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Los Díez, una saga emprendedora

Jerez en el recuerdo

Un repaso a una emprendedora y prestigiosa familia jerezana del siglo XIX.

Antonio Mariscal Trujillo

04 de abril 2016 - 01:00

POSIBLEMENTE uno de los edificios bodegueros más bellos de los que todavía existen en el casco urbano de Jerez sea el de la denominada bodega Bertemati. Construida por el marqués de Misa en el siglo XIX, es un bello ejemplo de arquitectura bodeguera en nuestra ciudad. Aunque, con un estilo completamente diferente, no le va a la saga la cercana bodega El Cuadro situada en la misma calle de Diego Fernández Herrera, ni mucho menos la antigua bodega de Díez Hermanos frente a la Estación de Ferrocarril, hoy en el más completo estado de abandono y desolación.

Recientemente ha saltado a los medios de comunicación locales la noticia de la adquisición por parte de la familia Espinosa de las bodegas Díez Mérito y con ello los dos cascos bodegueros de la calle Diego Fernández Herrera citados en primer lugar. Ello nos da motivo para ocuparnos de una emprendedora y prestigiosa familia jerezana del siglo XIX, algunos de cuyos miembros iniciaron un negocio vinícola, llegando a poseer magníficas soleras y exportando sus productos a los cinco continentes. Fueron los iniciadores de la firma bodeguera Díez Hermanos.

José Manuel Díez Imbrecht

La saga de los Díez comienza con un personaje nacido en Cádiz en 1787 y asentado en Jerez llamado José Manuel Díez Imbrecht. Fue el primero que obtuvo en España un Privilegio Real para construir un ferrocarril hasta El Portal en 1828. Proyecto que no llegaría a ver la luz. Díez Imbrecht viajó cinco veces al Caribe, siendo el primero en importar la quinina, remedio muy útil y único en aquellos tiempos para combatir la fiebre y la malaria. También trajo de América y aclimató en Puerto Real la cochinilla, de la que se extraían diversos colorantes. El que fuera ministro y su amigo personal, Antonio Alcalá Galiano, lo cita en su obra, 'Memorias de un anciano', calificándolo de entusiasta liberal, pero de escasas condiciones para la política por ser "demasiado claro, franco y recto".

Luis Gonzaga Díez de la Somera

El personaje anterior tuvo dos hijos, José María y Luis Gonzaga, éste último fundó en 1844 una entidad de crédito en el lugar denominado Pasaje de San Dionisio, junto a la iglesia jerezana del mismo nombre. Por sus relaciones preferentes con los agricultores de la zona, dicha entidad se transformó en 1861 en 'Caja Agrícola de Jerez', bajo la razón social 'Díez y Compañía', entidad que con el tiempo pasaría a ser la Banca Díez Vergara S.A. y más tarde Banco de Jerez. Pero una de las facetas más destacadas de este personaje fue la de retomar el viejo proyecto que su padre no pudo realizar, tal fue el establecimiento del ferrocarril en Jerez. Tras acertadas gestiones, el 16 de agosto de 1850, consigue el Sr. Díez que le sea aprobada por el Gobierno una concesión para construir una línea de ferrocarril desde Jerez al Trocadero en Puerto Real de 27,5 kilómetros de longitud. Dicha concesión la transmitió posteriormente a una sociedad presidida por Rafael Rivero de la Tixera, quedando Luis Díez como gerente de la misma. Fue ésta la primera línea de ferrocarril de Andalucía y la tercera de España. Fue también destacada su participación en la sociedad creada para el magno proyecto de la conducción de aguas a Jerez desde los manantiales de Tempul.

Francisco Díez y Pérez de Muñoz

La vida de este jerezano nacido en 1854, hijo de José María Díez de la Somera, estuvo marcada por sus desvelos en favor de los más necesitados, labor para la que no dudó en emplear la mayor parte de su capital. En este aspecto fue uno de los fundadores de la Asociación Jerezana de Caridad, presidiendo hasta su muerte el Patronato del Asilo de San José. A él se debe también la fundación y dotación del colegio del Buen Pastor regentado por los Hermanos de la Salle y su decidido empeño para la construcción del Pantano de Guadalcacín. A causa de su recto proceder y gran personalidad Francisco Luis Díez llegó a ser una figura altamente querida y respetada por todos sus conciudadanos. En 1923 fue nombrado presidente del Consejo para la construcción del Ferrocarril de la Sierra, un sueño que a punto estuvo de hacerse realidad de no ser por los tiempos aciagos que corrieron a partir del inicio de la década de los treinta del pasado siglo cuando ya estaba casi terminado el trazado. Francisco Luis Díez estuvo en posesión de la Gran Cruz del Mérito, así como los títulos de Hijo Predilecto e Hijo Esclarecido de Jerez. Una calle de Arcos de la Frontera lleva su nombre, no así en Jerez su ciudad natal.

