Correspondencia entre copas con Gabriel González Gordon

Correspondencia entre copas.
Correspondencia entre copas.

Querido Luis

Te escribo estas líneas porque el otro día me acordé de ti y así te lo cuento.

Sábado por la mañana, me levanté con energía y, tras un frugal desayuno, me puse a trabajar en mi jardín, que es una de mis secretas aficiones. Pues bien, aunque no es la época más bonita para el jardín, la realidad es que me fui animando y le dediqué buena parte de la mañana. Estuve cortando, podando, pero principalmente soplando y barriendo millones de hojas que me tienen el jardín empapelado. La culpa es de varios plataneros -o “arces”- de mi vecino, que, aunque son preciosos… ¡son muy sucios!

A eso de la una, casi agotado pero muy orgulloso de la labor realizada (que, por cierto, me reconforta mucho), pensé: “¡Me lo merezco!”. Y, como quien no quiere la cosa, me encontré bicheando en la nevera de mi humilde bodeguita. ¡Sorpresa! Me topé con una brillante botella de Bollinger, para colmo, uno de mis favoritos. Sin duda, algo que se me quedó trasbotellado de las pasadas fiestas navideñas. Me acordé del conveniente refrán: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” y tímidamente, se la ofrecí a mi mujer, que estaba acabando de guisotear en la cocina, y que por suerte se encontraba en el mismo estado que yo: cansada pero feliz con su trabajo. Accedió a acompañarme.

Nos sentamos en el porche. Hacía un día primaveral de invierno, de esos de por aquí… precioso. Y procedimos con el plan, no sin antes preparar una tapita de jamón Martín Hierro (porque el buen jamón va con todo). Lo probamos, brindamos, y ahí fue donde entras tú: me acordé de los buenos amigos que, igual que yo, disfrutan del buen vino. Te eché de menos, porque es cierto que, cuando lo disfrutas en buena compañía, lo disfrutas doblemente.

Del champagne, ¿qué te puedo decir? Mítico¡¡¡ Como el vino de Jerez que a nadie le hace mal y aunque nos separan dos mil kilómetros y tenemos climas muy opuestos, Albariza aquí, “la Craie” allí nos hermanan, curioso ¿verdad?. Algún día tendremos que sentarnos a catarlos juntos a ver que sacamos en claro.

Este Bollinger Special Cuvee me arriesgo a describírtelo así: Color paja pálida, con muchas y muy finas pompitas, todas iguales, increíblemente perfectas. En nariz, frutal (que no afrutado), con un toquecito cítrico. En boca, joven, vivo, fresco, crispy, muy agradable. En resumen: muy, pero que muy quaffable.

Conclusión: no caigas en lo preestablecido y no esperes a una celebración para descorchar una buena botella de champagne. Insisto: no dejes para mañana lo que puedas beberte hoy.

¡A nuestra salud!

Un abrazo.

Firmado: Gabriel González Gordon

Bollinger Special Cuvee.
Bollinger Special Cuvee.

Queridísimo Gabriel

Recibí tu carta hace ya unas semanas así que perdona el retraso en contestarte. Tuve muchos días de cosas superpuestas y hoy ya he abierto las ventanas para que entrara el aire, que escribirte a ti no es un asunto menor.

Me encanta que me hayas hecho un hueco en tus pensamientos ese sábado luminoso y jerezano que me cuentas. Te leo y te veo, y esas mañanas me parece que te dan vida y te sirven para recargar baterías. A mí no es que se me dé ni bien ni mal la jardinería, aunque cuando estudiaba en la Facultad me servía para ganarme unas perras extras, ja, que tiempos, pero lo mío Gabi, los sábados y domingos por la mañana, es atrincherarme en la cocina, ponerme música y catar vinos tranquilamente.

A ti, que te cuento muchas cosas, te confieso que desde hace muchos años cocinar es algo que me reinicia, me relaja y me ayuda a pensar. Enharinar, picar ajo y cebolla, pelar zanahorias y patatas o embadurnar una carne con mantequilla y preparar un asado. Armar un buen fume a las nueve de la mañana y buscar chalotas para condimentar un delicioso tartar de salmón. Cuidar el paladar, es el fin para gente como nosotros, que somos sanguíneos y báquicos.

Gabi, no es porque sea tú, bien lo sabes, pero hoy me abrí, para estar aquí a resguardo entre cuchillos y tablas de cortar, un Tío Pepe Una Palma. ¿Sabes por qué? Es un vino con el que desconecto, fino a la par que amontillado, lleno de sabor y recorrido en boca. Y mientras sigo escuchando Love of Lesbian y su club de fans de John Boy, disfruto la primera copa de este vino tan intenso. Y con esmero empiezo muy bien la tarea en los fogones, deseando que según vaya avanzando en la cata no la lie con las medidas en los guisos…este vino tiene poderes y esto de errar en la cocina a veces me suele pasar.. que a la tercera copa es probable hasta que acabe bailando con la escoba.

Pero de nada sirve lo que cueza o enriquezca, como el anuncio, si luego no preparo una mesa bonita, fundamental para dar de comer bien a tus seres queridos, que bien sabes que siempre nos deleitamos haciéndolo. Es algo que me han enseñado mi madre y mi abuela y que lo llevo en mi sangre como algo innegociable. Estoy contigo, no hace falta ningún evento para hacer todo esto.

Me despido Gabriel, ya hemos conectado Champagne con Jerez in a literal way, así que, ¿cuándo nos vemos?.

Abrazo grande.

Firmado: Luis Esteban

Tío Pepe Una Palma.
Tío Pepe Una Palma.

Nota del impulsor. Cada vez que veo a Gabi, soy feliz, la verdad. Me traspasa todos esos átomos que tiene de buena persona.

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