La viña jerezana en las letras

El rebusco

Recuerdos de un pasado no tan lejano

Paisaje, arquitectura y literatura

Escena de vendimia en Cerro Obregón, 1875.
Escena de vendimia en Cerro Obregón, 1875.

19 de agosto 2024 - 04:04

Las tradicionales Fiestas de la Vendimia de Jerez vuelven un año más. Tendrán lugar del 31 de agosto al 15 de septiembre. Como ocurrió en la anterior edición esta vez tampoco se le ha dedicado a ninguna ciudad o país, tal como era habitual desde sus inicios. Otra oportunidad perdida para que la ciudad inglesa de Bristol hubiera recibido tales honores, y de camino completar el proceso de hermanamiento con una ciudad clave en el comercio del sherry desde hace siglos.

Si en otros 'rebuscos' hemos tratado las maneras como el arte, e incluso el diseño de las propias etiquetas, ha representado esta actividad fundamental de muestras relaciones socioeconómicas, es buena ocasión para recuperar testimonios, tanto escritos como gráficos, que nos recuerden ese esplendoroso pasado, no tan lejano, en el que la comarca Jerez recogía el fruto de sus viñedos para luego repartirlo por el mundo en forma de vino.

Muchas casas de viñas aún se mantienen en pie repartidas entre los mejores pagos del Marco; unas explotadas por bodegas, otras restauradas por sus nuevos propietarios para atender la demanda de los nuevos turistas, en cambio, hemos de lamentar el lamentable abandono de algunas de ellas.

Viña Santa Teresa.
Viña Santa Teresa.

Como escribe el arquitecto jerezano, Juan Manuel Aladro-Prieto, en su artículo publicado en la revista Andalucía en la historia (nº 66); "La casa de viña es uno de los conjuntos más singulares del agro andaluz fruto de su configuración definitiva en el contexto burgués de racionalización industrial del marco jerezano".

Este mismo especialista fue uno de los responsables del estudio publicado por la Junta de Andalucía, en el 2002, 'Cortijos, haciendas y lagares en la provincia de Cádiz'. Una guía imprescindible de este tipo de casas de labor que se puede consultar en la red.

Viña del Barco.
Viña del Barco.

Para amenizar nuestro artículo hemos seleccionado una serie de antiguas imágenes de viñas y un variado de textos originales escritos por autores locales y extranjeros.

De las viñas

Viña San Agustín, de J. M. Fernández González.
Viña San Agustín, de J. M. Fernández González.

Para la presentación del programa de las Fiestas de la Vendimia la alcaldesa, María José García-Pelayo, ha elegido una viña con mucha historia, Cerro Obregón. Su actual propietario, el empresario Fulgencio Meseguer, ha sido el anfitrión.

La viña, en la carretera que lleva a Sanlúcar, tiene una situación privilegiada. Sus actuales 35 hectáreas a 90 metros de altura ofrecen un panorama inigualable.

De ella nos da noticias Henry Vizetelly en su famoso libro Facts about Sherry (1876), del que hemos tenido que esperar 144 años para conocer su traducción al español. El experto en vinos inglés, Vizetelly, vendría a Jerez llamado por bodegueros de la zona, donde se documentó a fondo en el otoño de 1875.

Esto es lo que nos dice de la viña mencionada: "A menos de una legua al oeste de Jerez, y por la carretera de Sanlúcar, está la viña Cerro Obregón, que pertenece a la casa exportadora de Cossens y Cia". Resalta la "bella panorámica sobre campos y una sucesión de terrenos ondulados, ricos cerros de viñas...".

Según Vizetelly: "la casa de viña de Cerro Obregón es un buen ejemplo de la edificación comúnmente encontrada por la zona de viñas de Jerez", consistente en "una sola planta y sus paredes, con pequeñas ventanas, son de una blancura deslumbrante". "Los cuartos del capataz y su familia están situados en el lado derecho, mientras los establos y la cocina, (....) donde el personal empleado en la viña es acomodado ocupan el lado izquierdo".

Su libro reproducía una serie de grabados, tanto de viñas como de bodegas. Algunas de ellos, en base a fotos tomadas en Cerro Obregón, se publicarían en la revista gráfica London Illustraded News, el 14 de octubre de 1876.

