Vidas asimétricas
Lectores sin remedio
Christopher Marlowe nació en Canterbury el 6 de febrero de 1564 y murió asesinado en Deptford, un pueblo de los alrededores de Londres, el 30 de mayo de 1593. Contaba 29 años. Pero pocas vidas tan cortas han dado para tantas especulaciones, misterios y teorías, algunas tan interesantes como curiosas. Blasfemo, ateo, homosexual, pendenciero, se cree que formó parte del servicio secreto inglés y que había estado espiando a los católicos británicos refugiados en Francia, concretamente en el seminario católico de Reims (tomo estas notas de la edición de ‘El judío de Malta’ y ‘Eduardo II’, de la ed. Cátedra). Pero la verdadera vocación de Marlowe era la literatura, concretamente el teatro. A sus siete dramas conservados, algunos historiadores añaden algunas obras atribuidas a Shakespeare; incluso algunos afirman que colaboró con el genio inglés en la composición de algunos de sus dramas. Y hasta otros defienden la teoría de que Marlowe y Shakespeare son la misma persona. Casualmente (¿?), las primeras referencias al autor de ‘Hamlet’ como dramaturgo y poeta son inmediatamente después de mayo de 1593. Además de las excelentes ediciones de sus dramas en Cátedra, Andreas Höfele recreó los últimos días del gran Marlowe en la novela ‘El confidente’. Como tantas veces, un escritor oscurecido por el genio de otro, ¿o eran la misma persona?
Alejandro Sawa Martínez nació en Sevilla el 15 de marzo de 1862 y murió en la más triste y absoluta miseria en Madrid, en la casa nº 3 de la calle Conde Duque, el 3 de marzo de 1909. En pocos días iba a cumplir 47 años. Bebió en París el esplendor de la bohemia -donde conoció y trabó amistad con Verlaine- y la vivió a carta cabal en el Madrid finisecular. Pocos escritores han tenido el honor, como lo tuvo Sawa, de ser convertido en personaje literario. En su vida y sus miserias se basó Ramón Mª del Valle-Inclán para configurar a Max Estrella, el poeta ciego, hiperbólico andaluz, autor de odas y madrigales, de su esperpento ‘Luces de bohemia’. Y Pío Baroja lo pintó en la figura sórdida y moribunda de Rafael Villasús, poeta ciego y loco. Eduardo Zamacois nos dejó también un excelente retrato de quien puede considerarse el autor más representativo del naturalismo radical, epígono del movimiento literario liderado por Zola, y que se recrea en el feísmo y el tremendismo. Novelas como ‘Crimen legal’, ‘La mujer de todo el mundo’, o ‘Criadero de curas’ son títulos lo suficientemente ilustrativos y representativos de su producción literaria. Su obra más reconocida, ‘Iluminaciones en la sombra’, la iniciaba el 1 de enero de 1901 con estas palabras: “Quizá sea ya tarde para lo que me propongo: quiero dar la batalla a la vida. Como todos los desastres de mi existencia me parecen originados por una falta de orientación y por un colapso constante de la voluntad, quiero rectificar ambas desgracias para tener mi puesto al sol como los demás hombres…” Sawa tiene un puesto al sol como lo tiene también en la historia de la literatura, como Christopher Marlowe. José López Romero
Vidas paralelas
Durante los años cuarenta del pasado siglo, en aquella España que atravesaba el periodo más duro de la posguerra y donde el Régimen franquista trataba de afianzarse, pese el triunfo de los Aliados sobre las potencias del EJE en la Segunda Guerra Mundial, la cultura no era precisamente una de las prioridades para una población que subsistía a la espera de tiempos mejores. En ese periodo, sin embargo, trabajaron en pro de la cultura española, personajes que pese a la penuria fueron pioneros en iniciativas que fructificarían en importantes realidades, aunque hoy la mayoría de la población desconozca su legado. Uno de esos personajes sin duda fue José Álvarez Sáenz de Buruaga con cuyo busto me topé paseando hace unos días por las calles de Mérida, y que inevitablemente me trajo también el recuerdo del jerezano Manuel Esteve Guerrero. Vidas paralelas dedicadas al mundo de los libros y a la investigación sobre nuestro pasado más lejano.
José y Manuel apenas se llevaban unos años y ambos eran funcionarios del cuerpo Facultativo de Archiveros Bibliotecarios y Arqueólogos. Pues bien, los esfuerzos de ambos parecen discurrir durante años de forma paralela. Mientras Saénz de Buruaga excavaba en la Alcazaba de Mérida y realizaba actuaciones en otros lugares emblemáticos de la ciudad, tareas que compaginaba con la no menos ardua del inventariado del Museo de Mérida o la formación de una biblioteca especializada, que hoy es considerada la más importante de temática romana de España, en Jerez Manuel Esteve organizaba y catalogaba una de las mejores colecciones bibliográficas de la comunidad andaluza: la de la Biblioteca Municipal de Jerez, al tiempo que en el año 1942 daba inicio a una serie de campañas arqueológicas sobre los parajes de Mesas de Asta, y que atrajeron por estos lugares a estudiosos procedentes de toda la geografía europea.
