“En los scouts he aprendido que las heridas se curan en compañía”

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Una entrevista de Marco A. Velo con el sacerdote y consiliario diocesano del Movimiento Scout Católico Jesús Castro Simancas

“En los scouts he aprendido que las heridas se curan en compañía”
“En los scouts he aprendido que las heridas se curan en compañía”

25 de abril 2022 - 02:00

Posee la virtud impagable de la sonrisa, ese don tan generoso y tan rebosante de empatía. Es un sacerdote joven, simpático, culto, moderno y servicial. Siempre entregado a la dicha de saberse en compañía de Jesucristo. Nunca dice nones cuando de evangelizar se trata. Nos atiende como consiliario diocesano del movimiento scout. Y nos habla de los jóvenes y del tiempo libre. Y de la necesidad imperiosa de la escucha.

¿En qué lecturas anda ahora inmerso? ¿Cuáles son sus escritores de cabecera?

Me gusta mucho la vida de los santos. Ahora mismo estoy leyendo la vida del cardenal Newman, un pastor anglicano que se convirtió al catolicismo durante el siglo XIX y que tiene una gran relevancia en el Concilio Vaticano II. Mi libro de cabecera es la Sagrada Escritura. Pienso que es importante conocer la Palabra de Dios y meditarla hasta hacerla interior de uno mismo. Esto no es solo para los sacerdotes, sino también para cualquier cristiano.

¿Escribe usted con frecuencia? ¿Le gusta cultivar la escritura?

La verdead es que no. Cada cual tiene sus talentos, y el de la escritura no es el mío. Sin embargo, si tuviera que decir alguna cualidad mía, creo que sería la escucha. Me encanta escuchar. Hay ocasiones en las que las personas no quieren una respuesta, sino que se escuche su problema, su queja o su alegría. Una de las cosas que he podido comprobar durante la pandemia es que hace falta una pastoral de la escucha, en el acompañamiento a cualquier persona, sin discutir, replicar o responder a la nada, solo prestando atención al que necesita desahogarse.

¿Qué es el Movimiento Scout Católico, del que usted es consiliario diocesano?

Creo que es de sobra conocido este tema, y el que quiera saber más puede consultar en internet todo lo que quiera. Lo que sí podría decir es que para mí. En los scouts he aprendido a ser generoso, la importancia del servicio, que las heridas se curan en compañía, que las alegrías se comparten, a la recompensa del trabajo y el esfuerzo. Y todo esto en compañía de Jesús. Estoy seguro de que no soy el único. Hay muchos más que como yo han crecido en este ámbito. Y más que vendrán.

¿Las funciones de los scouts son a día más necesarias que en otras épocas?

Siempre. El fin último del escultismo es educar a personas libres, críticas y comprometidas con la fe en el momento historia que les ha tocado vivir. Esto siempre es necesario. Indiferentemente del momento histórico en el que se realice esta pregunta.

¿Por qué es beneficioso que el tiempo libre se invierta en este tipo de educación integral que propone el movimiento scout?

Hoy en día los chavales no paran de hacer cosas: clases particulares, deportes, catequesis, incluso sesiones de terapia. Muchas veces no dejamos a nuestros hijos disfrutar de su tiempo libre. El escultismo abarca todos estos ámbitos y más. El valor del trabajo, del esfuerzo, de las cosas materiales y espirituales, de la amistad, del apoyo en momentos difíciles, son cualidades que el escultismo ofrece. Y si además se añade un ámbito de fe, de oración y de cercanía con Cristo, mejor todavía.

¿Cómo deben vivir la Pascua los cristianos?

Con alegría. Dios envió a su único Hijo para que todos podamos resucitar con Él. La tumba vacía de Jesús es la mejor noticia que una persona triste y desesperada puede recibir. Los apóstoles y las primeras comunidades cristianas se preocuparon de que esa noticia traspasara espacio y tiempo. Si fuera mentira, ¿seguiría la Iglesia viva? Yo creo que no. Esto es obra del Señor y por eso debemos estar contentos.

¿Hay motivos para la alegría?

Sí. Siempre. El papa Francisco dijo al principio de su pontificado que no quería a cristianos con cara de vinagre en misa. Todos hemos vivido momentos duros en los últimos años, muerte de seres queridos, pérdida de empleo, soledad, guerra… Pero el amor de Dios es mucho más grande que todo eso. Y aunque a veces podamos estar cabizbajos, la alegría de sabernos salvados y resucitados algún día por Cristo, debe ser razón suficientes para no tener miedo a nada, incluso a la muerte.

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