El otro 'tío Pepe'
ANÉCDOTAS DEL JEREZ. GENIO Y FIGURA
La vida del bodeguero José Lozano Emigró con su hermano a México y fue tío abuelo del Nobel Octavio Paz

De lo más alto al más profundo pozo. Si el mercado del jerez había alcanzado su punto culminante a mediados del XIX, la caída del sherry a finales de ese siglo fue tremebunda. Varios factores influyeron a la vez, algo a lo que ya me he referido en anteriores páginas: las pésimas imitaciones del jerez, los vinos de muy baja calidad que se hacían desde Jerez en los tiempos de auge; los ataques ignorantes de algunos médicos sobre los supuestos perjuicios de beber jerez, el capricho de la moda y, por fin, la devastadora plaga de filoxera que asoló en 1894 los viñedos jerezanos.
El comercio se encontraba en su punto más bajo. Un efecto combinado de esos factores barrió del callejero muchas de las más de ochocientas bodegas radicadas en Jerez al paraguas de la edad dorada del vino. Los bodegueros estaban hambrientos y muchos emigraron. La singular vida de José Lozano y Candón, un bodeguero, almacenista y exportador natural de Medina Sidonia, transcurrió en aquella época pero es complicado determinar exactamente los motivos que le llevaron a abandonar el país para instalarse en México, donde se encontró con la muerte a la tempranísima edad de 48 años.
Todo comenzó en la vecina Medina Sidonia, donde aún se mantiene el apellido Lozano. El primer Lozano que se asentó en Medina lo hizo a finales del XVIII y procedía de Arcos. Se llamó José María de la Pastora Lozano, que llegó a la ciudad para ejercer su profesión de organista en la iglesia de Santa María la Coronada. Gracias a su virtuosidad al frente del coro, José María Lozano encontró su pareja en la asidonense María Luisa Josepha del Rosario, hija del segundo sochantre, Hipólito Benjumeda, y de vejeriega esposa María Antonia de Cárdenas.
'Paulita invierte'
Pasaron los años hasta que en 1861 vio la luz José Lozano Candón. Hijo de Francisco de Paula Lozano Rubio, tuvo dos hermanos, Emilio y Francisco de Paula. José mostró inquietudes por el mundo del vino y se estableció en Jerez, en el número 9 de la calle Doctrina con la firma 'José Lozano y Cía'. Algo después, traslada sus bodegas y alambiques a la calle Valdés de El Puerto. Al negocio se une su hermano Emilio, cambiando su denominación a 'Lozano y Cía'. En marzo de 1887, José casa con la jerezana Isabel Jiménez Medina. Su hermano Emilio casó, por su parte, en Jerez en diciembre de 1981 con Concepción Delgado, Conchita, de origen jerezano. Conchita era hija de José Delgado, jerezano él, y de Leonor del Valle, partiendo rápidamente ambos para encontrarse con su hermano José en México. Acompañaba a José su mujer Isabel, que le había dado cuatro hijos al bodeguero: Josefa y Emilio, que habían nacido en Jerez, y María e Isabel, que lo hicieron en El Puerto.
Y es así cómo José, o el 'tío Pepe', como le llamaban sus amigos y parientes, se abraza a su hermano Emilio al reencontrarse en un México que se encontraba en plena revolución. El apodo de 'tío Pepe' guarda una curiosa anécdota: José lo utilizó para una especialidad de sus vinos. La Casa González Byass le denunció por un delito de "defraudación de la propiedad intelectual" al entender que el término 'atacaba' a su denominación registrada de 'Tío Pepe'. Pero, finalmente, José quedó exonerado al apreciar la judicatura que la etiqueta de Lozano "se diferenciaba notablemente" de la marca de los González.
