La sinceridad provocativa como seña de identidad

Educación

Ana Barriga.
Ana Barriga.
Domingo Martínez González

12 de noviembre 2024 - 03:16

Pregunta.–¿Qué tiene de especial tu último trabajo?

Respuesta.–Creo que mi obra ya tiene un punto de madurez, de reflexión, de experiencia pero con ese otro aspecto salvaje de ‘loquilla’ que me identifica. Se trata de un proyecto que hace tiempo que tenía ganas de hacer y eso que se iban complicando las cosas con elecciones en EEUU incluso de por medio. La balanza creativa se va inclinando hacia ambos lados y se compensa, se suelta lastre y se avanza hacia nuevos logros creativos. Toda mi vida se refleja en los títulos de mis exposiciones. Me crié en Cuartillos en mi mundo imaginario y en plena naturaleza y, cuando salí al mundo, todo me pareció mucho más salvaje y estaba lleno de “dinosaurios, robots y galletas” o “la civilización del maní (el dios cacahuete)” con exposiciones en Alemania, Londres o Nueva York. Siempre jugando con los conceptos del poder, la suerte, el destino…todas esas cosas que nos preocupan y le damos tantas vueltas a la cabeza, cuando realmente todo resulta sencillo, es decir, la fugacidad del momento es la clave.

P.–¿Qué aconsejas a quienes se plantean iniciar el camino del mundo del Arte?

R.–Que espabile, puesto que esto es un camino lleno de obstáculos y lo suficientemente grandes como para dejar a mucha gente en el trayecto, pero que se puede lograr y hay mercado, hay interés y hay necesidad. Claro está que requiere mucho esfuerzo y no se acaba nunca. Te tienes que dedicar al ‘malabarismo’ y ‘vender la chancla’ si hace falta, pero no como una cosa de soberbia sino que tienes que creer en tu verdad. Ahora hay una competencia que es brutal y la juventud está muy preparada.

P.–¿Te parece que hay mucho ‘copieteo’ (apropiacionismo y demás) en esto del arte actual?

R.–Eso son ‘bendiciones’ todo el rato y todo el mundo trata de imbuirse del trabajo ajeno interesante. Lo bueno es reinterpretar lo que se aprende.

P.–¿Qué sientes al expresar tu mundo interior mediante la pintura?

R.–Es una manera de ser y estar. Es inevitable reinventar y plasmar tus vivencias en tu obra. Cuento mi vida y mi manera de ser. Por ejemplo, en esta última exposición ‘Cartas a mi sirena’ me refiero a mi madre, esto es la primera vez que lo cuento y pienso que he pintado mas bonito que nunca porque me ha hecho buscar dentro de mí como nunca antes. Para mí mi carrera es muy importante, pero el pico de la pirámide es mi familia, pues me lo han dado todo y encima nos queremos y nos caemos bien.

P.–¿Cómo ha sido tu evolución personal y formativa?

R.–Yo dejé los estudios en un momento temprano y me puse a trabajar y fue el dueño del bar ‘La Zarzamora’ en el que yo trabajaba el que me inscribió en la Escuela de Arte de Jerez, donde inicié realmente mi formación artística en el ciclo de Ebanistería. Después vinieron las Escuelas de Cádiz, Sevilla y la Facultad de Bellas Artes. En mis inicios tenía más intuición que preparación, pero aprendía mucho y me interesaba todo el proceso. Todo suma, te crees que no has estado rodeada de ambiente artístico pero al reflexionar te das cuenta de que tu padre diseñaba los mecanismos que necesitaba para su profesión y tu madre los patrones para vestir a la familia y vas descubriendo una magia que te ha hecho ser quien eres.

P.–¿Qué consejos te daban en la familia?

R.–Siempre fueron y siguen siendo críticos con mi obra pero me han dado en todo momento libertad absoluta. Nos decían que hay que ser buena persona y, a partir de ahí, hacer lo que te apetezca. En mi contexto, en una zona humilde, no había gente que se planteara ir a la universidad o hacer un Máster. Yo no daba un duro por mí y ahora estoy en un momento interesante, pero estaré siempre dispuesta a afrontar lo que venga y buscarme la vida trabajando como he venido haciendo.

P.–Ahora estás en un nivel ‘estratosférico’ artísticamente hablando.

R.–Disfruto de un regalo, un reconocimiento generalizado de especialización profesional que me permite participar en las principales ferias de Arte a nivel mundial, pero te tienes que crear y deshacer continuamente.

P.–Tu obra resulta empática y a la vez inquietante, hay un lado cándido y dulce pero aderezado con toques ‘marginales’ provocadores, ¿no?

R.–Me encanta introducir elementos ‘gamberros’ en mis obras, producen una reacción de aparente contradicción y de sorpresa algo perturbadora incluso en algunos de los galeristas que me representan. Reivindico el ‘veneno’ para que mis pinturas no pasen inadvertidas. “Yo te construyo y yo te destruyo”. La valentía empezó por el desconocimiento sin tener ni idea de la repercusión que tendría todo esto. Y ahora parece que toca dejarse llevar por la inercia. Creo en el circuito del arte pero exijo reciprocidad.

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