"Con los toros no van a acabar los políticos sino la vulgaridad "
jesús soto de paula. escritor
El jerezano publica su libro 'Torerías y diabluras' en el que retrata un siglo de toreo y algo más
Aquí, una charla con un "rebelde"
Jerez/Jesús Soto de Paula tiene sangre taurina y alma literaria. Recién llegado de Salamanca, donde acaba de presentar su último libro, 'Torerías y diabluras' (Canto y Cuento), en la peña Albero Charro, el autor jerezano prepara ya las de Sevilla, Jerez... y Madrid "si se tercia". Amante de la lectura de libros taurinos, filosóficos y de la escritura, fruto de su inquietud por plasmar en palabras sus vivencias toreras surgió su primera obra, 'De negro y azabache: Rafael de Paula' (AE) y 'Entre Clamores y Espantás. El Soplo del Toreo' (AE). Vuelve al ruedo de las letras con este nuevo título que "discurre y concurre en un estado sobre el tiempo".
-'Torerías y diabluras' (Libros Canto y Cuento), ¿por qué?
-Es un libro diablesco, ya que el toreo está lleno de diablos, de cosas geniales, barrocas, con un vocabulario muy nuestro. Es un siglo de toreo y algo más porque va desde la época de finales de 1800 con las rivalidades de Lagartijo y Frascuelo, hasta un torero actual que se llama José Tomás. Pero me paro sin duda en los toreros que han tenido ese sentimiento y ese alma como Joselito el Gallo, Juan Belmonte, Curro Puya, Manolete..., hasta llegar a Curro Romero y Rafael de Paula, que son mis referentes a los que yo más he idolatrado. Y también tiene una vertiente que es la vinculación de la tauromaquia con otras artes desde mi propio prisma, con relaciones como Dominguín y Picasso, que tuvieron un mal encuentro inicial, cuando aquél se negó a que le pintara el malagueño; fue ahí cuando se ganó a Picasso. Luego está la vinculación de Lorca y Sánchez Mejías, Bergamín con Paula o la de este último con José María Pemán que es muy desconocida, quien le entregó en mano, envuelta en un pañuelo, una segunda oreja que la presidencia le negó al torero en una corrida en Cádiz. Y así innumerables anécdotas, charlas con toreros y reflexiones... Y el prólogo de Curro Romero.
-¿Un libro solo para taurinos?
-No, no. Yo lo considero un libro de la vida misma. Es para cualquier público porque el arte en sí puede entenderlo cualquiera, aunque no lo sientas. El lenguaje del arte es universal.
-¿Cómo ha sido la documentación de la obra?
-He estado cinco años trabajando en este libro. Me ha costado mucho sacarlo porque, entre otras cosas, las editoriales se han dejado influenciar por esta corriente de ignorancia que se llama antitaurina y parecía que estaba mal visto publicarlo. Pero a mí me gusta eso, yo soy muy rebelde. Una elaboración exhaustiva, escrito a fuego lento, con pensamiento, reflexión, porque la vivencia del arte tiene que ser pasional, con un prisma lejano para darle la importancia que aquello tuvo. Hay mucha labor de investigación porque soy un gran lector. Es la obra que más me ha costado sacar y elaborar, por eso sé que merece la pena. Tras escribirlo me he quedado vacío, un libro que nace de un infierno casi particular hasta llegar al cielo. Ese viaje está trazado aquí. Un libro que estuvo parado un tiempo por una depresión, pero cuando lo releí me volví a enamorar de él y decidí retomarlo.
-¿El libro tiene mensaje?
-Sí, el mensaje es que cuando el arte se ejecuta como tal, no importa el tiempo. A pesar de que la tauromaquia ha tenido su evolución, el tiempo es una misma medida, un mismo lenguaje. Este libro desafía un poco al mismo tiempo y lo hace con otros ojos, unos ojos nuevos. Cuando veo algo sublime parece que el tiempo está parado y el toreo tiene ese prisma. El mundo de los toros, al ser tan complejo, nunca se termina de entender. Hay que vivir los miedos para comprender esa dimensión. La tauromaquia siempre ha estado atacada, de toda la vida. reyes, algunos papas, pero nunca han podido con ella porque la tauromaquia pertenece al pueblo y la ha hecho suya, por eso ha sobrevivido. Si hubiera pertenecido a la índole política, se hubiera acabado ya hace mucho tiempo.
-¿Su padre, Rafael de Paula, ha dado el visto bueno al libro?
-Sí (ríe). No sólo lo ha aprobado, sino que está enormemente contento. Y sé que me lo pregunta por aquel incidente de Ronda. Pero es que mi padre, como los genios, tiene esas diabluras, y ese día fue terrible, con esos tormentos a flor de piel, y lo pagó con mi libro entonces y con otros presentes. No me importa decir que me hizo mucho daño, estuvimos meses sin vernos ni hablarnos, pero con el tiempo me pidió perdón. Quien lo conoce sabe que tiene un gran corazón, pero se equivoca, de vez en cuando.
-¿En qué figuras ve usted el futuro del toreo?
-José Tomás, Morante y, de alguna manera, Diego Urdiales. Son las figuras que veo que lo han mantenido en esta, la peor época de la tauromaquia desde el año 2000, que creo que ha sido la más vulgar. Con los toros no van a acabar ni los políticos ni las entradas caras ni la falta de raza. Con los toros va a acabar la vulgaridad. El hombre a través de su sentimiento es capaz de dominar y de hacer suya a la embestida y a la bravura de un animal tan enigmático como es el toro. Por eso es el arte entre las artes. Desgraciadamente, los toreros actuales no han bebido de los clásicos, están todos calcaos, excepto los mencionados, que mantienen la llama de lo clásico viva. El resto tiene fecha de caducidad, no tiene sabor ni concepto y va en contra del toreo, de la afición y de que esto siga vivo, y ese es el mayor mal que tenemos.
-¿Con qué se animará próximamente?
-Con una novela que no tiene nada que ver con la tauromaquia y que espero que salga en 2017. También estoy con un ensayo taurino. Pero todo a fuego lento.
-Usted se siente más cómodo en la literatura que en los ruedos.
-Sí, yo no tenía cualidades para ser torero, y en la literatura gozo muchísimo. Me hace sentir vivo. Estoy enamorado de ella.
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