En Ciudad de México, José ya está instalado en el número 1 de la calle Don Juan Manuel. Mantiene un negocio de nombre 'Cantina y Billares Vista Alegre', en la calle San Juan de Letrán. Desde allí, mantiene contactos con sus proveedores jerezanos 'Manuel Fernández' o 'Ragel Hermanos' y otros muchos de Sevilla, Logroño, San Sebastián o Burdeos. En el patio de embotellado y bodega del 'Vista Alegre' se encuentra de todo: Vinos franceses y de Jerez, Málaga, malvasía, tintos de mesa, anisados, cognac, vermouth, vinos para consagrar ... junto con un coqueto café-restaurante. Allí trabajaron duro los dos hermanos mientras Francisco de Paula esperaba noticias de los suyos en Medina. La correspondencia tuvo que ser intensa. Cuando le enviaban mucho dinero, José y Emilio avisaban a su hermano: "Paulita, invierte". Y Paulita invertía e invertía, hasta hacerse con un buen puñado de fincas en las cercanías de la ciudad.
Vuelta a Medina
La vida de los Lozano transcurrió con absoluta normalidad en México. Emilio tuvo cuatro hijos con Conchita, uno de ellos de nombre Josefina, que nació en la localidad de Mixcoac. Inesperadamente, José falleció a corta edad y fue enterrado en el Panteón Español de la capital mexicana. Años después, la viuda y su hijo Emilio decidieron volver a España y se establecen de nuevo en Medina, donde tenían ya su futuro garantizado gracias a Paulita. Emilio debió ser persona divertida. Amante del teatro, los torosy la ornitología, era una personalidad en Medina, donde era conocido como 'Emilio el mejicano', y hasta no hace mucho igual que a uno de sus hijos, Manuel Lozano Benítez, farmacéutico de la calle Sanjuán de Medina.
Emilio y Conchita permanecieron, sin embargo, en México hasta su muerte en la ciudad de Puebla, en 1933, y con pocos meses de diferencia. Aquí aparece entonces una de sus hijas, Josefina, que tendrá un papel principal en esta historia.
Josefina Lázaro Delgado había nacido en México, como se dijo más arriba; conoció a un tal Octavio Paz Solórzano, se enamoraron y casaron. Fruto de este matrimonio nació el pequeño Octavio quien, con los años, llegó a convertirse en Premio Nobel de Literatura.
El primer Paz que llegó a México procedía de Extremadura. Era Rodrigo Paz, hijo de Inés, prima hermana de Hernán Cortés, que acabó instalándose en Jalisco tras sufrir muchas vicisitudes. El padre del aclamado escritor, Paz Solórzano, había sido escribano y abogado del mismísimo Emiliano Zapata, fue diputado y estuvo involucrado en la reforma agraria que siguió a la Revolución mexicana.
Pariente de la ciudad
Existe una historia que merece nombrarse aquí: Octavio Paz siempre creyó que su abuela Concepción era "de El Puerto y no de Jerez". Esta declaración la mantuvo el escritor durante muchos años y siempre se creyó totalmente fidedigna. Hasta tal punto, escribía Francisco Andrés Gallardo en Diario de Cádiz, que cuando el mexicano fue distinguido con el Nobel en 1990, el Ayuntamiento portuense llegó a celebrar un pleno extraordinario para enviar una felicitación al tan insigne "pariente de la ciudad". Fue el periodista Eduardo Ángel Ruiz Butrón quien le sacó de su error después de bucear en los padrones y archivos parroquiales de El Puerto mientras investigaba el rastro familiar del Nobel. La verdad es que el escritor tampoco pudo invertir mucho tiempo en la familia y así lo expresó públicamente en una ocasión. Paradójicamente, Ruiz Butrón se lo comunicó poco antes de su muerte, en 1998.
Y antes de ese infausto día, el diplomático vino a España y aprovechó para conocer Medina Sidonia. Se presentó ante el Ayuntamiento pero nadie le atendió. El notario pasaba por allí, lo encontró algo despistado y le invitó a un café, obsequiándole con muchos dulces. Y, vuelta a Jerez. Desde entonces, Octavio no volvió más a la campiña.
La compañía 'Lorenzo Hermano' cesó su actividad entre los años 1934 y 1935.
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