El ‘Generalísimo’ se rindió al jerez

El Rebusco

Franco no fue aceptado por los monárquicos locales

En ocho ocasiones visitó la ciudad

Franco a la salida de las bodegas Domecq, junto al marqués de Domecq, 1943.
José Luis Jiménez García

08 de julio 2024 - 05:59

‘Españoles, Franco (’no’), ha muerto’. Al menos es lo que habría que pensar al ver cómo el personaje sigue dando ‘guerra’ medio siglo después de acaecida su muerte el 20 de noviembre de 1975.

Tanto sus fieles seguidores, que se han renovado generacionalmente, como sus contumaces detractores, que lo han hecho igualmente, siguen enarbolando su nombre para atacarse mutuamente.

Tal vez la persona ya no esté entre los vivos, pero sí los modos y maneras con los que se mantuvo en el poder durante 40 años: el franquismo.

En ese afán descontrolado por eliminar su recuerdo surgen situaciones esperpénticas promovidas por el colectivo de la ‘Memoria histórica’ local, apoyados por altas instancias municipales durante el gobierno socialista.

Los casos más lamentables, los dos relacionados con generales jerezanos, han sido el intento de desmontaje de la lápida en recuerdo del general Primo de Rivera, en la fachada de su casa natal de la calle San Cristóbal, o bien la retirada del rótulo metálico de color azul y letras blancas que indicaba la que durante años fue la calle General Sánchez Mira, actual y tradicional calle Lealas. 

Esto último recordaba la figura de un jerezano singular, el militar liberal Manuel Sánchez Mira (Jerez, 1836-Jerez, 1910), que además de su amplia carrera como militar, desarrollada a lo largo de la agitada segunda mitad del XIX, fue un gran aficionado al flamenco, protegiendo a los artistas, y promocionando eventos, tal como así lo demuestran los principales flamencólogos.

Aunque el callejero se actualizó en 1979, con la llegada de la democracia, el rótulo mencionado permaneció en su lugar hasta el 2018, sin que ello ocasionara desconcierto entre la ciudanía.

En ese periodo de la transición sí se recuperó la histórica calle Corredera, ya que desde 1936 se le había puesto ‘Generalísimo Franco’, sustituyendo la que el Ayuntamiento republicano, miren por dónde, había dedicado al autor de la novela ‘La bodega’, Vicente Blasco Ibáñez.

Bota con la firma del dictador, 1943.

La especialista Eva Fernández-García, en su trabajo ‘Appellations of Origin in Spain and France during the Twentieth Century. Quality abd Reputation in Sherry Wine (2005), resumía la situación del jerez en su principal mercado, el Reino Unido, en el periodo de 1935 a 1970: ‘Las ventas de imitaciones de jerez en el Reino Unido florecieron especialmente durante el período 1935 a 1945 debido a la incapacidad de suministro durante la Guerra Civil Española y el bloqueo de la Segunda Guerra Mundial. En la década de 1970 representaron más del 50 por ciento del mercado británico total, y algunos jereces se vendían en Gran Bretaña a precios muy bajos, muy parecidos a los de la manzanilla o el vino estilo jerez. Los precios bajos se consiguieron gracias a algunas prácticas no autorizadas’.

Nuestro ‘Rebusco’ lo dedicaremos a un aspecto poco conocido de la vida del dictador, y sobre el que no se ha prestado atención por parte de los historiadores, es decir a las relaciones del jerez con el mismísimo Franco, aunque él se declarara abstemio.

Caricatura de Franco por Cummings, 1951.

Una curiosa imagen que aportamos es la caricatura que (Arthur Stuart Michael) Cummings publicó en el Daily Express, el 22 de agosto de 1951,

La composición la titulaba ‘The American Invasion’. Compuesta de tres escenas en las que se ve a Franco bajo la influencia yanqui, en la que reproducimos está sentado junto a un velador, sosteniendo una copa y con un cartel con dos textos, uno de ellos tachado donde se lee ‘Amontillado sherry’, en el otro, visible, sin tachadura, ‘Bronx cocktail’.

Las ocho visitas

Jerez, su aristocracia, siempre ha sido monárquica, y nunca vio con buenos ojos al dictador. Por aquí se paseó, creo que, para cabrearla, siete veces. Sus fieles, por otro lado, no eran pocos. Los que se enriquecieron a su sombra.

Legajo del Archivo Municipal de Jerez con los expedientes de sus visitas en 1948 y 1950.

El NO-DO, como algunos recordarán, fue un noticiero propagandístico semanal del régimen franquista que se proyectaba en los cines españoles como complemento a la película en sí, entre 1942 y 1981.

En cuatro de estos noticieros oficiales se recogen las visitas que el dictador realizó a Jerez, la de 1946 (NO-DO 179 B), 1953 (NO-DO, 539 B),1961 (NO-DO 1957), y la última, de octubre de 1970 (NO-DO 1453 B).

Bota con su firma en González Byass, 1950.

En cambio, para conocer las otras cuatro veces, la de 1940, 1943, 1948 y 1950 hay que recurrir a la prensa local, además de tres expedientes oficiales, los de 1946, 1948 y 1950, que se custodian en el Archivo Municipal, y que aporta una documentación de interés.

Legajo 1133, expediente 24256, del año 1946; y el legajo 1351, expedientes 16392/26393, de los años 1948 y 1950.

