Suprema evocación gaditana

DENTRO del marco de las Fiestas de la Vendimia, la temporada artística de los Claustros de Santo Domingo inicia su andadura con la exposición ‘Cádiz, viento, mar y vino’ de la artista, nacida en Málaga y afincada en Madrid, Mariola Naranjo. La bella sala De Profundis del antiguo convento dominico acoge una exposición de pintura, realizada ex profeso para el espacio, con obras que desentrañan la esencia del viento, del mar y del vino; obras que dejan traslucir el amor hacia este rincón gaditano donde gran parte de su razón de ser se suscribe bajo estas tres premisas que encierran la realidad existencial de un territorio único.

La exposición configurada con todo tipo de materiales pictóricos y extra pictóricos – arena, tierra de albariza, sal de las salinas, albero de las propias bodegas, vino de Jerez...- patrocinan un desarrollo artístico que deja entrever la referencia absoluta con estos tres conceptos que suponen la génesis iniciática de una existencia marcada por esos tres elementos dominantes .

La pintura de Mariola Naranjo transcurre en un segmento artístico entre una figuración muy matizada y una abstracción sucinta que abre las perspectivas plásticas para entroncar con un muy abierto conceptualismo donde la propia forma queda supeditada a un poder evocador magnificado desde la contundente fuerza de los pigmentos y la materialidad poderosa de los registros paraartísticos.

La pintura expuesta nos va a conducir por un espacio de mínimos representativos, donde todo se abre a la entidad evocada. El viento de levante y el viento de poniente, generadores de una realidad que en el contexto general de la provincia de Cádiz es tan determinante; la extrema luminosidad de las Playas de El Puerto o de Zahara; la suprema potestad del vino al que la artista homenajea desde sus más variadas posiciones, empezando por la viña hasta el bullicio festivo del tabanco pasando por la eternidad silente de la bodega donde madura ese enigma natural bajo un velo de flor. Todo en justo acercamiento a una zona que mediante el valiente desarrollo plástico de una pintura abierta donde lo real queda condicionado a la potencia formal de una plástica sin sujeciones y con un entusiasta grado de expresionismo actuante, tanto en la tenue situación figurativa como en la evocación abstracta.

En los Claustros de Santo Domingo nos vamos a encontrar con una pintura pasional, no adscrita a simplezas compositivas, avalando un poderoso juego de texturas que marcan las pautas para la ensoñación evocada de un Cádiz sujeto a los eternos elementos del viento, del mar y del vino.

La exposición permanecerá abierta hasta el 28 de septiembre en el horario habitual de la sala: martes a viernes de 10 a 13 horas y de 19 a 21 horas. Sábados de 9 a 13,30 horas. Domingos, lunes y festivos cerrado.