La ciudad y los días
Carlos Colón
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Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
MUY pocos son hoy día, realmente, los trabajadores de los distintos gremios que aún usan sus tradicionales uniformes, propios de su profesión u oficio. Entre ellos, los médicos y farmacéuticos. Pero, hace poco menos de un siglo, hasta finales de mediados del XX, todavía era obligatorio que los taxistas usaran guardapolvo y gorra de plato; los barberos bata blanca, que ya muy pocos usan; y los pescaderos y carniceros de La Plaza tenían que usar chaqueta y gorro blanco, y redecillas todas las mujeres de los distintos despachos.
En los bares, los camareros debían estar también perfectamente uniformados. Hoy cada uno va como quiera, salvo muy contadas excepciones, naturalmente. Hablamos en términos generales.
En los colegios femeninos de pago, especialmente en los de monjas, las niñas también iban de riguroso uniforme; dándose el caso de que las niñas de las secciones de párvulos pobres de dichos colegios - ejemplo, las carmelitas de frente a la parroquia de San Marcos - no tenían esa obligación. Ni los niños de colegios gratuitos, como los de los hermanos de las Escuelas Cristianas de San José, Buen Pastor y Mundo Nuevo, cuando todavía los hermanos usaban hábito negro y una especie de babero que ya hace tiempo desapareció; como fueron colgando también sus hábitos los miembros de otras ordenes religiosas, tal vez por aquello de que el hábito no hace al monje. Y así es muy raro ver por la calle a un fraile con el hábito de su orden.
Eso en el orden religioso, porque en el civil han desaparecido también muchos otros uniformes, como el babi, o guardapolvos, y la gorra de plato, que a mediados del pasado siglo todavía era obligatorio que usaran los taxistas. Una costumbre que se implantó oficialmente, en nuestro país, allá por los años veinte y que duraría hasta los cincuenta o sesenta. El guardapolvos, normalmente era de crudillo, aunque en otros lugares lo usaban blanco, con cuello y ribetes azules en las bocamangas. En otras ciudades era totalmente de color azul. Los cocheros de coches de caballos, solamente usaban gorra de plato.
¿Y qué me dicen de los carteros? Aquellos que iban a nuestras casas, cargados con su enorme cartera, uniforme gris y gorra de plato, voceando a la entrada del patio, corral o corralón, los nombres de quienes recibían carta. Al empezar a construirse viviendas en bloques, nacieron los buzones que también se extendieron a las casas de vecinos.
En el Mercado Central de Abastos, los encargados de los distintos puestos eran obligados, igualmente, a usar blusones blancos en pescaderías y carnicerías, así como un babi los vendedores de los puestos de fruta u verdura y demás géneros.
Los conductores y cobradores de los servicios municipales de ómnibus, autobuses que aquí siempre llamamos "tranvías", desde que en el siglo XIX los tuviéramos de mulas, o "de sangre", también usaban uniforme y gorra de plato, como los taxistas.
No digamos los camareros. Siempre con su chaquetilla blanca y su paño al brazo; en contraste con los de hoy que cada uno suele vestir como mejor le acomoda; siendo muy contados los bares y restaurantes que todavía suelen tener el elegante detalle de vestir a su personal de forma más tradicional. Otros gremios, la mayoría, por regla general, también solían vestir en sus centros de trabajo determinados uniformes; como los carpinteros y los torneros, con su babi de crudillo; igual que los almaceneros de ultramarinos - ahora, a los almacenes, de toda la vida, les llaman establecimientos de alimentación -; los barberos, como los boticarios, usaban babi blanco. Y así, podríamos estar recordando viejos uniformes, o prendas de vestir, distintivas de otros muchos gremios; como los manguitos y la visera que usaban, para escribir, los empleados de escritorio de nuestras bodegas, hasta bien entrado el siglo XX; o los arrumbadores y toneleros, que todavía siguen usando la consabida faja negra y, además, en invierno, los segundos, el pantalón de pana. Hábitos, uniformes civiles o religiosos, desaparecidos en su mayoría; aunque otros se resistan a pasar a la historia.
Los "botones" de los bancos se llamaban así porque, como los de los hoteles, usaban un uniforme con numerosos botones dorados o plateados. Pero los botones de los bancos ya desaparecieron, quedando solo los de los hoteles. Como también desaparecieron los monaguillos y el agua bendita de las iglesias. Pasando a la historia, como el uso de los viejos púlpitos. A nuevos tiempos, nuevos usos y formas de vida, otras maneras de vestir y muchas cosas más, de las que iremos hablando en esta sección, en otras ocasiones.
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