La urbanización aletargada
Urbanismo
Tres décadas después de esbozarse, el proyecto residencial de Montecastillo apenas se ha desarrollado. Hay parcelas que se venden a menos de 60 euros el metro cuadrado
A finales de 1984, el Ayuntamiento elaboraba un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) llamado a revolucionar la fisonomía de Jerez y a convertirla en una ciudad a la vanguardia. Entre otras actuaciones, ya se esbozaban grandes proyectos como el circuito de velocidad, que se inauguró dos años más tarde, y un desarrollo hotelero y residencial anexo exclusivo para familias pudientes de fuera de Jerez que quisieran disfrutar de sus días de asueto en este enclave a la entrada de la sierra. En 1992, se abría el hotel Montecastillo y, meses después, el campo de golf que había diseñado el prestigioso golfista Jack Nicklaus. Se hacían realidad así los primeros mimbres de una urbanización llamada a ser La Moraleja de Jerez, planificada para convertirse en un enclave de 'alto standing' en torno al circuito -fue el único espacio desgajado de la ciudad que se declaró urbanizable- pero que tres décadas después de planificarse se ha quedado en el intento.
Para empezar, el proyecto residencial se quedó dormido hasta 2002, aunque su despertar fue perezoso a pesar de la imparable fiebre de la construcción que entonces comenzaba a vivir el país. De hecho, a día de hoy los chalés construidos apenas superan la treintena, según estimaciones realizadas por este periódico, y la planificada elitista urbanización ha acabado convirtiéndose en un símbolo en sí mismo de la grave crisis del sector, con casi todos sus síntomas. Las parcelas expeditas se suceden una tras otra; tiene viviendas a medio construir que llevan años paradas, con sus correspondientes poderosas grúas abandonadas; el llamado 'Banco Malo', Sareb -que gestiona los activos de las cajas de ahorro nacionalizadas como Bankia, Catalunya Caixa o Novagalicia, entre otras- , cuenta con propiedades en la zona que trata de deshacerse cuanto antes; y los precios siguen cayendo, y sin visos de que remonten.
Se da la circunstancia de que a día de hoy es posible adquirir parcelas más baratas en este enclave llamado a ser una urbanización de lujo que en otras zonas de la ciudad como el centro de la ciudad, con precios por debajo de los 100 euros el metro cuadrado. El Banco Mare Nostrum, que surgió de la fusión de varias cajas de ahorro, entre ellas Caja Granada, ofrece una parcela de más de 1.000 metros cuadrados a un precio que no llega los 60 euros el metro cuadrado. No es la única que se ofrece a un precio similar; algunos portales inmobiliarios ofrecen también suelos a este valor.
No obstante, hay quien trata de mantener la valoración de estos suelos. Un ejemplo es la Agencia Tributaria que llegó a pedir 350 euros por metro cuadrado por dos parcelas que subastó, aunque el proceso quedó desierto. Mientras, Bankia (la actual marca de Caja Madrid) trata de deshacerse desde hace más de un año de una treintena de parcelas de diversas superficies en este enclave; hasta la fecha no señala públicamente el precio que pide.
En contraste, hay parcelas en el centro histórico por las que llega a pedir hasta 500 euros por metro cuadrado y en zonas urbanizables del extrarradio el precio oscila entre los 200 y los 300 euros por cada metro cuadrado, según las inmobiliarias consultadas.
El proyecto inconcluso de Montecastillo ha propiciado, a su vez, que tampoco pueda ponerse en carga una gran bolsa de suelo aledaña, el sector denominado como Prados de Montelagre que con el Plan General de 2009 se declaró como urbanizable no sectorizado, una etiqueta que permite su desarrollo aunque condicionada a la colmatación de las zonas aledañas. Esta reserva de suelo, que tiene una superficie de más de 828.000 metros cuadrados y destinado fundamentalmente a usos residenciales con una edificabilidad y tipología similar a la aplicada en Montecastillo, se planificó con el objetivo de aumentar la iniciativa residencial en torno al trazado de velocidad. Pero a día de hoy, y tal y como está el sector, se antoja que esta zona seguirá sin poder planificarse a medio plazo, otra urbanización dormida a espera de una nueva burbuja inmobiliaria.
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