Vidas derrotadas
Lectores sin remedio

Diego de Torres Villarroel nace en Salamanca un día de junio de 1694. Hijo de un modesto librero, ya desde su infancia mostró esa personalidad inquieta y turbulenta que le caracterizó a lo largo de toda su vida. Después de distintos vaivenes en busca de mejor suerte, publica en 1718 su primer ‘Almanaque’, un género popular que se había impuesto en buena parte de Europa; un cajón de sastre donde cabía toda clase de información, desde lo científico hasta lo divulgativo y engañoso, con el fin de halagar el gusto de la plebe (efemérides, noticias históricas y toda clase de pronósticos), que le fueron reportando a Torres Villarroel la fama y los medios de fortuna de los que hasta esa fecha había carecido. Los ‘Almanaques’ le abrirán las puertas de la Corte (1720-1726) y, con estas, la consolidación de un prestigio intelectual con la publicación de sus obras mayores “que sirviera de contrapeso docto al progresivo éxito popular del Gran Piscator de Salamanca, nombre con el que firma sus pronósticos” (cervantesvirtual.com/ diego_de_torres_villarroel). De vuelta a Salamanca en 1726, Torres gana por oposición la cátedra de Matemáticas. La celebración multitudinaria (cohetes, campanas, vivas) por tal acontecimiento la narra el propio Torres en el “Trozo cuarto” de su autobiografía (‘Vida’). Pero al mismo tiempo comienza su larga lucha contra el claustro universitario, que no aceptaba de buen grado que uno de los suyos fuera un advenedizo, componedor de pronósticos sin sustento científico. Perseguido, derrotado por los conflictos de intereses, Diego de Torres Villarroel se refugió en sus últimos años en el palacio de Monterrey, como administrador del Duque de Alba, para morir finalmente el 19 de junio de 1770.
José Marchena, o más conocido como el abate Marchena (aunque nunca perteneció a orden religiosa alguna), nace en Utrera en 1768. Estudió Leyes en Madrid y Salamanca, y pronto orientó su vocación por las lenguas clásicas, por el hebreo, pero también por el inglés, el italiano y el francés, hasta convertirse en un excelente y prestigioso traductor. Perseguido por la Inquisición, se traslada a París y pronto abraza la causa revolucionaria y se une al partido de los girondinos, por lo que sufre pena de cárcel cuando entran en el poder los jacobinos. Su talante revolucionario y liberal fue el motivo de que Menéndez Pelayo lo incluyera en su ‘Biblioteca de los heterodoxos españoles’, en cuyas páginas le dedica toda clase de descalificaciones, entre las que “afrancesado” no es precisamente la más grave. Lo cierto es que el abate Marchena, al contrario de lo que afirmaba M. Pelayo, fue un hombre con fe, en la revolución; con patria, la libertad; y no sin lengua, sino con todas las que pudo aprender en su inquieta y azarosa vida, durante la cual le dio tiempo para traducir al castellano a buena parte de los escritores franceses prohibidos por la Inquisición. A finales de 1820 el abate Marchena vuelve a España, minado por tantas decepciones, para morir el 31 de enero de 1821. Vidas derrotadas, pero no menos ejemplares de la lucha por la libertad y la justicia. José López Romero.
Reivindicación de María Moliner
Se ha hecho esperar pero finalmente los lectores tienen la oportunidad de acercarse al perfil de María Moliner, una de las más brillantes intelectuales españolas. Y ello se lo debemos a Andrés Neuman que, en el año que se conmemora el 125 aniversario de su nacimiento, publica ‘Hasta que empieza a brillar’, novela oportuna, que no oportunista, y que sigue a una mujer que pese a sus brillantes aportaciones al mundo de la cultura, sobrevenidas circunstancias políticas la fueron marginando hasta su muerte silenciosa y olvidada en Madrid.
