Correspondencia entre copas con Paco Camas

Correspondencia entre copas.
Correspondencia entre copas II.

¡Hola Luis!

Recapitulando sobre aquel día que estuvimos hablando de los vinos finos, sus procedencias y de las comparaciones con los frutos de la naturaleza, los aromas y las tonalidades de color. Recuerdo que lo limitamos todo, siendo reduccionistas, a las luces del sol que podríamos concretar en un diccionario abreviado de palabras para recrear y describir cualquier vino dependiendo del día, la creatividad o el ánimo del catador.

He quedado citado con este fino del Puerto del que te hablo tras mi travesía por el Guadalete. Como Alvar Núñez, navegué un buen tramo del río sin ver a ningún indio. Hasta que más adelante, una gran cantidad de nativos que estaban escondidos detrás de los árboles, me arrojaron flechas de madera de todos los colores. Con mucha suerte pude llegar a la ribera, madre de la crianza de los mejores vinos finos y de expediciones a otros mundos desconocidos; al menos por nosotros.

Con los pies mojados, alcancé una mesa y un banco donde sentarme y pedir un vaso de vino, que me devolviera la ilusión tras el mal trago sufrido durante mi viaje, para degustar este fino en rama. No me anduve con contemplaciones al volcar el primer golpe en el gaznate, aunque suene políticamente incorrecto, fue lo que ocurrió y te lo cuento con sinceridad. Siendo más moderado con el segundo (no digo Castora porque eso se dice en Sanlúcar y para qué más líos), sin que rebozara el cristal, empecé con la cata que aquí me trae.

Fino Coquinero, de Osborne.
Fino Coquinero, de Osborne.

No voy a estirarme mucho ni a examinarme en biología, pero este vino que ha evolucionado con vida propia, reforzada para reivindicarse y ser más resistente, se apodera fácilmente de otro organismo vivo dispuesto a disfrutarlo. Iba buscando el mar y lo encontré.

Un abrazo

Amigo Paco

Disculpa el retraso en contestarte, no por carencia de tiempo, sino porque cuando leí tu carta me invadieron las ganas de escribirte sobre un viaje como el que me describes. Pensé en ello y lo encontré, decidí hacerlo sobre este maravilloso vino rosado que hacía tiempo quería probar y caí en la cuenta de que llevaba el nombre de la reina fenicia Dido, que, como bien sabes, se enamoró perdidamente de ese gran héroe viajero que fue Eneas y cuya apasionada e interrumpida historia de amor tantas letras ha dejado impresas y recitadas.

Hace tiempo que vengo buscando y disfrutando mucho de los vinos rosados y aquí hallé uno elaborado con garnacha tinta y blanca, con mucha presencia y longitud en boca, pero fresco y ligero, que imagino sirvieron durante la cena donde Dido y Eneas se conocieron por primera vez, sin saber que Cupido tramaba infundir un loco amor entre ellos.

Me da por imaginar, Paco, que Eneas embelesaba a Dido contándole los pormenores de aquella noche en Troya y, con el fluir del vino, mientras surgían de sus relatos el guerrero Aquiles y el príncipe Héctor, ponía énfasis en que Laocoonte les advirtió, y no le hicieron caso, para su desdicha. Qué fascinante historia nacida también de otro amor imposible, ¿no te parece?

Sólo espero que atemperaran correctamente el vino, eligieran unas bellas copas que recibieran la alegría del dios Baco y luego de beber el amor a largos tragos como cuenta Virgilio, coincidieran en que es un vino que aúna inspiración y trabajo y te arrebata como esta mágica epopeya.

Dido, de Venus La Universal.
Dido, de Venus La Universal.

Pero bueno, de viajes seguimos charlando en otro momento. Cuando próximamente nos encontremos, hablamos de la vida, como solemos hacer.

Un abrazo de vuelta

Nota del impulsor. Paco Camas es un gran conversador, lleno de cultura y sensibilidad. Nos quedan muchas cosas por contarnos.

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