La poda de vara y pulgar agoniza por la falta de relevo generacional

El sector se moviliza por el riesgo de extinción de esta técnica ancestral y exclusiva del Marco de Jerez

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Un momento de la jornada sobre la poda de vara y pulgar organizada por Bustillo en Viña La Zarzuela.
Un momento de la jornada sobre la poda de vara y pulgar organizada por Bustillo en Viña La Zarzuela.

La mecanización del viñedo, entre otros motivos, desplazó a finales del siglo pasado, principios del actual a la poda de vara y pulgar, técnica ancestral y exclusiva del Marco de Jerez que se transmitía de padres a hijos, tras un largo periodo de aprendizaje a pie de viña que se extendía por norma general durante dos campañas.

Se estima que la mitad del viñedo del Marco mantiene este método artesanal con más de 200 años de historia, que permite alargar la vida últil de la vid y regular su producción para obtener uva de calidad.

Pero su presencia se limita a viñas en manos de pequeños viticultores, parcelas que se trabajan y vendimian a mano, con las técnicas de siempre, que corren peligro de perderse por la falta de relevo generacional, principal amenaza para la poda de vara y pulgar.

Viticultores y bodegas, técnicos agrícolas, docentes e investigadores comparten su inquietud ante el riesgo de desaparición de esta técnica por la escasez de podadores que la practican, cuya media de edad ronda además los 60 años.

Es un “problema serio” frente al que el técnico agrícola y viticultor, José Manuel Bustillo, ha iniciado una cruzada para reivindicar la importancia de la poda de vara y pulgar, su carácter único y exclusivo, con la implicación de representantes sectoriales y organismos de formación, a los que ha reunido en una jornada, celebrada en su Viña La Zarzuela.

Participantes en la mesa redonda sobre la vara y pulgar, junto a otros asistentes al acto.
Participantes en la mesa redonda sobre la vara y pulgar, junto a otros asistentes al acto.

Ahora que el sector vuelve a mirar a la viña, que se habla de la importancia del terruño, de los pagos históricos de Jerez…; ahora que se han recuperado variedades autóctonas en deuso para la elaboración de los jereces y los nuevos vinos blancos…; ahora que se buscan soluciones frente al impacto del cambio climático y la caída de rendimientos…, quizás es el momento de incorporar el rescate de la poda de vara y pulgar y de la vendimia a mano al debate abierto en el seno de la Comisión del Viñedo para que la uva empiece a valorarse por su calidad y no por la cantidad.

Jerez es posiblemente la única Denominación de Origen de vino, al menos de las históricas, en la que se sigue pagando por kilos. Y aunque el doble cordón, que tiene la ventaja de permitir la mecanización, funcionó muy bien al principio, con el tiempo se ha comprobado que a partir de los 25 años provoca pérdida de plantas, caída de la producción y proliferación de hongos de la madera, entre otros.

“Después de 25 años, los cordones dejan de ser productivos y rentables, por lo que económicamente, no merece la pena, ya que no salen los números”, explica Bustillo, quien esgrime que la vida de la cepa con la vara y pulgar puede extenderse sin problema hasta los 60 o 70 años, pues se cuida más la planta y ofrece uva de mayor calidad.

José Manuel Bustillo en una exhibición de la poda vara y pulgar en su viña.
José Manuel Bustillo en una exhibición de la poda vara y pulgar en su viña.

Bustillo subraya la necesidad de buscar alternativas urgentes para solucionar la falta de relevo generacional, atraer a jóvenes a la actividad y ofrecerles una formación adecuada para aprender a realizar la poda de vara y pulgar, asuntos que se abordaron durante una mesa redonda en la que han participado el presidente del Consejo Regulador, César Saldaña; los investigadores del IFAPA Rancho de la Merced y especialistas en viticultura, Belén Puertas y Miguel Lara; la enóloga y profesora de técnicos en Vitivinicultura del IES Santo Domingo de El Puerto, Laura Macías; el técnico agrícola, enólogo y presidente de la Cooperativa Virgen de Palomares de Trebujena, José Manuel Sánchez; el técnico y responsable de la empresa de servicios vitícolas ‘Vara y Pulgar’, Luis Mateos; el director de la Confederación de Empresarios de Cádiz y viticultor, Juan Núñez; el abogado, profesor y defensor de los valores históricos de Jerez, Jesús Rodríguez; y la periodista especializada en vino y gastronomía, Paz Ivison.

La jornada, que contó con la asistencia de una treintena de personas relacionadas con el sector vitivinícola, es un primer paso. Se trata de “empezar a moverse, hacer ruido”, explica el organizador de esta iniciativa, a partir de la que ha surgido la idea de formar una asociación o plataforma para reivindicar algo que “forma parte de la identidad de Jerez y que es único en el mundo”.

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