"Estaba tranquilo, nada alterado"

Tribunales

Los policías que acudieron a la vivienda inciden en la actitud fría del acusado. Familiares que estuvieron horas antes con la pareja señalan que esa noche él estaba muy "observador".

El acusado, José Antonio Cantalapiedra, y su abogado, Alfredo Velloso, en la sala de vistas de la Audiencia./Pascual
El acusado, José Antonio Cantalapiedra, y su abogado, Alfredo Velloso, en la sala de vistas de la Audiencia./Pascual
E. M. Cañas

06 de julio 2016 - 01:00

En la mañana de ayer se celebró la segunda sesión del juicio contra José Antonio Cantalapiedra, quien confesó que mató a su mujer, Raquel Barrera, en la madrugada del 6 de abril de 2014 en la cocina de su vivienda ubicada en la calle Garganta de las Buitreras, en las inmediaciones de la avenida de Nazaret. En ella se inició el paso de testigos con la declaración de los agentes de la Policía Local y el coordinador de la Policía Nacional que acudieron al inmueble tras la llamada que hizo el autor confeso del crimen y de dos matrimonios que estuvieron con la pareja horas antes del crimen.

Todos los agentes policiales coincidieron en apuntar varias apreciaciones sobre el estado del acusado cuando acudieron a la vivienda. Se encontraba tranquilo, incluso con una actitud fría, y ninguno apreció que estuviera bajo los efectos del alcohol, aunque su abogado, Alfredo Velloso, señalara el pasado lunes que había bebido junto a su mujer durante toda la jornada. Asimismo, explicaron que tuvo que ser atendido por los servicios de emergencias ya que tenía una herida sangrante en el cuello que el acusado aseguró que se había hecho tras matar a su esposa con el mismo cuchillo -en un primer momento se trató de taponar con una 'braga' de cuello que llevaba uno de los agentes -.

El agente que atendió la llamada de José Antonio Cantalapiedra a la Jefatura de la Policía para advertir que había acuchillado a su mujer hizo hincapié en la frialdad con la que informó de lo ocurrido. "En 21 años de servicio es la llamada más fuerte que he atendido; y lo dijo muy tranquilo", relató. También mantuvo ese comportamiento cuando los agentes llegaron a la vivienda. José Antonio Cantalapiedra abrió la puerta, momento en el que los agentes le ordenaron que se tirara al suelo mientras otro se encargaba de sujetar al perro que tenía el matrimonio. "Yo lo noté muy tranquilo, nada alterado", dijo uno de los agentes que se quedó con el acusado fuera de la vivienda mientras otros compañeros procedían a inspeccionar el interior del inmueble. Uno de los policías comentó que, mientras lo atendían los servicios sanitarios, preguntó al acusado por lo ocurrido quien le contestó que lo hizo "por amor".

Al acceder a la cocina, vieron que el cuerpo de Raquel Barrera se encontraba rodeado de sangre y que a su lado estaba el cuchillo que la mató. Previamente, un agente había encerrado al perro que tenía el matrimonio en una de las habitaciones de la planta baja. Se da la circunstancia de que el lugar donde se encontraba el animal durante los hechos es una de las cuestiones que deberá aclararse en este juicio pues las acusaciones sostienen, para argumentar que fue un asesinato y no un homicidio tal y como esgrime la defensa, que el acusado lo dejó encerrado en el cuarto de matrimonio para que no se interpusiera en la agresión y que luego lo sacó -de hecho, no había huellas de pisadas del animal en la cocina a pesar de que la víctima sangró bastante y que el acusado aseguró que el can, después del acuchillamiento y con el cuerpo de la víctima en el suelo, fue a la cocina y se quedó quieto en una cesta donde solía descansar-.

Tras los agentes policiales, declararon dos matrimonios emparentados familiarmente con la pareja que estuvieron juntos horas antes del terrible suceso. Los cuatro coincidieron en que esa noche apreciaron que el acusado se encontraba muy "observador" y "atento" a su mujer, aunque también apreciaron que Raquel Barrera tenía una actitud más cariñosa con su marido que en otras ocasiones. También describieron a José Antonio Cantalapiedra como una persona "meticulosa" que le gustaba "controlar las situaciones".

Uno de los testigos aseguró que vio a la pareja discutir esa noche aunque sin saber el motivo - "Raquel movía muchos los brazos", describió-. Por otro lado, otra de las declarantes afirmó que una semana antes la víctima le había comentado que había conocido a un hombre por las redes sociales y que "se había enamorado", aunque no le prestó demasiada importancia a aquella confesión. Eso sí, en la noche de su muerte Raquel Barrera le pidió que no comentara nada de eso como "si tuviera temor a algo".

Hoy se celebrará la tercera sesión de la vista oral con la declaración de los padres y el hijo de la víctima.

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