Las salas de la Coracha: otro ejemplo de hacer las cosas bien

Diario de las artes

El espacio expositivo de Málaga patrocina las muestras de la sevillana María Muñiz y el puertorrealeño José A. Chanivet

Dos artistas en plena joven madurez

Exposición de Mar Muñiz en La Coracha.
Exposición de Mar Muñiz en La Coracha.

28 de julio 2024 - 07:15

ENTRE los numerosos espacios expositivos con que cuenta la ciudad de Málaga se encuentra La Coracha, que se cita en el callejero malagueño al principio del Paseo de Reding, frente a la Plaza de Toros de la Malagueta y bajo la imponente mole que corona Gibralfaro, allí donde Málaga se mira en una historia ilustre y conserva los vestigios de un pasado esplendoroso. En realidad, La Coracha alberga dos espacios expositivos perfectamente diferenciados; por un lado el Museo del Patrimonio Municipal y dos grandes salas que, desde hace unos años, se han convertido en una extensión del CACMálaga y hasta donde llegan, de manera continuada, muestras de importantes artistas, sobre todo, andaluces.

En la actualidad, dos artistas de contundente trayectoria, contrastada en muchas y buenas exposiciones, ocupan las salas malagueñas; dos artistas de generación de buenos hacedores que se encuentran en la media carrera y que están dando mucha importancia al arte que se hace en Andalucía; dos pintores pintores, que saben lo que quieren, que saben cómo hacerlo y, además, que poseen un lenguaje bastante particular; señal inequívoca de que no son dos advenedizos llegados a esto por el incomprensible azar o los espurios manejos de los que manipulan lo artístico; son, por tanto, dos pintores en quienes confiar por solvencia creativa y justa medida artística.

Mar Muñiz

Escenografías mediatas

Mar Muñiz es artista sevillana, en plena joven madurez, lo que argumenta fielmente un estado artístico lleno de artisticidad; ha librado batallas de mucha movilidad con unos desarrollos de amplio espectro dentro de la moderna figuración. Licenciada en Bellas Artes por la Hispalense, Máster en Idea y Producción; además de Ingeniera Industrial. Posee, por tanto, formación suficiente y está asimismo, curtida en muy buenas comparecencias expositivas en Instituciones de solvencia contrastada. Si Fernando Francés ha avalado su obra y ha dado los pasos para que esté presente en la trascendente programación que él patrocina en los espacios del antiguo Mercado de Mayoristas de Málaga y, en este caso, en los de la Coracha, es porque no se trata de un advenedizo de esos que, de buenas a primeras aparecen creyéndose que están aquí cambiando los rumbos del arte o queriendo enmendar la plana a Velázquez, que de todo hay. Y como el lúcido gestor cántabro no se suele equivocar, hasta la sala de la Coracha ha llevado una exposición que nos conduce por los derroteros de una pintura figurativa que desentraña una realidad mediata que ilustra asuntos que se circunscriben a espacios emocionales tangentes a lo que la mirada habitualmente descubre.

Obra de la artista sevillana expuesta en la sala malagueña
Obra de la artista sevillana expuesta en la sala malagueña

La pintura de Mar Muñiz nos transporta a un universo en el que se hace posible una realidad emocional que metamorfosea en un doble sentido de ida y vuelta. En su obra se magnifica visualmente asuntos inmediatos, se maximiza una realidad que plantea argumentos dulces, entrañables, asequibles y que llenan un espacio en nuestras vidas; son esas fórmulas que nos hacen sentir que vivimos un estado de supremo bienestar. Sin embargo, tras el esplendor del primer momento, se adivina un entorno que puede resultar incomodo para el discurrir de una sociedad con infinitas argumentaciones. Toda la obra de Mar Muñiz está sujeta a una especia de juego infantil. De hecho, lo primero que el espectador asume en su pintura es una escenografía infantil, con muñecos, personajes salidos de series de animación –nuestros entrañables dibujitos de la infancia- que la artista dimensiona y les otorga una nueva categoría artística.

Pero en el universo de Mar Muñiz todo no se reduce a es esplendor infantil de una iconografía amable; existe mucho más. Por lo pronto se cuestionan los parámetros del entorno, ese prosaico buenismo con el que queremos enmascarar una realidad demasiado a contracorriente. Tras los dulces encuadres de su pintura se adivinan sucesos espurios, registros oscuros que entorpecen, cuando no maldicen, una realidad que se quiere bella para enmascarar las extrañas posiciones reinantes. Y es que en los ambientes creativos de esta artista hay episodios esquivos que rompen la realidad del concepto representado.

Otra de las obras de Muñiz.
Otra de las obras de Muñiz.

