Un señor del jerez
Beltrán Domecq es la diplomacia personificada, un dandy del mundo del vino, para el que nació predestinado por su estirpe bodeguera y un apasionado de los vinos de Jerez a los que profesa una devoción contagiosa
No tiene una mala palabra para nadie, ni nadie tiene una mala palabra para él. Beltrán Domecq es la diplomacia y la educación personificadas. Los que han tenido el privilegio de acudir a una cata dirigida por el candidato a presidente del Consejo Regulador del vino elegido por unanimidad del pleno de la institución caen bajo su embrujo para terminar contagiándose de su pasión por los caldos jerezanos.
Escribía un internauta en un foro en la red que Beltrán Domecq despertó su afición por los vinos de Jerez en una cata maridada en Madrid, una experiencia inolvidable, en palabras de este consumidor entregado a la causa, por "uno de los señores del Jerez", y cabría añadir que con un don de gentes fuera de lo común.
Sin duda, Beltrán Domecq Williams González es un señor del jerez, heredero de una amplia estirpe con raíces en tres de las principales firmas bodegueras del Marco. Es un caballero de estos "míticos" vinos, como suele calificarlos, a los que a partir de ahora seguirá defendiendo a capa y espada al frente de la institución que representa los intereses genéricos del sector dentro y fuera de las fronteras españolas, terreno en el que este enólogo y químico jerezano nacido en 1946 se mueve como pez en el agua.
El dominio de idiomas le acompaña desde su tierna infancia, pues no en vano el propio Beltrán Domecq relataba hace un año a este periódico con motivo de la presentación de su libro 'El jerez y sus misterios' (EH Editores): "Mi vida desde que nací ha estado dirigida hacia ese mítico vino; me enseñaron a hablar en español e inglés al mismo tiempo, en primer lugar porque el inglés es la lengua de mi madre -Ana Cristina Williams- y su familia pero, sobre todo, porque Inglaterra era el primer país de exportación de nuestros vinos".
Efectivamente, en la escueta biografía que se incorpora a la solapa de su última obra, se subraya la condición de bilingüe de este licenciado en Ciencias Químicas y Enólogo, quien cursó estudios preuniversitarios entre España e Inglaterra y completó su formación académica con varios cursos de su especialidad en Burdeos, Borgoña y Coñac.
Su labor profesional comenzó en la bodega familiar de Williams & Humbert y prosiguió en las bodegas Domecq, donde ocupó puestos de responsabilidad tanto en el departamento de producción de los vinos y brandies de Jerez, como en el plano comercial y de las relaciones públicas.
Autor de numerosos artículos y publicaciones técnicas sobre los caldos y la bebida espirituosa jerezana, su pasión por la enología la heredó de su padre, Beltrán Domecq González, y la engordó, ya en bodegas Domecq, bajo el padrinazgo de su tío José Ignacio Domecq González, cariñosamente apodado en el sector como 'La nariz'.
Sobre su vinculación al mundo del vino cuenta Beltrán Domecq en una entrevista -v. Diario de Jerez, 24 de junio de 2010- que "el jerez ha estado en mi alrededor desde que nací. Mis padres procedían de dos familias bodegueras y ejercían siempre como embajadores, ya sea en casa o en el extranjero. Mi padre viajaba siempre con cajas de vino de Jerez por si donde iba, no las hubiera, además de como regalo para sus anfitriones, pero yo tiendo a pensar que era lo primero".
El propio Beltrán narraba el día de la presentación de su libro que su acercamiento al brandy fue algo más tardío, ya que "a mis hermanos y a mí nos prometieron mis padres que, si llegábamos a los 21 años sin haber bebido bebidas destiladas, nos darían un premio de 500 libras esterlinas, cantidad nada despreciable y que logré obtener a base de mucho sacrificio, ya que en las reuniones de amigos y salidas nocturnas, era el único que bebía vino, sobre todo de Jerez". La experiencia, sin embargo, le sirvió para aprender que "una buena educación en el beber en casa es fundamental", principio que casa con el actual mensaje del consumo moderado.
En el ejercicio de su profesión ha recorrido el mundo y conocido otras regiones productoras como Tomelloso y Rioja, dentro de España, y Méjico, California y Filipinas, en el exterior. Y con las catas, la lista de ciudades españolas y extranjeras, fundamentalmente de Inglaterra, Estados Unidos, Holanda y Canadá, es interminable.
Los que mejor le conocen hablan maravillas de Beltrán Domecq, entre ellos César Saldaña, director del Consejo Regulador quien en el prólogo del último libro del ya presidente del vino -a falta sólo de que se publique su nombramiento- expone que "Beltrán Domecq es el perfecto cicerone para quien desee emprender el viaje del conocimiento de los vinos de Jerez (...) un viaje lleno de emociones, porque el Jerez es un vino que enamora".
El amor por los vinos de Jerez es una constante en la vida de Beltrán Domecq, una forma de vivir y lo demuestra en cada momento, como cuando se ofreció desinteresadamente a reponer los vinos de la 'bodeguita' del Ayuntamiento a fin de agasajar con un jerez, en condiciones, a los ilustres invitados en la que es la casa de todos los jerezanos.
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