"Hemos hecho lo que debíamos"
Un matrimonio jerezano acoge en su casa a una madre y sus hijos ucranianos, de 3 y 4 años
Relatan su día a día y que la principal demanda que tienen es información
Jerez/Suenan de fondo las aventuras de los PJ Masks. Leon y Daniel, de 3 y 4 años, respectivamente, miran la tele y sonríen. No entienden el idioma en el que hablan sus dibujos favoritos, pero disfrutan igual. Su mamá, Svetlana (Lana) Kozha, de 38 años, trabajaba en Kiev en una compañía de seguros de vida, hasta que estalló la guerra en Ucrania.
Como miles de compatriotas, tuvieron que huir de su hogar. En coche, andando, autobús, tren hasta llegar a Jerez... "Un día nos vimos en la frontera, en medio del campo, dos horas, solos, con frío, viento, hambre...", relata.
Muestra un vídeo en que los niños, en ese trayecto en autobús de Rumanía a España, cantaban "conductor acelere, conductor acelere". Sólo eso. Lo suficiente para poner algo de alegría a los adultos. Todos aplaudían cada vez que terminaba la canción. Así, tres jornadas. Sin baño. Un trayecto agotador.
Los primeros días de la guerra pasaron mucho miedo, "sobre todo, por los niños. Las camas no podían estar cerca de las ventanas. Estábamos a punto de mudarnos a una casa nueva, más grande, y no pudo ser. Toda la vida ahorrando... Luego estuvimos una semana en casa de mis padres, pero como cada vez estaba la cosa peor y no había refugio allí, nos marchamos a una ciudad pequeña en Chernivtsi, en la que vivía mi jefe. Allí nos metimos en un refugio, una escuela con 20 familias más". Allí, Lana ha dejado a familia, sus padres, ya muy mayores, que no quieren marcharse de su país, del que nunca han salido.
Olena Muravska era compañera de trabajo de Lana. Vive en Jerez desde hace dos años y cuando empezó la guerra, ofreció a Lana venirse con sus hijos. "Pienso a veces que todo lo que está pasando es un sueño, pero cuando abro los ojos... ¿Cómo es posible que esté pasando todo esto? Ahora, con las ayudas nuevas, espero que podamos empezar a trabajar en algo, porque es muy complicado, sin el idioma, sin experiencia... Pero queremos trabajar, no queremos molestar", cuenta Olena, cuya familia vive refugiada en Chernivtsi. "Si pensamos que esta guerra va a ser por mucho tiempo... ay (se emociona) Es hasta mejor pensar a veces que estamos de vacaciones, aunque no sea así, claro".
Se hace el silencio.
Lana casualmente vino de viaje a Jerez en 2021, donde ahora ha regresado huyendo, hace casi dos semanas. Ella y sus hijos han sido acogidos por Víctor y su mujer. "Los niños no saben qué está pasando en su país. Preguntan por qué tanto cambio de casa, que cuándo vamos a volver, se ponen nerviosos, lloran, quieren saber dónde está papá, con quien hablan a menudo".
Lana explica cómo se siente en Jerez: "Feliz y agradecida. Llegamos sin nada. Y gracias a este matrimonio que nos ha acogido, que ahora han cambiado su forma de vida por nosotros, que es también algo duro para ellos. Para nosotros es muy grande. Quiero aprender lo antes posible la lengua para ver en qué puedo ayudar aquí, cómo aportar mi grano de arena y dar las gracias".
Víctor y su mujer (que prefiere mantener el anonimato) cuentan que todo empezó con un "estremecimiento interior por ver lo que estaba pasando allí". Ambos fueron a una manifestación en Cádiz y allí conocieron a una pareja, ella ucraniana y él cordobés. Estuvieron hablando sobre acogida de niños y a partir de ahí, fueron recabando más información hasta que llegaron a Olena, quien les puso en contacto con Lana. "Hablamos durante unos días con ella y los niños, vinieron a casa y ya después decidieron que se venían con nosotros. Y aquí estamos, encantados".
La vida les ha dado un vuelco. La organización de la casa se va haciendo poco a poco, "pero nosotros estamos encantados de echar una mano, pero una mano de las de verdad. Está claro que la calle hay que pisarla, no sólo ayudar económicamente cada mes a una ONG, que está bien, pero hay que ayudarles a solucionarles el problema, darles lo básico, alimentos, casa, afecto, colegios, médicos..., que se regularicen. CEAin nos está ayudando, pero también no estamos moviendo nosotros. Lo que más demandamos es información, cómo hacer qué y que los niños tengan algún tipo de actividad también deportiva o de juegos.Y que ella pueda acudir a una escuela a aprender el idioma, hacer su plan de vida en Jerez, trabajar".
El matrimonio tiene cuatro hijos, "y les parece muy bien lo que hemos hecho. Lo repetiríamos y, aunque al principio es complicado acostumbrarse, eso dura poco. Estamos bien y hemos hecho lo que debíamos. Lo que nos mueve es la empatía. La sonrisa de estos niños no tiene precio".
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