Junto a estas obras de marcados perfiles, que mantienen vivas las emociones felices buscando enfoques festivos que oculten las sombras existentes en la propia sociedad, con los peluches y los muñecos infantiles como mascarones de proa de una realidad que se quiere amable, nos encontramos con una serie de obras construidas sobre líneas ondulantes que, quizás, dejen entrever su formación ingeniera. Ondas electromagnéticas que serpentean en espacios cercanos abriendo perspectivas y generando inquietudes.

La exposición de Mar Muñiz es una ventana abierta a una pintura que se aleja de ese encorsetamiento que muchas veces encontramos en lo artístico. La artista sevillana recrea una existencia aparentemente feliz, supeditada a elementos cercanos a la infancia pero que posicionan miradas extrañas que condicionan y plantean nuevos argumentos ajenos a la noble mirada de un niño.

Creo que esta exposición nos sirve para el encuentro feliz con una artista que sabe lo que quiere y lo hace con un apasionado y entusiasta criterio artístico.

José A. Chanivet

Caleidoscopio de sugerencias distópicas

Este artista de Puerto Real es de los más serios hacedores con los que ha contado la plástica gaditana en los últimos años. Siempre se le ha tenido la máxima consideración porque su obra descubría a un artista total, con un domino absoluto y determinante del dibujo y unos esquemas compositivos muy bien estructurados desde esa solidez compositiva que otorga sus comienzos formativos como restaurador; además su obra patrocina una consistente capacidad distributiva salida de su poderosos trabajo como diseñador. Amalgama de cosas que permiten patrocinar una realidad artística superior donde nada se deja al arbitrio de un azar insuficiente. Desde hace tiempo está asentado en un estamento creativo de muchísimo interés. Porque es artista total, a lo largo de sus carrera, ha sabido dotar de un poderoso estamento formal y plástico a todo cuanto, en estos años, ha realizado. Chanivet se formó en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla realizando la rama de restauración, algo que ha sido muy importante para su carrera. El dominio absoluto de los materiales, el conocimiento de los mismos, la forma de afrontar cualquier situación, con una solvencia casi natural en todo lo que afronta viene, casi con toda seguridad, de esa capacidad en utilizar con contundencia y rigurosidad cualquier tipo de material.

Pintura del artista puertorrealeño autor de la muestra 'Caleidoscopio de sugerencias distópicas'
Pintura del artista puertorrealeño autor de la muestra 'Caleidoscopio de sugerencias distópicas'

Chanivet es un artista todoterreno; artista de máximos, que con mínimos elementos es capaz de magnificar la propia realidad de lo representado; sabiendo poner en cada acción lo mejor de lo mejor; con un concepto plástico total, utilizando los elementos conformadores para crear un mundo personal donde cada posición creativa configura un nuevo estamento representativo. Porque, desde siempre, la obra de Chanivet ha sido un complejo organigrama donde intervienen muchos aspectos de realidades contrarias que él funde en una escenografía en la que todo es bien admitido para que organice situaciones novedosas perfectamente imbricadas unas en otras. En sus cuadros cabe todo. Hay espacio ilimitado; una especie de cajón de sastre al que el artista acude para conformar una realidad distinta. Sus obras son de aluvión; en ellas se implican realidades distintas; se amalgaman situaciones hasta desentrañar un complejo escénico lleno de sentido -o no-. Porque en sus obras, el espectador se encuentra con series de piezas, aparentemente, informes que se funden en un caleidoscopio plástico donde tiene cabida cualquier situación.

El artista descontextualiza la propia identidad de los elementos para afrontrar un nuevo registro identificativo y, además representativo. Porque las piezas de Chanivet no son lo que aparentan; en ellas lo real y lo ficticio funden sus límites; lo presente y lo ausente pierden su inicial conformación y todo queda supeditado a un espacio iconográfico donde lo metafórico potencia su inestable concepto y los elementos pictóricos asumen una identidad absolutamente fuera de juego. Es una especie de tratado a contracorriente, muestrario distópico de elementos descontextualizados.

Otra de las obras de Chavinet
Otra de las obras de Chavinet

Ya era hora de que José Antonio Chanivet tuviera un reconocimiento en forma de gran exposición como la presente. Su trabajo, configurado desde muchos estamentos artísticos y planteado con y desde lo mejor merecía una exposición como esta. Desgraciadamente en el paisaje artístico existen muchas medianías que han conseguido alcanzar cotas que no debían ser para ellos. José Antonio Chanivet es artista grande merecedor de lo mejor. Por eso, era necesaria una muestra como ésta para dejar constancia de la fuerza de un artista que, con poco, lo alcanza todo.

Las salas de La Coracha malagueña patrocinan dos exposiciones de artistas en plena joven madurez. Es otro espléndido ejemplo de cómo en la ciudad de Málaga las cosas se siguen haciendo bien. 

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