En la ‘Historia de las bibliotecas’, un clásico para la preparación de los profesionales bibliotecarios, escrito en 1985 por Hipólito Escolar Sobrino (autor del no menos conocido ‘Manual de bibliotecas’), apenas se menciona a María Moliner pese a su relevante papel en la historia bibliotecaria española, y solo lo hace y muy escuetamente en relación a su ‘Diccionario del uso del español’; afortunadamente Luis García Ejarque enmendaría la parquedad de su compañero en el relevante estudio ‘Historia de la lectura pública en España’ (Ediciones Trea, 2000), y donde escribe sobre el plan de Bibliotecas Públicas de María Moliner, aplicado en la zona Republicana durante la Guerra Civil: “...que no exista en el territorio nacional lugar ni aún casa aislada en el campo, que no pueda disponer de libros en cantidad proporcionada a su importancia”. El libro de Neuman se adentra en aspectos poco conocidos de esta gran mujer, desde sus años universitarios a aspectos más íntimos como la profunda relación con su marido, Fernando Ramón Ferrando, pero también en sus innovaciones desde su puesto en las Misiones Pedagógicas en la comunidad valenciana en tiempos de la II República, hasta su caída en desgracia tras la Guerra Civil, cuando destituida y represaliada, al igual que su marido, se dedica en solitario a confeccionar ese ‘Diccionario del uso del español’, etapa en la que sufrió el ostracismo y desdén de la Real Academia de la Lengua. Aunque lo que más trasciende de este bello y emocionante libro de Neuman, sea el acercamiento a los sentimientos de una mujer que pese a las circunstancias logró el reconocimiento y la admiración de muchos. Ramón Clavijo Provencio
Reseñas
Retrato de un hombre inmaduro
Luis Landero. Tusquets, 2011.
“¿Qué le ha parecido mi vida? ¿Le parece ridícula, insípida, trivial, curiosa… o solamente una más entre tantas?”, le pregunta el protagonista de ‘Retrato de un hombre inmaduro’ a su callado interlocutor. Luis Landero, el autor, no podría haber definido mejor su novela: “insípida, trivial, una más de entre tantas”. El recuento que el protagonista hace de su vida se reduce a un cúmulo de personajes y acontecimientos, algunos absurdos y ridículos que el autor pretende convertir en tipos de la sociedad actual y sucesos de la vida real. Todo aderezado con reflexiones psudofilosóficas que lejos de mejorar el relato, le dan ese puntito cursi y pegajoso. “Me pregunto si mañana, o dentro de un mes, recordará usted algo de lo que le he contado”, dice el protagonista. La respuesta es evidente. J.L.R.
Tardía fama
Arthur Schnitzler. Acantilado, 2016.
Arthur Schnitzler pertenece a esa generación de intelectuales vieneses de finales del siglo XIX y principios del XX. Médico de profesión, y dramaturgo y novelista de vocación, entre sus novelas destacan títulos como ‘Apuesta al amanecer’, ‘La señorita Else’ o ‘El teniente Gustl’. En ‘Tardía fama’ un grupo de jóvenes e inquietos escritores, que forman el grupo “Entusiasmo”, deciden tomar como referente y maestro a un viejo poeta, Saxberger, que en su juventud había publicado un único poemario, ‘Andanzas’. La preparación y celebración de un recital de poesía es el centro de las preocupaciones y expectativas de estos jóvenes y también de Saxberger, que ve en este acto la posibilidad de un reconocimiento tardío de sus poemas. Novela corta y magníficamente escrita. J.L.R.
El fatal destino de Roma
Kyle Harper, Crítica, 2025.
Se adentra esta reputada historiadora norteamericana, digna continuadora de la brillante tradición anglosajona de estudiosos del legado de Roma, en un aspecto, que aunque tratado de forma marginal en otros trabajos, especialmente en revistas especializadas, ahora se pone a disposición del gran público en un brillante libro: la influencia del cambio climático y las enfermedades en la decadencia y desaparición del Imperio romano. Y lo hace con unas páginas de prosa brillante donde se va desgranando de manera razonada, apoyada en un importante aporte documental, cómo el paso de un ciclo climático benigno a otro donde los efectos de la peste bubónica y una, hasta ahora poco estudiada, pequeña era glacial, se aliaron con otras circunstancias militares y políticas para acabar con el Imperio. R.C.P.
Versus
Luis Bustos. Astiberri, 2025.
En nuestro acercamiento periódico a las últimas novedades de novela gráfica, nos detenemos hoy en esta adaptación de un clásico de la literatura, en este caso el relato de Jack London ‘Por un bistec’. Son muchas las novedades que, afortunadamente, van consolidando el resurgimiento de este género gráfico y que ha logrado el acercamiento a él de capas de lectores y lectoras hasta hace bien poco impensables. En esta ocasión la firma de Luis Bustos (‘Endurance’) debería bastar para justificar esta pequeña reseña: un artista pleno, de trazo realista poco dado al adorno superfluo, y que con su maestría en el dibujo logra captar la esencia de relatos como el que hoy traemos. Apoyado en un texto certero perfectamente incrustado en las imágenes, sin ser nunca un lastre para estas, la lucha entre la madurez y la juventud del relato de London, queda brillantemente captada en esta gran versión gráfica. R.C.P.
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