El catálogo publicado como complemento de la exposición fotográfica ‘Jerez y el tiempo que pasa’ (1918-1960), obras de Francisco Mariscal, hace referencia a dos de ellas, la del 23 de marzo de 1940, a la Granja agrícola, y a la del 6 de mayo de 1943.

Ambas bien documentadas por los coordinadores de la obra.

Botas y menús

D. Pedro Domecq Rivero, marqués de Domecq, en representación de la bodega sería el responsable de atender a Franco cuando éste hizo una breve visita a las instalaciones el de mayo de 1943.

Ese día, como se observa en la foto adjunta, firmó la bota que se permanecería en la bodega El Molino, hasta su traslado a otra zona más discreta.

Franco firmando su bota en las bodegas Domecq, 1943.

La bodega, por esos años, hizo un embotellado especial dedicado al ‘Generalísimo de los ejércitos’, con una etiqueta diseñada por José Luis Torres.

erez embotellado por Domecq para Franco, diseño de José Luis Torres.

Tres años después, el 26 de mayo de 1946, después de pasar por Lebrija, con motivo de los actos conmemorativos del V Centenario de Elio Antonio de Nebrija, llega a Jerez, donde se le prepara un almuerzo.

El periódico ‘Ayer’, realizó un amplio reportaje donde se hace mención al almuerzo que se ofrece al general, séquito y asistentes en los mismos claustros de Santo Domingo.

Recorte de prensa del ‘Ayer’, 1946.

El restaurante madrileño Jockey, que previamente había remitido una carta al Ayuntamiento con los platos previstos para la ocasión, será el encargado de preparar la comida: Salmón ahumado al estilo de Escocia, huevos revueltos princesa, delicias de ternera quirinal con guisantes frescos a la menta y buñuelos de patata, bizcocho helado al Cointreau, tarta imperial, moka y habanos.

Los vinos fueron jerez (sin tipo ni marca especificados), cepa Rhin reserva especial, Rioja añejo, champan Domecq bruto, coñac jerezano y licores.

Es Clotaldo Cortés, creador de este famoso restaurante en 1945, el que dirige la carta mencionada al alcalde de Jerez, con estos comentarios: ‘que dada la importancia de este evento y teniendo en cuenta los gastos que origina..., el precio del mismo será de 250 ptas. por persona’.

Él se encargará de seleccionar ‘el personal debidamente controlado, tanto moral como políticamente’.

Menú del almuerzo organizado por el Ayuntamiento, 1946.

Sabemos, igualmente, que Franco vino a Jerez en otras ocasiones de forma privada, sobre todo para disfrutar de la caza en los cotos privados de esta parte de la provincia.

González Byass conserva la otra bota que firmó el jerarca en una bodega jerezana. Esto sucedió el 3 de noviembre de 1950.

La bodega, en colaboración con el Ayuntamiento, presidido por Antonio Mateos Mancilla, organizó una cena en las propias instalaciones.

Menú de la cena ofrecida a Franco por el Ayuntamiento, 1950.

El menú era el siguiente: consomé de ave, filetes de lenguado molinera, centro de solomillo castellana, tarta mascota, tocino de cielo y café, acompañado todo ello de los vinos de Jerez, sin especificar tipos ni marcas, Rioja y Champan.

Entre el personal del servicio estaba mi padre, en ese momento camarero del hotel-restaurante Los Cisnes.

Los almuerzos de Franco

El jefe de cocina, un militar, del Palacio del Pardo, conocía los gustos del principal inquilino. Cotejando una veintena de los menús ofrecidos por Franco, tanto en el en el Pardo, como en La Granja, donde solía celebrar el 18 de julio, o en el Palacio de Aiete, en San Sebastián, en el periodo estival, podemos hacerns una idea de sus predilecciones a la hora de sentarse a la mesa.

Estos están fechados entre 1947 y 1963.

Los vinos de Jerez habituales eran los finos y amontillados, entre estos La Ina, Jandilla, Botaina, de Domecq, o Marismeño, de Sánchez Romate.

No faltaba el brandy jerezano como Carlos I, y la gama reserva de Terry.

Resulta curioso que los vinos de González Bayss no aparecen en ninguno de ellos.

El pabellón de Jerez

Con motivo de la VII Feria de Muestras Iberoamericana de Sevilla, celebrada del 15 al 30 de abril de 1967, las más importantes bodegas del Marco mostraron sus productos en el pabellón de Jerez, ubicado en el hall del Teatro Lope de Vega.

Brindis con Miguel Primo de Rivera en el pabellón de Jerez, Sevilla, 1967.

En aquellos días Franco visitaba la ciudad, y el avispado alcalde de Jerez, el mismo que llevó unas bostas de vino al hotel de Madrid donde se alojaban los Beatles, Miguel Primo de Rivera y Urquijo, consiguió que Franco se tomara una foto con él brindando con una copa de jerez.

Momento que también fue recogido por los cámaras del NO-DO (noticiero 1269).

Salida del Pabellón de Jerez, Sevilla, 1967.

Junto a ellos se congregaron una amplia representación de autoridades y personalidades.

Tres años más tarde, en octubre de 1970, se repetiría el encuentro, pero esta vez en Jerez, con motivo de la inauguración del monumento al caballo, en la Avenida Álvaro Domecq.

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