De Sevilla a Granada: música española en el Villamarta por la Orquesta Álvarez Beigbeder
La formación jerezana ofreció en Jerez un repertorio de maestros españoles como Joaquín Turina, Ruperto Chapí o Jesús de Monasterio
Marcos Pérez, ganador de la quinta edición del Festival de la Canción de Priego de Córdoba
Teatro Villamarta, domingo 17 de noviembre de 2024. Concierto por la Orquesta”Álvarez Beigbeder”, dirigida por José Colomé. Obras de Turina, Bretón, Chapí y Monasterio. Aforo: Media entrada.
La música clásica española o nacionalista, según las corrientes estéticas que fluyen en la Europa del Romanticismo, ha gozado, en general, de gran difusión y prestigio, especialmente la que se desarrolla entre la última década del siglo XIX y las primeras del siglo XX (un poco tarde con respecto a nuestros vecinos del continente). Dentro del repertorio de estos años apasionantes, que, en general en el mundo cultural fueron tan prolíficos, se sucedieron autores de diferente valía y predicamento, primando siempre algunos compositores sobre otros en función de su mayor o menor aceptación allende nuestras fronteras y del prestigio ganado fuera de ellas.
La primera división de esta línea compositiva es obvio que les pertenece de pleno derecho a los maestros Albéniz, Falla, Granados o Turina, que son los más aceptados por todos los expertos como las cimas del repertorio sinfónico español, que consiguieron aunar el rico folklore patrio con el lenguaje académico más internacional. En la segunda categoría de esta selección figuran otros autores como Tomás Bretón, Ruperto Chapí o Jesús de Monasterio, que, sin llegar a las cumbres antes citadas, lograron sin duda dar forma a una música de tintes nacionales, basada en la quintaesencia de la melodía popular. En la inagotable bibliografía existente tiene un protagonismo esencial la música dedicada a uno de los mitos románticos por excelencia: la ciudad de Granada y su monumento más emblemático y soñador: la Alhambra.
La propuesta de la Orquesta 'Álvarez Beigbeder' para su concierto en el Teatro Villamarta este pasado domingo giró en torno a este repertorio tan decisivo para el desarrollo de la cultura musical de calidad en nuestro país. Las obras programadas fueron La procesión del Rocíoop. 9, y el tercer número de las Danzas fantásticas, op. 22, la célebre Orgía, ambas de Joaquín Turina (el autor más moderno) junto con las obras de Bretón, Chapí y Monasterio. El conjunto ofreció buenas versiones de estas obras, bajo la esforzada y voluntariosa dirección de José Colomé, aunque en general faltó algo más de flexibilidad y pasión en las interpretaciones. Destacaron a un buen nivel los solistas en cada uno de sus cometidos.
La interesante obra de Chapí (que es casi una sinfonía) Fantasía morisca fue sin duda lo mejor del concierto, donde la Beigbeder se sintió más cómoda y expresiva. Hubo mucha precisión, concentración y contraste en cada uno de los cuatro interesantes movimientos que componen esta obra, donde el maestro de Villena volcó toda su inspiración y sapiencia musical. La obra del compositor cántabro Jesús de Monasterio, Adiós a la Alhambra, para violín y orquesta, contó con una delicada ejecución de la formación al acompañar a la siempre segura solista Colette Babiaud, integrante asimismo de la Orquesta como violín primero.
Lo más arriesgado del programa serían sin duda las obras de Joaquín Turina, escritas originalmente para orquesta sinfónica, aunque la Beigbeder las presentó con una plantilla reducida. Faltaban los instrumentos de viento previstos en las partituras originales, tanto en la Orgía, como en La procesión del Rocío. Y se notó, pues la brillantez de estas obras turinescas se basa en gran parte en ese despliegue de timbres de los instrumentos de viento.
El espacio insalvable que media entre Bretón, Chapí y Monasterio (que pertenecen a una generación anterior) y el maestro sevillano Joaquín Turina, genuino representante del mejor y más universal repertorio sinfónico español no puede uniformarse mediante una plantilla orquestal con semejantes limitaciones, pues supone una evidente merma en la puesta en escena de estas obras tan fundamentales y señeras de nuestra gran música nacional.
Las palabras del director José Colomé, dichas poco antes de volver a repetir la danza fantástica programada, fueron plenamente acertadas y justificativas del propósito de un concierto que, de no haber sido por las carencias reseñadas, podría haber sido modélico. Y es de entender que las limitaciones presupuestarias y la propia dinámica profesional en la que se mueve esta orquesta jerezana le obligue a realizar estos delicados equilibrios. Esperemos que en la próxima ocasión el repertorio elegido concuerde de manera perfecta con los músicos disponibles en la plantilla.
Temas relacionados
No hay comentarios