Cerro Obregón pasaría posteriormente a manos de los Ivison, y luego a la familia Sánchez Delage.

Viña AB.
Viña AB.

En torno a la viña AB hay una curiosa historia. La tradición nos dice que recibe este nombre por su propietario, un tal Antonio (o Andrés) Botaina, cuya viña y negocio de vinos fueron famosos en la segunda mitad del XIX.

Cuando decide vender el negocio lo hará separando viña y botas de vino, por lo que las soleras de vinos se las vendería a Domecq y la viña a González Byass. Siendo el origen, por tanto, del amontillado Botaina, de Domecq, y el amontillado Viña AB, de González Byass.

Viña Soledad.
Viña Soledad.

Viña la Soledad, en Balbaina Alta, es un caso singular al estar la residencia principal, de gran relevancia, y las estancias agrícolas en edificaciones separadas. Destaca la estructura de la casa de labor, fechada en el hastial, en un reloj de sol, en 1906.

El núcleo residencial, que es el que observamos en la foto, "pensado como villa de recreo y construido con muros de cantería, no se concluyó en su interior, habiendo estado ocupada la planta baja por alojamientos y viviendas de empleados". 

En la fachada este "el edificio cuenta con una mayor ornamentación y dispone de elementos característicos de las casas de viña, como el portal con arquería, el pretil, el uso del color…, y otros más urbanos, como el balcón central y los amplios huecos enrejados".

Viña Tula.
Viña Tula.

Otra viña con historia es la Tula, propiedad de González Byass, que se encuentra en el pago de Balbaina Baja. La casa de viñas, de arquitectura tradicional, se fecha en 1820, siendo de las pocas que tienen lagar propio y en funcionamiento, destacando sus dimensiones. Sobresale un pequeño cerramiento con terminación en almenas, que separa la casa del viñedo.

Reseñaremos brevemente algunas de las que reproducimos, su imagen a principios del siglo XX.

Viña del Cerrón, de Pedro Domecq.
Viña del Cerrón, de Pedro Domecq.

Las viñas San Agustínque perteneció J. M. Fernández y González; la de la Torre de la Concepción, propiedad que fue de Pedro Simó, objeto del pincel de José Montenegro durante una vendimia; la del bizarrón, que fue de Williams&Humbert y después de Rumasa; la del Barco, de Joaquín Manuel Rivero, y después de González Byass; Cerrón, Pedro Domecq y, finalmente, viña Santa Teresa, de Valdespino. en esta postal de Manes & Co., de Berlín.

A las letras

El historiador ilustrado Antonio Ponz estuvo en Jerez en 1789, y esto dejó escrito en Viaje de España (en el tomo XVII: "hay, nada menos que 555 casas de viñas -unas con sus lagares y otras sin ellos-, por 101 caseríos de cortijos a lo largo de su término, y se producían 380.000 arrobas de vino".

La fama de los vinos de Jerez fue a más, por lo que James Busby, considerado el padre de la viticultura en Australia, pasó un par de semanas del otoño de 1831 por estos lares. 

Viña El Bizarrón.
Viña El Bizarrón.

En su Journal of a Recent Visit to the Principal Vineyards of Spain and France, publicado en 1834, cuenta su experiencia. De la mano de Jacobo Gordon y de 'Mr. Domecq' asimilará los conocimientos de la producción de nuestros vinos: "La extensión total de los viñedos de Jerez que produce vino que se destina al mercado inglés, no excede de 7.000 acres, y habrá aproximadamente el doble de esa extensión si se incluyen también el Puerto de Santa María y Sanlúcar".

Unos 30 años más tarde sería el turno del pintor Gustave Doré y el barón Charles Davillier, ambos realizaron un amplio tour por la España de la segunda mitad del XIX. Fruto de esta colaboración en equipo fue L´Espagne (1874). 

