Yema de Bodegas Fernando de Castilla

Me estaba acordando que hace mas o menos un año hablábamos de los vinos blancos que se elaboran en nuestra tierra. Me estaba acordando de los comentarios posteriores e incluso de algunas reuniones apresuradas que sucedieron aquellos días.

El tiempo pasa muy deprisa y la realidad de aquello es que los vinos blancos que se hacen en Cádiz siguen subiendo su presencia en las barras y en las mesas propias y ajenas, pero, por otro lado, el encaje, digamos institucional, se mueve como un caracol y no conviene que así sea.

¿Por qué esta reflexión? Nuestra opinión ya es conocida, más o menos compartida, y en cualquier caso bien definida. Sucede que me había llegado por bien surtidos runrunes y aquella mañana del mundo, que diría Camus, llamé a Jan Petersen y catamos juntos este vino blanco seco, llamado Yema, que acaba de sacar la bodega Fernando de Castilla para deleite de algunos, como nosotros.

Siendo un vino todavía inquieto, presenta un estilo propio, sutil y denso. Elaborado íntegramente con Palomino Fino, de un pago más interior como es Lomopardo y con muy buen trabajo de lías, nos da un vino blanco fino y persistente en boca, intenso, que viene de mosto yema como su nombre dice y de gran presente y futuro para ser su debut en estas lides.

Cuando les cuento esto, me excuso de los días que llevo sin contarles algo, pero a veces uno se despista en el tiempo y sus intrincados laberintos, porque al final en estas letras uno busca también resolver sus dudas con su inestimable cooperación.

Bien es sabido que solo nos debemos a ustedes y a servirles figuradamente vinos fantásticos. En persona cuando quieran, nuestras señas son fáciles de hallar y tengan por seguro que les pondremos a buen recaudo y protegidos con una fila de copas mientras nos empantanamos al hablar. Dicho queda.

Pronto nos vamos a juntar en Jerez para tomar juntos unos tragos vividos y viajados. Quien guste que se vaya apuntando.