José Luis Díez y Pérez de Muñoz

Nació este ilustre marino el 29 de septiembre de 1851 en el número 1 de la calle Juan de Abarca. A los 15 años ingresó en el Colegio Naval de San Fernando, ascendiendo a Alférez de Navío con sólo 22 años. Por sus extraordinarias dotes científicas y técnicas en el campo de la electricidad fue nombrado profesor de la Academia Naval de San Fernando. Tras dos años en Austria perfeccionando sus conocimientos, a su vuelta a España en 1883, se le encarga la instalación eléctrica del Arsenal de El Ferrol, siendo más tarde responsable del desarrollo y montaje de todo el sistema eléctrico del submarino inventado por Isaac Peral. Murió muy joven en 1887 con sólo 36 años de edad. Estuvo en posesión de la Cruz al Mérito Naval y de la Cruz de Hierro que le fuera concedida por el emperador de Austria. Sus restos descansan en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

Pedro María Díez y Pérez de Muñoz

Nacido en 1869, gran parte de su vida transcurriría en París, donde con el tiempo llegó a alcanzar un gran prestigio comercial y personal, representando allí los negocios vinateros de su familia. Creó la Cámara de Comercio Española en París, gestionando y trabajando de manera tan acertada y con tanta eficacia en favor de los intereses nacionales que el rey Alfonso XIII como reconocimiento a su labor al frente de la citada Cámara de Comercio le concedió en 1920 el título nobiliario de Conde de las Mirandas de Santa Cruz. Fue inestimable la ayuda que durante la Primera Guerra Mundial prestó a los españoles que residían en Francia, en muchos casos de forma heroica y con riesgo patente de su seguridad. Nunca defraudó a nadie, y a todos al que a él acudía prestó socorro, refugio, comida o ayuda para volver a España.

Fue distinguido, entre otros honores con los de caballero y oficial de la Legión de Honor Francesa, comendador con placa de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, agregado honorario de la Embajada de España en París, y presidente vitalicio de la Cámara de Comercio de España en París. Falleció durante una de sus estancias en Jerez el día 12 de julio de 1935.

Salvador Díez y Pérez de Muñoz

Vino al mundo en Jerez el 23 de enero de 1858. En 1874, con 16 años de edad, se alistó en el ejército Carlista junto con su hermano Manuel, ingresando en la Academia de Artillería de Azpeitia. Prestó sus servicios como oficial de Artillería en una batería de montaña, entrando en combate en el Valle de Mena. Con el advenimiento de la monarquía en la figura del rey Alfonso XII, se exilió voluntariamente en Francia, donde en unión de su antes citado hermano Manuel inició su actividad en el negocio vinatero. Tenía 18 años cuando, desde Bayona, escribe a su padre una carta fechada el 30 de mayo de 1876 en la que pide le envíe "buen y viejo vino de Jerez". Parece ser que este envío gustó mucho a los franceses por lo que repite el pedido. Las primeras remesas de 100 pequeños barriles de una arroba se van ampliado y el negocio se extiende ahora a Marsella y luego a París. En 1889, Salvador, ya definitivamente en Jerez, compra las soleras de Ysasi y Cía, consolidando así la firma 'Díez Hermanos', la cual, en 1904, logra exportar 3.796 botas y situarse entre las más importantes bodegas de la zona de Jerez.

La ciudad de Jerez debe a Salvador Díez el poder contar actualmente con el más interesante conjunto histórico y monumental de los que posee: su emblemático Real Alcázar. Monumento que este personaje compró, reparó y salvó de la ruina, evitando así su posible derribo, dado el lamentable estado en el que se encontraba desde finales del siglo XIX. Otra de sus actuaciones acerca del patrimonio histórico de la ciudad fue la que llevó a cabo al comprar y restaurar en los años veinte del pasado siglo el Claustro de Santo Domingo. Estas joyas arquitectónicas, con toda probabilidad se hubiesen perdido arruinadas de no haber sido por su decidida participación, ya que las autoridades de aquellos tiempos poco hubieran podido hacer por rescatarlas como tantos otros legados históricos de nuestra ciudad. Falleció el 12 de febrero de 1939 a la edad de 81 años. Estuvo en posesión de la Orden de la Legión de Honor concedida por el Presidente de la República Francesa en 1924.

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