Mientras que para José Saénz de Buruaga todo culminaría con la inauguración en 1986, en el solar de “Las Torres”, del Museo Nacional de Arte romano cuyas obras fueron dirigidas por arquitecto Rafael Moneo, Esteve lograba a su vez en 1962 el reconocimiento para la hasta entonces Colección arqueológica municipal, la denominación de Museo, a la vez que culminaba su labor trayendo en 1968 a Jerez el Symposium de Prehistoria Peninsular. “Tartessos y sus problemas”. Vidas paralelas que no deben caer en el olvido. Ramón Clavijo Provencio
Reseñas
Olinka
Antonio Ortuño. Seix Barral, 2019.
Olinka es el nombre de una urbanización de lujo que Carlos Flores iba a construir a las afueras de Guadalajara (México). Pero unos problemas con algunos de los habitantes asentados en los terrenos, le llevan a Aurelio Blanco, Yeyo, yerno del constructor, a asumir las culpas de ciertos fraudes y desapariciones. Han pasado quince años y Yeyo sale de la cárcel unos días antes de los previsto, con la firme intención de cobrarse todas las promesas que le hizo su suegro y que, sin embargo, no cumplió. En apenas unos días, en los que transcurre la novela, los previos y posteriores a la Navidad, Antonio Ortuño construye, con ironía y buenos toques de humor, una narración y unos personajes que se convierten en símbolos de la feroz y sin escrúpulos especulación inmobiliaria. J.L.R.
El Ojo de Vidrio
Antonio Ortuño. Fondo de Cultura Económica, 2022.
Como ya es costumbre, el buen sabor de boca que me dejó ‘Olinka’ me decidió a leer una segunda novela de este escritor mexicano. ‘El Ojo de Vidrio’ es un relato con una intriga propia del género negro. El protagonista y a la vez narrador, Luis, viaja a Los Ángeles para pasar unas vacaciones en casa de su tío y así liberarse por unos días de la férula de su tía Elvira y de Tacho, el gato. Su primo Teo lo pasea por los ambientes de pankroc, donde para su sorpresa se encuentra con su novia Sofía y con el siniestro “Ojo de Vidrio”, un hampón violento con el que Luis y Sofía ya han tenido algunos problemas. La búsqueda de la madre del “Ojo” empuja a todos los personajes a meterse en un laberinto de mayor complejidad. Los capítulos finales son magníficos. J.L.R.
Muerte de un librero
Bernard J. Farmer. Duomo ediciones, 2024.
Primera edición en castellano de este clásico de la literatura policíaca, y que nos permite descubrir no solo la espléndida historia que se esconde entre sus páginas, sino acercarnos un poco a la figura de su esquivo autor, un escritor que nunca llegó a alcanzar el éxito de otros contemporáneos suyos en la década de los cincuenta del pasado siglo, y no por falta de talento literario sino quizás porque la literatura no era para él más que un pasatiempo esporádico. Gran bibliófilo, J. Farmer plantea en esta novela cómo el poder de atracción de ciertos libros pueden estar detrás de sangrientos sucesos: tras el encuentro casual entre el librero Michael Fisk - eufórico por la adquisición de una primera edición del poeta Keats- y el sargento de la policía Jack Wigan, poco después el primero aparecerá asesinado con una navaja clavada en el pecho. R.C.P.
La aventura soñada
Thierry Thomas. Siruela, 2022.
Aclamada biografía sobre el carismático dibujante y escritor Hugo Pratt que se alzó con el Goncourt de biografías de hace un par de años. De Pratt siempre se dijo que era el nuevo Conrad y aún a día de hoy, a más de dos décadas de su muerte, infinidad de lectores siguen las andanzas de su ya eterno personaje, el marino Corto Maltés, tras la publicación de esa obra maestra que sin duda es ‘La balada del mar salado’. Es esta, la de Thierry, una biografía apasionada que sigue los pasos de un personaje que se asemeja mucho a la de su eterno marino y que, como él, parece envolverlo un aura de realidad y misterio. Un personaje vitalista que está siempre en el camino: de Rimini donde nace, a Venecia, para luego pasar a la Etiopía ocupada por Italia, y al que seguiremos por medio mundo hasta el ocaso de sus días en Malamocco, en la isla del Lido. Apasionante. R.C.P.
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