El sherry y sus 'bastardos' anglosajones
Entre copas (la página del vino)
Recordatorio de la 'larga marcha' para acabar con las falsos jereces tras el acuerdo de la UE con Australia ·Estados Unidos y Nueva Zelanda, los países con una solución más lejana
El arreglo de la Unión Europea con Australia para que a medio plazo su sector vinícola deje de utilizar términos como 'sherry' (y otras grandes denominaciones de origen europeas, como champagne, oporto, chablis, etc) es un paso más en el duro camino de reclamaciones que la Europa continental tiene planteadas desde hace muchos años -en el caso de Jerez desde los años 60 del siglo XX- con lo que técnicamente se puede definir como el mundo anglosajón (Gran Bretaña, Estados Unidos, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia), al que le cuesta reconocer el concepto de denominación de origen y que, por lo general, interpreta como semigenéricos nombres como 'sherry' y entiende la calidad en relación con el producto acabado.
Tampoco la palabra 'sherry' (inglesa, aunque de demostrada raíz hispano-árabe) ha ayudado mucho a la identificación de ese vino secularmente internacional con un rincón concreto de Andalucía, con una clara tendencia además a entender como tal un vino dulce de alta graduación alcohólica entre la gente menos ilustrada en mundo, ya que las clases ilustradas de estos países siempre han tenido muy claro de donde proviene el auténtico.
En definitiva, el Marco de Jerez estima en unos 18-20 millones de botellas la producción de sucedáneos que se producen en el mundo (casi todo californian sherry y canadian sherry), con el consecuencia perjuicio para las ventas del auténtico jerez y también para su imagen, ya que algunos de estos vinos son auténticos bebedizos.
Gran Bretaña, como es lógico, tanto por conocimiento de la realidad europea como por su entrada en la UE en 1971 (por entonces Comunidad Económica Europea, CEE) y, sobre todo, por el hecho de no ser un país productor fue el primero en avenirse a razones, pero mantuvo casi hasta mediados de los 90 el uso de 'british sherry', luego definitivamente reconvertido en 'british fortified wine'. Aunque Gran Bretaña no tenía viñas (todavía no se habían producido las primeras consecuencias del cambio climático, por lo que no había viñedo en Sussex, como ocurre ahora) el vino venía de países productores de su área de influencia, como Chipre (incluso hubo cyprus Sherry) o Malta o simplemente -las más de las veces- se elaboraba y sigue elaborando ahora como 'fortified' a base de mostos concentrados y alcohol.
Desde los acuerdos con Gran Bretaña hasta la firma con Australia este mismo lunes se han sucedido varios convenios -siempre en el seno de la Unión Europea- con otros productores de sucedáneos (Estados Unidos, Canadá y Sudáfrica) y por el momento no ha sido posible con Nueva Zelanda, ni siquiera contactos serios. Los acuerdos con Canadá y Sudáfrica son tal vez los más redondos para el sector. El acuerdo con Canadá data de 2003 y prevé un período de adaptación hasta 2013. Estos vinos se hacen en la zona de Niágara y suponen 4 ó 5 millones de botellas (las exportaciones de jerez a este país, por contra, andan por las 600.000 botellas).
En Sudáfrica se ha producido una especie de 'rescate' de las denominaciones y tipologías europeas a cambio de ayudas para la reconversión de la industria (aunque sea en sus nombres). La palabra 'cape' ('cabo', por el entorno de Ciudad del Cabo), ha ido sustituyendo poco a poco a 'sherry', aunque se mantienen las tipologías como 'cream', 'medium', etcétera, que va a ser muy difícil que desaparezcan. Jerez exporta unas 100.000 botellas para una producción de falso sherry estimada en 1 millón de botellas.
Por último, hay que hablar de Estados Unidos, en el que la última Wine Accord dejó la cosa en tablas al seguir considerando 'semigenéricas' a muchas de las denominaciones de origen europeas. Ya no se permiten más fabricantes, pero en Estados Unidos la propiedad es la propiedad... Además, el cambio de gobierno no va a favorecer que en los próximos años se retomen los contactos con la autoridades europeas. En Estados Unidos se producen entre 10 y 12 millones de botellas de falso sherry, casi todo procedente de California. Por contra, Jerez exporta algo más de tres millones de botellas y no hay que decir la importancia que tiene -tendría- para el sector este mercado.
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