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Broncano
Jerez/La viña no da para más. Se habla mucho de sherry revolution, del renovado interés por el vino de Jerez, la recuperación de prestigio y el aumento de valor, pero los viticultores independientes llevan diez años sin verle color -léase rentabilidad- a la viña, con un parque de maquinaria completamente obsoleto y mirando por la peseta para reducir al mínimo los costes de producción.
Asaja-Cádiz y su sectorial de viñas Asevi lanzaron ayer una llamada de socorro al sector, en general, y a las bodegas, en particular, ante el bajo precio de la uva del Marco, la palomino fino con la que se elaboran los vinos de Jerez y que, según el presidente de la organización agraria, Pedro Gallardo, "está a la cola de España".
"En el Marco se llegó a pagar 105 pesetas por kilo, lo que hoy serían 63 céntimos de euro frente a los 36 céntimos de la cotización actual (60 pesetas)", precisó Gallardo, junto al que comparecieron el secretario general de Asaja-Cádiz, Luis Ramírez, y el vicepresidente de Asevi, Francisco Galán, para denunciar lo que consideran "un precio indigno para la Denominación de Origen y el Consejo Regulador más antiguos de España".
Según la tabla comparativa elaborada por la organización agraria, la uva palomino se paga en Galicia -allí se denomina jerez o listán- a un euro el kilo, que viene a ser un 300% por encima del precio del Marco, mientras que en otras regiones como Cataluña o Rioja, sus uvas autóctonas cotizan entre el 40% y el 270% más que la palomino fino. "Hasta en Montilla, que nadie conoce en Londres, se paga más por la uva que en Jerez", señaló Gallardo.
De seguir así, los viñistas independientes, entre los que cunden el desánimo y la desesperación, "están abocados a la desaparición", sentenciaron tanto Gallardo como Galán, quienes alertaron de que, si no se revaloriza la uva, el Marco se quedará con sólo las 2.500 hectáreas de viñedo de las bodegas de las 6.000 hectáreas que ocupa en la actualidad.
Asaja y Asevi echan en falta que se hable más de la viña, que se hable de la "sherry-viña-revolution", término que no deja de ser una reivindicación de precios dignos tanto por la labor y el esfuerzo de los viticultores como por la calidad de sus producciones.
La falta de relevo generacional se extiende como una plaga por el viñedo del Marco, en el que ha habido "cero incorporaciones de jóvenes" en los últimos años "a diferencia de lo que está ocurriendo en los vinos de la Tierra de Cádiz", detallaron los responsables agrarios, que no ven más salida que el arranque por la avanzada edad de la mayoría de los viñistas independientes.
Como miembro de una familia con arraigadas raíces en la viña, Francisco Galán aseguró que muchos de los que siguen lo hacen por vocación. En su caso, baraja la idea de montar una pequeña bodega en la viña para la elaboración y comercialización de un vino artesanal, pero "eso cuesta mucho tiempo, esfuerzo y dinero", manifestó, al tiempo que recordó que su padre -Francisco Galán, ex presidente de Asevi- les recomendó antes de morir que no plantaran más cepas, algo de lo que dejó entrever que se arrepienten.
Otro ejemplo de la desazón, en este caso facilitado por Luis Ramírez, es que "entre 70 y 80 viticultores solicitaron en el año 2000 las ayudas al reestructuración del viñedo, mientras que este año, a duras penas, las han solicitado dos o tres". En todo caso, se trata de ayudas para la sustitución de cepas viejas, porque "no hay nuevas plantaciones", puntualizó.
El origen de la ruina que arrastran los viticultores se remonta diez años atrás, cuando las bodegas aprovecharon que tenían mucho estocaje para presionar a los viticultores. Y la puntilla la puso la Comisión Nacional de la Competencia, que "no permite negociar precios -sectorialmente-, pero tampoco debería permitir que se pague por debajo del coste de producción", significó el presidente de Asaja, quien apostilló que "las bodegas mantienen una posición de poder sobre los viticultores, porque la uva o la entregas o la tiras".
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