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¿Quién teme al lobo feroz?

Educación | Literatura infantil y juvenil

¿Quién teme al lobo feroz?
Gemma García de Lamo - Bibliotecaria y Máster en Libros y LIJ por la UAB

12 de noviembre 2024 - 03:07

Hace mucho, mucho tiempo, contadas al amor de la lumbre, las historias de lobos no eran cuentos, eran sucesos reales. El lobo representaba un peligro sufrido diariamente por el pueblo.

El animal, astuto y sigiloso, salía del bosque o bajaba del monte buscando sustento, aullaba a la luz de la luna, mientras esos pastores y campesinos contaban historias alrededor del fuego.

Cosas que pasaban en los siglos XVII y XVIII, cuando los hermanos Grimm y Charles Perrault recopilaron cientos de estas historias que se iban transformando en leyendas, y convertían al lobo en el malvado lobo feroz, una figura que simbolizaba lo salvaje, lo oscuro, lo desconocido, por más cercano que se tuviera.

Pero ¿tiene sentido hablar de lobo feroz en el siglo XXI? ¿A quién le puede trasmitir miedo una criatura tan entrañable como el lobo? ¿No es hoy día una especie protegida, familia de la mascota más fiel conocida como el ‘mejor amigo del hombre’? Y es que en el andar de la historia, el romanticismo hace de las suyas con este bello animal. En ‘El libro de la selva’ se le atribuyen valores como la honestidad y la confianza. En ‘Colmillo blanco’ el lobo es ya un símbolo de libertad y de respeto.

Y pese a todo, si hablamos de literatura infantil “el lobo feroz” sigue manteniéndose en el imaginario colectivo como el malo más famoso de los cuentos. Comparte su fama con el ogro, la bruja o la madrastra. Sin embargo, me atrevería a decir que en estos casos de malos con forma humana, cada uno es diferente dentro de su cuento. La madrastra de Cenicienta no es la misma que la de Blancanieves. O la bruja de Hansel y Gretel no es la misma que la de la Bella Durmiente. Pero el lobo de los cuentos no es este o aquel lobo, sino que es “el lobo”, el mismo que persigue a Caperucita, a los cerditos o a los 7 cabritillos. 

Y en su afán de proteger a la infancia de experiencias que les lleven a pasar un mal rato, la sociedad adulta transformó la figura del lobo de cuento, pese a que ya no daba miedo a nadie sino que era protegido y visitado en aulas de naturaleza. Por si no fuera bastante que en los cuentos tradicionales siempre acabara burlado por los cerditos o muerto por el cazador, la literatura infantil actual ha creado no pocas versiones del lobo ridiculizado a más no poder. Un lobo sin dientes, un lobo vegano, un lobo en camisón, o en calzoncillos, un lobo sentimental. A ver, que versionar un cuento dándole la vuelta a la tortilla está muy bien, pero al pobre lobo me lo han dejado ya como personaje cómico privándole de su ferocidad completamente. ¿De verdad había que llegar tan lejos?

Algunos autores le han dado la vuelta a los cuentos tradicionales y han hecho obras magistrales, como La verdadera historia de Caperucita Roja de Antonio Rodríguez Almodóvar y que nos muestra a una niña capaz de salvarse por sí misma gracias a la astucia. Otros han revertido la historia mostrando el punto de vista del lobo. La verdadera historia de los tres cerditos tal y como se la contaron a Jonh Szcieska nos muestra la versión del narrador-lobo, algo cabreado con la imagen que de él se ha mostrado. En Boca de lobo Fabián Negrín da voz a un narrador-lobo que nos cuenta su punto de vista en el cuento de Caperucita roja donde ni siquiera pretende convencernos de su inocencia.

Estoy completamente a favor de estas versiones. Pero una cosa es versionar, y otra ridiculizar al personaje hasta hacer desaparecer toda su esencia, hasta desposeerle de su condición de símbolo. Según Eva Martínez, maestra y terapeuta, “Para la salud emocional de un niño, es mucho más fortalecedor sentir el aliento del lobo en el cogote y ser capaz de matarlo, que convertir al lobo en un amable vegetariano de golpe y porrazo” (Bajo la piel del lobo, Graó, 2017). Por favor, un respeto para nuestro malo de cuento más entrañable.

Reseñas de libros

Loba.

Loba

El suave ritmo de las palabras, junto a la geometría de las ilustraciones, crean una atmósfera sorprendente en el camino que recorre la loba hasta la cueva a través del bosque. Un álbum con un carácter poético que destaca por su originalidad y el gran espacio que deja a la imaginación del pequeño lector. 

El último lobo.

El último lobo 

El pequeño Milo es el encargado de acabar con el último lobo, pero cuando lo descubre, algo cambiará en él. Sentimientos que superarán la histórica hostilidad humanos y lobos. Las evocadoras ilustraciones, que combinan los tonos azules y rojos al hilo de la historia, hacen de este libro un canto al pacifismo y el amor por la naturaleza.

La feroz enciclopedia de lobos.

La feroz enciclopedia de lobos

Perrault envía a los tres cerditos este catálogo de lobos con el objetivo de sustituir al lobo feroz del que ya están hartos. Y así, nos presentan a presentan a 25 lobos a cuál más divertido: El lobo feo, el lobo de mar, el lobromista, el Sherlobo Holmes… Cada uno con su índice de peligrosidad y sus habilidades.

No pierdas de vista al lobo.

No pierdas de vista al lobo

El lobo ha desaparecido a mitad del cuento, así que ni los cerditos, ni Caperucita, ni los 7 cabritillos, ni el pastor mentiroso se lo encuentran en su camino. ¿Dónde estará? Los expresivos dibujos a tinta china son de nuestro gaditano Enrique Quevedo que tanto nos gusta. Un cuento donde queda claro que el lobo, en los cuentos, es imprescindible.

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