
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