El precio de la uva del jerez se modera tras la burbuja de la última campaña

Los primeros contratos entre viñistas y bodegas rondan el euro por kilo frente a los 1,20 euros de 2023

El sector sitúa el umbral de rentabilidad del viñedo del Marco en 0,90 euros

La maquinaria de la vendimia del jerez se pone en marcha

Capachos con racimos de uva de la vendimia 2024 del Marco de Jerez, ya iniciada.
Capachos con racimos de uva de la vendimia 2024 del Marco de Jerez, ya iniciada. / Manuel Aranda

Las organizaciones sectoriales del Marco de Jerez esconden sus cartas en el inicio de la vendimia, a la que muchos viticultores acuden a ciegas sin saber a ciencia cierta el precio que cobrarán por su uva. Los primeros contratos ya firmados entre viñistas y bodegas rondan el euro por kilo, si bien muchos de los principales compradores están ofreciendo entre 0.80 y 0.90 euros, es decir, más de un 30% por debajo del pico de 1,20 euros alcanzado el último año, precio en el que también se mueven las las cooperativas, que liquidan a los viticultores asociados a campaña pasada.

La tensión presidió la última campaña, en la que una bodega partió la lanza con su oferta de 1,20 euros/kilo, el doble de lo abonado a los productores dos años antes. La maniobra de una de las principales casas del jerez sacó de sus casillas al resto de firmas bodegueras del Marco, que entendían que este importe estaba muy por encima del precio del mercado y del incremento de los costes de producción provocado por el escenario inflacionista de los años previos.

La tendencia a la baja de este año obedece a la previsión de una producción final algo mayor que la de la campaña anterior, de entre un 10 y un 15% según las últimas previsiones facilitadas por las distintas organizaciones sectoriales en el pleno del Consejo Regulador celebrado el pasado martes.

A mayor cosecha, menor precio, aunque la producción final de este año, de acuerdo con las estimaciones del sector, tampoco será un cosechón, ya que a lo sumo daría para cubrir las necesidades de reposición de las existencias de vino y vinagre de las bodegas, así como para atender la demanda del envinado del vino o ‘Sherry Casks’. Y el Marco viene de dos campañas muy cortas, en las que la producción final fue deficitaria, a lo que se une la caída del rendimiento medio del viñedo en los últimos años, por debajo incluso de los 8.000 kilos/hectárea que antaño se superaban holgadamente -se superaban fácilmente los 11.000 kilos-. 

Los números

1,20 euros/kilo. Es el precio que se alcanzó el año pasado tras dos cosechas deficitarias dentro del largo ciclo de sequía en un escenario inflacionista y un escenario inflacionista.

1 euro. Los primeros contratos entre viñistas y bodegas esta campaña reflejan la tendencia a la baja ante el aumento de producción previsto, aunque tampoco será un cosechón. 

0,80/0,90 euros. Es el precio de salida que están ofreciendo muchos de los principales compradores de uva del Marco.

0,90 euros. Es el umbral de rentabilidad de la viña del Marco. todo lo que sea por debajo de este precio hace mella en las rentas de los viticultores.

15% de aumento de cosecha. La previsión de subida de la producción final y la escasez de ayudas a la reestructuración del viñedo juegan en contra de los intereses de los viticultores.

Hay que tener en cuenta que en el Marco de Jerez se paga por kilos y no por calidad, salvo raras excepciones, motivo por el que los productores buscarán siempre más producción con el mínimo gasto indispensable en el cuidado de la viña. No en vano, el sector sitúa el umbral de rentabilidad del viñedo en 90 céntimos/kilo de uva, el precio de salida en muchas de las negociaciones entre viñistas y bodegas.

Este precio no da para muchas florituras, menos aún tras el reparto de las ayudas a la reestructuración y reconversión del viñedo, cuya resolución provisional castiga al viñedo del Marco de Jerez con la cobertura de apenas un 40% del importe solicitado (2,7 millones de los 6,7 millones que suman las solicitudes). Quiere esto decir, que la mayoría de los viticultores tendrán que afrontar a pulmón las inversiones para replantar el viñedo, situación que se repetirá la próxima campaña, para la que las necesidades de fondos comunicadas por la Junta al Ministerio únicamente darán cobertura al 28% de la demanda de estas subvenciones, según avanzó un alto responsable de la Consejería de Agricultura en una reunión reciente con representantes de los viticultores en Jerez.

La escasez de uva y el incremento de costes por la inflación dispararon el año pasado el precio hasta duplicar el de hace dos campañas

No es la mejor de las noticias para un sector que, tras décadas de asfixia, el año pasado recibió un balón de oxígeno con la subida de precio a 1,20 euros/kilo, aunque gran parte del repunte se lo comiera el incremento de los costes de producción. Los productores consideran que el precio justo para este año sería de un euro, pero se están encontrando con las resistencia de los principales compradores de uva pese a que las bodegas, que también han sufrido la escalada de costes de producción, no están sometidas en estos momentos a la presión inflacionista de los últimos tiempos.  

Y también puede ocurrir que a la cosecha de este año le ocurra lo mismo que a la de la anterior vendimia, que venía muy bien hasta que en agosto saltó el viento de levante, provocando una importante merma en los pagos más próximos a la costa, en los que la corta de la uva se prolonga hasta bien entrado septiembre por la maduración más tardía del viñedo.

De hecho, las previsiones de aumento de la producción final se han moderado en los últimos días frente al pronóstico inicial, en el que desde el sector productor se apuntaba a una subida del 20% o superior en los viñedos más adelantados, en este caso los de los pagos de interior, expuestos a temperaturas más elevadas y mayor sequedad.  

La burbuja del precio de la uva con la que se elaboran los vinos de Jerez y la Manzanilla disparó el año pasado las alarmas en las bodegas, que tuvieron que rascarse el bolsillo para reponer sus debilitadas existencias tras cinco largos años de sequía y sin mucho margen de maniobra para repercutir la subida en el precio de venta al público del vino, ya inflado por la espiral inflacionista, sin que ello signifique mayores ingresos para el sector comercializador.

La situación ahora es algo distinta, no ya por la previsión de una cosecha algo mayor, aunque tampoco sea para tirar cohetes, sino porque las bodegas no están sujetas a la tensión inflacionista y tienen algo más de margen de maniobra para mantener un precio digno, sin necesidad de poner en riesgo sus cuentas de resultados.

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