Las vidas de la Feria (I)
Feria del Caballo
Antecedentes de la Feria del Caballo y su llegada a la ubicación actual del Hontoria, lo que provocaría la transformación de la fiesta de manera progresiva.
Jerez/112 años. Eso es lo que cumple este mes nuestra Feria del Caballo en su actual emplazamiento del González Hontoria. Y desde entonces, mucho ha ido cambiando la fisonomía del Real. Pero centrémonos hoy en esos años previos, en el camino recorrido hasta que dicha celebración populariza este parque, tan olvidado sin embargo el resto de los meses. Porque documentación sobre la Feria se conserva desde la Edad Media, con el nacimiento de las ferias de ganado en mayo y septiembre, pero no el concepto lúdico actual. Una Feria que se ha movido desde calle Consistorio (o calle de la Feria), a plaza de la Yerba, Plateros, José Luis Díez ( o calle de la Cárcel), a los Llanos de San Sebastián o Alameda Cristina, y más tarde a plaza de Santiago, calle Merced, Muro, Puerto de Rota. Luego a San Telmo y a Caulina, hasta llagar a su actual ubicación, donde se instaló en 1902, cuando el Ayuntamiento, después de más de cuatro décadas de engorroso pleito ganado a la empresa de los Ferrocarriles Andaluces por unos terrenos situados frente a la estación de pequeña velocidad, recibe 250.000 pesetas como resultado final de la sentencia, que permitió la construcción del actual Hontoria, siendo la persona que le dio nombre el de la ciudad. Se adquieren posteriormente los terrenos colindantes con el llamado Campo de Instrucción, que configurarían el futuro recinto ferial. Aunque los detractores del cambio seguirían llamado a dicha fiesta 'Velada de los muertos', por su cercanía al cementerio de Santo Domingo, según cuenta en el libro 'La feria de Ganados de Jerez: del Hato de la Carne al Campo de Instrucción' (Editorial EA), de José Ignacio Gómez Palomeque y José Antonio Cirera González.
En esta misma obra se recuerda que durante el reinado de Alfonso X, la segunda mitad del siglo XIII vio aumentar notablemente la actividad económica y comercial de las ferias existentes. A medida que las huestes cristianas van conquistando tierras para la corona castellana hacia el Sur de la península, el monarca iba estableciendo nuevas ferias comerciales invitando a las ciudades recién ocupadas a beneficiarse del privilegio de dichos mercados francos. A Jerez el monarca otorga dos ferias, una abril y otra en septiembre, que continúan en la edad moderna y contemporánea, ya que las distintas ferias son verdaderos reclamos para la llegada de comerciantes ganaderos venidos de todo el mapa nacional, así como extranjeros, que ven cómo sus productos y, sobre todo ganado, tienen una pronta comercialización. Las ferias en principio se insertaban en el interior del casco urbano y, hasta su planeamiento y posterior localización en el extrarradio (Hato de la Carne), supuso una serie de problemas que no se llegaban a zanjar completamente: la salubridad pública, el problema de la competencia comercial, y sobre todo, el lugar y su lejanía, de ahí que las pugnas sean constantes. Pero bajo el mandato del alcalde Julio González Hontoria, se daría por finalizado a principios de siglo hasta nuestros días el espinoso asunto de la ubicación del Real de la Feria jerezana.
La jornada del 14 de septiembre de 1902 amaneció magnífica y con una temperatura deliciosa por la noche, lo que hizo que una muchedumbre inmensa se trasladara a la feria hasta última hora del día. La corta distancia del Real al centro de la ciudad haría que un número considerable de coches particulares y de alquiler fueran insuficientes para contener la multitud de personas que concurrieron a la celebración. "El éxito de la feria -cuentan Palomeque y Cirera- fue indiscutible a la hora de quemarse los fuegos artificiales, pues las crónicas hablan de doce o quince mil personas las que se hallaban en esos momentos. En las casetas de los casinos Nacional y Jerezano se bailó bien, y el restaurante titulado 'De Viena', regentado por el famoso cocinero jerezano Pepe Caballero y otros muchos establecimientos, estaban llenos de parroquianos". En los 'andenes' de la calle central, y que resultaban estrechos para contener al público, había situadas muchas filas de sillas, que estuvieron ocupadas durante toda la noche. Lo que molestaba al público -y a muchos les sonará- era el polvo que se levantaba en los paseos y calles del Real. Fueron muchos los forasteros que vinieron y, a pesar de las numerosas ferias de pueblos cercanos que se avecinaban, fue muy considerable el número de cabezas de ganados que acudieron al mercado donde entrarían este primer día 11.639.
Esta primera e histórica edición de la llamada Feria de Jerez en el parque de Capuchinos terminaría impulsando una costumbre que perduró hasta bien entrado el siglo XX, como era poner punto final a la fiesta con una función de fuegos artificiales, que actualmente se hace en la inauguración. "Todo constituyó -precisan- un éxito con las deficiencias lógicas de tan nuevo e incipiente lugar de celebración, incluso el diario local 'El Guadalete', tan abanderado de la Feria de Caulina, acaudillando tantas editoriales contra los intentos de acercar los festejos a la ciudad, ahora se bate el cobre a favor del resultado del evento". Cuando comienza el año 1903, todo el mundo espera con nerviosismo la llegada de la primavera para la primera feria, entonces de abril, al recinto del futuro González Hontoria. Se prepara una gran fiesta. Jerez ya la respira. Continuará.
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