Los viñistas del Marco de Jerez se temen otra vendimia corta, la cuarta consecutiva
Bodegas
El viñedo, castigado por el actual ciclo de la sequía, sufre una caída del rendimiento de cerca del 25%
El precio de la bota de mosto se duplica hasta alcanzar los 800 euros por la escasez
Una vendimia mermada
Las lluvias del inicio del año agrícola aliviaron la situación de los embalses de la provincia y de muchos cultivos de la campiña jerezana, aunque en el actual ciclo de sequía, la tierra se tragó el agua, que vuelve a brillar por su ausencia. La falta de precipitaciones en las últimas semanas, a excepción de las lluvias caídas en las últimas horas, preocupa sobre todo a los viticultores del Marco de Jerez, que recuerdan que en esta época del año, en la recta final del invierno, es cuando las tierras albarizas del viñedo del jerez hacen sus reservas para la próxima vendimia, que auguran será nuevamente escasa.
De confirmarse los pronósticos de los viñistas, esta sería la cuarta vendimia corta consecutiva en el Marco de Jerez, lo que tensaría aún más la difícil situación del sector, donde las pequeñas bodegas que carecen de viñedo propio arrastran serios problemas para acceder a los pocos mostos disponibles para refrescar sus criaderas de vino y reponer existencias.
Las existencias están bajo mínimos y el poco mosto que queda ya en el mercado está a precio desorbitado, hasta 800 euros la bota que se ha llegado a pagar este año, más del doble que el anterior, que ya estaba alto por la escasez de materia prima.
Los viñistas independientes entregan directamente a las bodegas la uva, sin posibilidad de transformarla en mosto, como hacen las cooperativas, lo que les resta capacidad de presión en la negociación de los precios. Pese a ello, Asevi-Asajaprevé una notable subida de la uva Palomino, que en la última vendimia cotizó a una media de entre 60 y 65 céntimos de euros/kilo.
Hay variedades tintas, como la Tintilla de Rota, que se han vendido a casi un euro el kilo, señala Francisco Guerrero, presidente de los viñistas independientes, quien defiende que la Palomino con la que se elaboran los vinos amparados por la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda, debería estar por encima de este precio.
Hace unos años, el sector estimaba que el umbral de la rentabilidad del viñedo del Marco podía estar en torno a los 80 u 85 céntimos el kilo, pero la situación ha cambiado por completo en la actual coyuntura económica, marcada por las tensiones inflacionistas y la subida generalizada de precios, sobre todo de los costes de producción, de ahí la estimación al alza que hacen los viñistas para que su actividad sea rentable.
En este contexto, el precio del vino de Jerez también ha experimentado una importante subida en los últimos meses, en concreto de un euro la botella en el primer escalón de las marcas principales de las bodegas –las subidas son mayores en las gamas altas de vinos con vejez prolongada–, pero a juicio de Guerrero, sigue siendo insuficiente, como las precipitaciones acumuladas hasta la fecha en las viñas del Marco.
“El vino ha subido y va a seguir subiendo, pero tiene que subir hasta ponerse a casi el doble -en sector apuntan a 10 euros como mínimo en las marcas de finos y manzanillas más populares como el Tío Pepe-, porque lo que no es de recibo es que el vino de Jerez se venda a 2,5 euros en los lineales de las grandes superficies”, indica el presidente de Asevi-Asaja, quien considera que una primavera lluviosa puede enderezar algo la situación, pero no va a corregir el déficit de las reservas de agua.
Las cooperativas, mucho más tranquilas por la subida exponencial de los precios a los que están liquidando sus mostos, creen que “el año no va tan mal” en lo que a la pluviometría se refiere, por lo que confía en que vuelvan las lluvias en los próximos meses para que la viña se recupere.
El Consejo Regulador apunta, en este sentido, que la media de precipitaciones del actual año agrícola ronda los 350 litros, por lo que “con poco que llueva en primavera nos pondremos en 500 litros por metro cuadrado, si bien admite que, “si no llueve, tendremos problemas”.
La institución jerezana del vino señala que, en cualquier caso, “hay cierta preocupación en el sector, pues la viña acumula varios años de sequía en los que ha sufrido y, aunque llueva con normalidad no va a ser un año de grandes cosechas, ya que la productividad de la viña no depende exclusivamente de la pluviometría”.
El viñedo del Marco cerró la última campaña con un rendimiento medio de menos de 8.000 kilos de uva por hectárea, lejos de los entre 10.000 y 10.500 kilos de media de los quince años anteriores al actual ciclo de sequía y que, según el presidente del Consejo, César Saldaña, es difícil de recuperar en la actual coyuntura.
Saldaña no entra a hablar de precios, pero entiende que la liquidación a precios altos de los mostos, provocada por la escasez, “tiene que repercutiren la cotización de la uva de esta campaña, al igual que las bodegas están haciendo con los vinos, en los que también influye la subida de los costes de la botella, las cajas, los tapones...”.
El responsable institucional es consciente de que “hablar de subida de precios no es popular, pero es importante que el jerez alcance un precio razonable que repercuta en toda la cadena".
El sector bodeguero tiene claro que en un contexto de subida generalizada,el precio del vino hará lo propio e incluso hay quien cifra en 90 céntimos la repercusión del alza de los mostos, que ha pasado de 375 euros la bota a entre 750 y 800 euros. Según las mismas fuentes, las ventas de marcas blancas o BOB se van a resentir, y mucho, de esta situación, pues tarde o temprano habrá que aplicar un margen que la gran distribución no va a estar dispuesta a asumir, por lo que sustituirán el jerez por otros vinos más económicos y rentables para las grandes cadenas. Lo que está por ver es si el mercado encaja bien esa subida en las marcas principales de los vinos de Jerez.
Conforme se acerque la fecha de la vendimia empezarán los movimientos de bodegas para atar los precios de la uva para la presente campaña y con el rendimiento del viñedo por los suelos, en una Denominación de Origen en la que, salvo contadas excepciones, se paga por volumen, los ingresos de los viñistas sufren una merma considerable.
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