El último brindis de Manuel Lozano
El siete veces mejor enólogo de vinos generosos del mundo y capataz de Lustau fallece a los 61 años. El sector del vino y el gobierno local ensalzan su profesionalidad, sencillez y contribución a la promoción y defensa del jerez.
No puede entenderse la revolución del jerez sin la contribución de Manuel Lozano Salado, el capataz de Lustau que marcó un hito sin precedentes, y difícil de igualar, como ganador durante siete años consecutivos del galardón al ‘mejor enólogo de vinos generosos del mundo’, considerados los ‘Oscar’ del sector y que otorga la International Wine Challenge. El capataz de Bodegas Lustau falleció ayer a los 61 años de edad dejando un vacío enorme en su familia –deja viuda y tres hijos–, amigos de siempre y compañeros de la bodega que situó en lo más alto del escalafón.
El silencio se apoderó ayer de las instalaciones bodegueras de Lustau y del Grupo Caballero tras conocerse la noticia del fallecimiento de Manuel Lozano –Manolo para sus allegados– al que recuerdan como una persona tranquila, sencilla que contagiaba su pasión y entusiasmo por los vinos de Jerez. El propio enólogo daba cuenta de su sencillez en una entrevista publicada por este medio el pasado mes de agosto, días después de recoger en Londres su séptimo trofeo de ‘mejor enólogo del mundo’, logro al que restaba importancia. “Estas cosas no me sacan de quicio. Mi trabajo es el día a día, el mismo de siempre”, confesaba antes de hacer gala de su apego a sus raíces y costumbres:“Tengo mis amigos de siempre, compro en la misma farmacia y me tomo mi copita en el bar de siempre”.
Conmocionado por la pérdida, el director general de Grupo Caballero, Luis Luengo, atestiguaba ayer que los premios internacionales no le hicieron cambiar y, de hecho, restaba importancia a los galardones que le reportaron su gran prestigio en el exterior, pero que pasan desapercibidos en el ámbito local. “Podía haberse endiosado, pero su sencillez se lo impedía y lo que le hizo de verdad mucha ilusión y le emocionó fue el reconocimiento que le dio Jerez el año pasado”, el Premio Ciudad de Jerez que, según decía, “es lo que más me ha compensado”.
Los reconocimientos sacaron a la luz, no obstante, otra faceta de Manuel Lozano, la de sus habilidades para divulgar las excelencias de los vinos de Jerez a través de catas y seminarios. “Manolo hasta entonces había estado metido dentro de la bodega, era un hombre muy de la casa, pero los premios mostraron a otro Manolo, más para afuera, lo que le permitió compartir sus grandes conocimientos de los vinos”, explicó Luengo, quien ensalzó la contribución de Lozano a “la dignificación de la figura del enólogo, del capataz”, volcado en los últimos años en la difusión del jerez entre profesionales y aficionados.
El director del Consejo Regulador, César Saldaña, compartió con el enólogo de Lustau muchas de estas catas y presentaciones de los vinos en Jerez por España y el extranjero. Al margen de gran profesionalidad como enólogo y profundo conocedor de la bodega y de los vinos, el responsable de la institución jerezana del vino destacó “sus múltiples cualidades como persona con la que daba gusto estar y con la que se aprendía muchísimo”.
En nombre del Consejo Regulador y en el suyo propio, Saldaña expresó públicamente sus condolencias a la familia por la pérdida de una persona extraordinaria, una persona de bodega con mucha proyección internacional, un gran profesional que retrata muy bien lo que está siendo el jerez últimamente”.
El Ayuntamiento emitió ayer un comunicado en el que la alcaldesa, Mamen Sánchez, expresa su pesar en nombre del gobierno local “ante la triste noticia del fallecimiento de uno de los grandísimos defensores del vino de Jerez e impulsor de su conocimiento tanto a nivel nacional como internacional”.
Tras lamentar la pérdida “con mucha tristeza”, la regidora señala que “lo importante es ser reconocido en vida y él tenía ese reconocimiento de Jerez” en alusión al Premio Ciudad de Jerez, concedido a sus méritos extraordinarios a lo largo de su trayectoria profesional en favor de la promoción y la defensa del vino de Jerez.
Lustau era la segunda casa de Lozano, “una buena persona, que llegaba y que se ganó a la gente por méritos propios”. Este loco por el jerez recaló en la bodega jerezana del Grupo Caballero a finales de los noventa, tras 25 años de experiencia en el sector, con el que tuvo sus primeros contactos haciendo la vendimia para González Byass.
Sus padres regentaban negocios hosteleros a través de los que desde niño tuvo contactos con los representantes de las bodegas y la oportunidad de visitarlas, lo que despertó su interés por el vino de Jerez. Y no paró hasta que en 1983 logró entrar en el mundillo, primero en los laboratorios de Terry, y luego en la bodega de producción de Harveys.
Entre sus últimas aportaciones figura el Vermut al estilo tradicional lanzado al mercado por Lustau hace escasos meses o la colección de vinos en rama ‘3 en Rama’ de esta bodega, cuyo comité de cata presidía y que es única en el Marco al estar compuesta por un fino de Jerez, un fino de El Puerto y una manzanilla de Sanlúcar, es decir, un vino por cada una de las ciudades del triángulo de crianza de los vinos de Jerez.
Lozano también se hizo cargo del traslado de las soleras de los jereces clásicos de la antigua Domecq a Lustau tras la compra en 2008 de las marcas del fino ‘La Ina’, el oloroso ‘Río Viejo’, el amontillado ‘Botaína’ y el Pedro Ximénez ‘Viña 25’, gama que completó dos años después con el lanzamiento de la manzanilla ‘Macarena’ y el Cream ‘Candela’.
En el año de la revolución del jerez, el Marco pierde a uno de sus principales embajadores que en su última entrevista a este periódico se mostraba optimista sobre el futuro del sector, pues “si el jerez fue el vino más vendido del mundo, por algo será”. Descanse en paz.
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