Su paso por Jerez, en el otoño de 1862, quedaría reflejado en amplios comentarios como los que destacamos: "Las vides de Jerez son objeto de los más minuciosos cuidados: cuando la uva comienza a madurar, los trabajadores se dividen en cuadrillas o cuadrillas de doce personas; cada una de ellas comandadas por un capataz, -así se llama al encargado de la supervisión-, se reparte por todo el viñedo, y comienza la vendimia. A medida que se recogen las uvas, se extienden en grandes esteras de esparto, se exponen al sol cerca de la prensa".

Viña Torre de la Concepción, que fuera propiedad de Pedro Simó.
Viña Torre de la Concepción, que fuera propiedad de Pedro Simó.

En otro momento escribe: "Los viñedos de Jerez ocupan una superficie aproximada de doce mil aranzadas de terreno, algo así como seis mil hectáreas, que producen, año tras año, cinco mil botas o quince mil barricas de vino, lo que se acerca a la respetable cifra de dos millones cinco. cien mil litros. La mayoría de los viñedos pertenecen a comerciantes de vino, que son a la vez viticultores y fabricantes, porque tienen talleres donde muchos trabajadores trabajan en la fabricación de las barricas necesarias para el almacenamiento y envío de los vinos. Algunos propietarios tienen viñedos tan grandes que emplean hasta mil personas sólo para el cultivo. Citaremos en particular la casa Domecq y la casa Gordon: el señor Domecq es propietario del famoso viñedo Macharnudo, el más apreciado de los alrededores, que abarca nada menos que quinientas hectáreas".

Queremos incidir en la alusión que hace de la ausencia de mujeres en la vendimia: "El oficio de vendimiador en Andalucía es muy rudo y fatigoso, por eso está reservado exclusivamente a los hombres, y nunca se ve allí,...que las mujeres se mezclen con los obreros".

Vendimiadora de Jerez en una postal de finales del XIX.
Vendimiadora de Jerez en una postal de finales del XIX.

Hecho que nos sorprende cuando vemos en una postal de finales del XIX, comercializada por la compañía Hauser&Menet, a una vendimiadora jerezana portando una cesta de mimbre cargada de uvas.

Al parecer, y sin otros datos, esta incorporación de la mujer a las faenas de la vendimia tardaría algunas décadas.

Ese mismo año se editaba en Madrid la novela Una vendimia en Jerez, de Joaquín de Ardila (Jiménez ?), natural de Jerez (?). Ejemplar que he podido consultar en los fondos Soto Molina del Consejo Regulador.

Un relato que contrasta con la polémica que creará el valenciano Vicente Blasco Ibáñez con su La bodega, de 1905 que: "Todos sois lo mismo: no habéis conocido lo bueno y os extraña que los viejos encontremos tan malo lo presente. ¿Sabes a cómo se pagaba antes la bota de treinta y una arrobas? Pues llegó a valer doscientos treinta pesos; y ahora se ha vendido en algunos años a veintiún pesos. Pregúntale a tu padre, que aunque menos viejo que yo, también ha conocido los tiempos de oro. El dinero circulaba en Jerez lo mismo que el aire (...). Los trabajadores de las viñas cobraban de treinta a cuarenta reales de jornal, y se permitían la fantasía de ir al tajo en calesín y con zapatos de charol". 

Libro 'La viña de Jerez por un obrero', de Manuel Paz Guerrero, 1925.
Libro 'La viña de Jerez por un obrero', de Manuel Paz Guerrero, 1925.

Después vendrían: Una vendimia en el Majuelo, del autor jerezano, Manuel L. Ortega, de 1916, artículo incluido en su libro La vida que pasa; La viña de Jerez por un obrero, de Manuel Paz Guerrero, un folleto divulgativo de 52 páginas publicado en 1925 con motivo de la Exposición Obrera Provincial, y Vendimiaun poema dramático, en tres actos, y verso que José María Pemán había escrito, y representado en 1947.

Cerramos este ciclo con un título emblemático, Dos días de septiembre, 1962, José Manuel Caballero Bonald: "La vendimia no tiene una fecha fija para empezar, depende de cómo este la uva de madura y del tiempo que haga. Pero a principios de septiembre ya hay que ir pensando en meterse en faena".

Dos días de septiembre, de J. M. Caballero Bonald, 1962.
Dos días de septiembre, de J. M. Caballero Bonald, 1962.
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