De repartidor del Bimbo a cantaor de primera

Flamenco

En su juventud trabajó en el campo y como transportista, antes de conseguir un puesto como repartidor de Bimbo

Siempre compaginó, hasta su jubilación en la empresa, su trabajo con el cante

De repartidor del Bimbo a cantaor de primera
De repartidor del Bimbo a cantaor de primera
Fran Pereira

07 de junio 2019 - 02:00

Fernando Carrasco Vargas nació en el número 10 de la calle Cantarería y tomó su nombre artístico de su madre, Manuela Vargas Romero, 'La Morena', algo que llevó a gala desde el primer día que subió a un escenario. Su explosión como cantaor profesional, no obstante, fue con avanzada edad, pues con anterioridad, como más de una vez reconoció en alguna que otra entrevista, "me dediqué a otras labores".

Tras cursar los estudios de primaria en el colegio Carmen Benítez, por el que pasaron todos los flamencos durante décadas, Fernando y su hermano Curro, los dos únicos hijos de la familia, trabajó desde muy niño en el campo, pues sus padres, como otras tantas familias del barrio de Santiago, se buscaban la vida en las viñas de Jerez, aquellas conocidas gañanías en las que coincidieron muchísimos vecinos de este enclave jerezano.

"A mí me ha marcado mucho mi época de trabajar en el campo, en los cortijos que había… era un chiquillo y escuchaba a los gitanos viejos cantar, se formaban las fiestas allí por to' y por nada, y de allí fui yo cantando y ha sido un aprendizaje bastante enriquecedor, vaya, la cultura de mi sangre. Esas trillas que canto, las he escuchado yo, era chiquitito, que había un gañán que las hacía en la era con su mula y su rastrillo, haciendo la faena de la trilla. Por la noche se cantaba más bien por fiesta, había quién salía cantando también por soleá, por seguiriya, haciendo compás con los nudillos…", comentaba en una entrevista a la escritora Estela Zatania.

Tras obtener el carnet de conducir, Fernando desarrolló su labor como conductor, llevando camiones cargados de cemento por toda Andalucía, aunque especialmente a la Costa del Sol, coincidiendo con el boom de la construcción de la zona. Fue esta profesión la que mantuvo durante años venideros, tras licenciarse en el cuartel de Tempul, primero como transportista, permaneciendo una temporada en Barcelona, donde trabajó de conductor, y posteriormente como taxista, gremio en el que pasó también varios años hasta que pasó a formar parte de la plantilla de la empresa Bimbo, en la que permaneció durante 27 años.

Mientras, compaginaba esta labor con fiestas particulares y actuaciones en festivales, tablaos, peñas y teatros, con las que comenzó a dar sus primeros pasos en los escenarios. Fernando había bebido de un barrio de Santiago en plena efervescencia artística, donde los bautizos, las bodas o los dichos eran el mejor reclamo para organizar fiestas que duraban días.

Su primera experiencia profesional de primer nivel llegará, no obstante, de la mano de Manuel Morao, quien le reclama para uno de sus espectáculos más señeros, 'La tierra lleva el compás'. Será a través de él con el que se estrene por primera vez, en 1985, en la Fiesta de la Bulería, celebrada aquel año en el Teatro Eslava. Precisamente la Fiesta de la Bulería será, paradójicamente, su despedida en Jerez de los escenarios, pues fue el pasado agosto cuando realizó su última actuación en su Jerez natal, dentro de este marco.

Previamente, había debutado, ya con avanzada edad, en la Peña Buena Gente a principios de la década de los ochenta gracias a su buena relación con Antonio Ruiz Torralbo 'El Pirata', relaciones públicas y fundador de la entidad. Aquel primer recital fue con la guitarra de Pedro Carrasco 'Niño Jero'.

Su buena acogida con Manuel Morao dará paso a cotizarse entre otros nombres potentes de la época, entre ellos el de Juan Peña El Lebrijano, con el que desarrollará una importante gira de tres años por toda España.

A finales de la década de los ochenta y durante la década de los noventa se destapa como cantaor en solitario, un rol que no abandonará, ya que tras jubilarse se centra plenamente en el cante. Esto le servirá para actuar en los más y mejores festivales y espacios del mundo del flamenco, tanto a nivel nacional como internacional, preferente en Francia, aunque en alguna que otra ocasión cruzó el charco para cantar en Estados Unidos. Japón, por contra, lo descubrió en 2015, con 70 años, una experiencia inolvidable, como reconocía a Diario de Jerez en noviembre de ese mismo año. "Es una maravilla y vengo alucinado de cómo esas personas entienden de flamenco y buscan el de la raíz".

Su trayectoria le llevará a trabajar con los más grandes, como Paco de Lucía a Manuela Carrasco o Diego Carrasco, entre otros muchos.

Dentro de sus reconocimientos destacan los diferentes insignias recibidos por parte de diferentes entidades flamencas, así como un primer premio dentro del Concurso de Saetas en la calle que organizaba la veterana Peña de los Cernícalos. Llegó incluso a tener una peña en el barrio en el que residía actualmente, Icovesa, junto a el Gómez de Jerez.

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