Un sabio bajo la Divina Providencia
TOMA DE POSESIÓN DE JOSÉ RICO PAVÉS | PERFIL
Por las primeras palabras expresadas de forma exquisita, monseñor Rico Pavés demuestra ser un obispo para un nuevo tiempo
Don José Rico Pavés está convencido de que su llegada a Jerez ha sido de la mano de la Divina Providencia. Ciertamente no debe ser casualidad que naciese un 9 de octubre de 1966, día de la Festividad de San Dionisio Areopagita, Patrón de Jerez, y día en el que el Papa Francisco iniciará un proceso sinodal muy importante para la Iglesia católica.
Como tampoco lo es que cuando se le pregunta acerca de en qué emplea su tiempo libre, el nuevo obispo de la diócesis responda que a leer a los Padres de la Iglesia, incluso a aquéllos que escribieron en idiomas que no entendemos hoy.
Y es que José Rico Pavés es, ante todo, un sabio, un investigador y un estudioso de todo lo relacionado con la fe y con sus orígenes. Resulta muy agradable y formador a la vez escucharle hablar y comprobar cómo cita a tantos pensadores, historiadores, santos y personajes que han sido los responsables de nuestra cultura.
Lo hace, eso sí, desde la sencillez, sin alardear de esa enorme información que acapara. Estamos, por tanto, ante una gran eminencia que ha llegado a una tierra no para dar testimonio de su ejemplar capacidad para el estudio y la elocuencia, sino para algo mucho más necesario estos tiempos: una fe y unos valores que le hacen llegar a las personas más sencillas y humildes.
No es casualidad, por tanto, que su primera misa la vaya a celebrar en San Rafael, en el barrio más humilde y en riesgo de exclusión de todo Jerez, un gesto que sin duda le marcará desde ahora y por toda su labor pastoral.
A buen seguro que vendrán ahora –ya están desde su nombramiento– quienes tratarán de encasillarle eclesiástica, social y hasta políticamente. Lo van a tener muy difícil. Monseñor José Rico Pavés está muy lejos de ser un obispo clasificlable, por mucho que duela a quienes viven y sacan renta de su apego al poder y a determinados ideales.
El tiempo le acabará, como a todos los seres humanos, poniendo en su sitio. Pero no cabe duda de que ha empezado con muy bien pie, lo que no es fácil y menos en estos tiempos tan crispados y polarizados. De sus primeras palabras, expresadas en su toma de posesión y en la entrevista que concedió a este Diario, cabe deducir que es una persona, un obispo, que perdona y reconoce los errores, considera inevitables los conflictos y tiene muy claro que la sociedad que vivimos es muy distinta a aquella que vio nacer esta diócesis en 1980. Un obispo para un nuevo tiempo.
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