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El Rebusco

Representaciones olvidadas de nuestros vinos

Del catavino a los cañeros

Andaluces en la venta, de José Rico Cejudo.
José Luis Jiménez

24 de abril 2023 - 04:00

LOS vinos del Marco de Jerez son, como dijo la bodeguera e historiadora Carmen Borrego, hacedores de cultura. Con esta idea vamos a dedicar nuestro Rebusco de hoy con un variado de historias donde

estos vinos se unen de manera singular con el arte, la tradición, la historia o personajes relevantes.

El paso del tiempo, al que hay que sumar el desinterés por elaborar una historia cultural - siempre reclamada en estas páginas - de nuestros vinos, ha provocado que muchas de estas representaciones hayan quedado relegadas al olvido. Es mi propósito rescatarlas y reivindicarlas.

El reciente anuncio, por parte del presidente de la OIV (Organización Internacional del Vino), de declarar el 2024 como el año internacional de la viña y el vino es una oportunidad para alentar nuevas investigaciones sobre este aspecto poco estudiado de los vinos de la zona.

Jándalo en Jerez

El diccionario de la Real Academia Española recoge que el jándalo es todo aquel que emigra a Andalucía desde otras regiones y vuelve a su tierra con la pronunciación y los hábitos de los andaluces. Por extensión designa a los cántabros que marcharon a Cádiz, o Sevilla, a buscarse un futuro mejor.

Sobre uno estos, y la saga familiar vinculada con la industria vitivinícola de Jerez, un descendiente de Iñigo Ruiz de Villegas y Tagle (1796-1866), contaría su historia en el libro Montañeses de Jerez (Eje, 2000). Una inmigración que transformó el sector del vino y la realidad social de la ciudad.

Nos referimos a Ignacio Ruiz de Villegas Herrera, nacido en Jerez en 1956.

El bodeguero Iñigo Ruiz de Villegas Tagle pintado por Luis Sevil.

Iñigo Ruiz de Villegas y Tagle, del que se conserva su retrato pintado por Luis Sevil, es el padre de Rodrigo Ruiz Pomar (1814-1899).

De su matrimonio con Benita Pérez y Pérez nacieron sus hijos: Antonio Rodrigo, Guillermo, Cristeta, Rodrigo, Ernesto (bisabuelo del autor del libro), Gerardo y Heriberto.

Rodrigo continuó y amplió el negocio creado por su padre. Una parte de él fue el embrión de la bodega de exportación, a nombre de sus hijos, A. R. Ruiz y Hnos., fundada en 1880. La otra parte siguió funcionando bajo la razón social de Ruiz Pomar Hnos., siendo su hermano Iñigo quien la llevaba más directamente.

Del original a la etiqueta

Gitane de Seville, de Georges Scott, 1905.

Una reciente visita al Centro de Documentación del Flamenco, y gracias a la responsable de sus fondos, Ana Tenorio, hemos podido localizar este dibujo pintado por el famoso ilustrador francés Georges Scott (1873-1943).

Colaborador habitual de la revista francesa L´Illustration, Scott pintó este bello rostro de joven andaluza en el entorno de un exuberante jardín sevillano con naranjos.

El siguiente paso fue datarlo, averiguando que fue publicado en el número de diciembre de 1905, con el tituló de Gitane de Seville.

Esta imagen me recordó una vistosa etiqueta que disponía en mi colección, la que anunciaba el aperitivo de las bodegas sanluqueña de Enrique Moreno, Auranquina.

Hasta la fecha nadie había relacionado que el anónimo creativo gráfico de la Litografía Jerezana se había inspirado en el de Scott.

De británicos

El 21 de marzo de 1920 el periódico madrileño El Fígaro publicaba las manifestaciones del magnate de la prensa británica, Lord Northcliffe, recogidas por el redactor Eugenio Xammar.

Alfred Charles William Harmsworth, lord Northcliffe, escritor y periodista irlandés, era el dueño de varios periódicos, entre ellos el Daily Mail y The Times.

Por aquellas fechas se había trasladado a España en un viaje en automóvil que le llevaría desde el País Vasco hasta Tanger, pasando por Madrid, Córdoba y Algeciras.

Entre los temas tratados comenta el de las relaciones comerciales entre España y Gran Bretaña, centrándose el caso del jerez y sus posibilidades de reconquistar tan importante mercado después de finalizada la guerra: ‘Nuestros fabricantes de whisky, gracias a una hábil propaganda, consiguieron desacreditar en Inglaterra el vino de Jerez’, que el mismo estima ‘muy superior a los whiskys escoceses e irlandeses’.

Lord Northcliffe y el jerez, 1920.

Se preguntaba si los cosecheros y exportadores jerezanos sabrían aprovechar esta nueva oportunidad que se lea presentaba, como si hicieron los franceses con el coñac.

Otro inglés vendría a España, pero una década posterior y por más tiempo. Nos referimos al escritor y poeta Laurie Lee (1914-1997). De sus estancias en nuestro país dejó recuerdo en algunos de sus libros autobiográficos, como en algún que otro de sus poemas.

En uno de ellos dejó escrito: ‘Pero creo que mi impresión más perdurable fue el sosegado señorío con que el español sabía beber’.

Tal vez lo dijera después de que pasara por Jerez y degustara los vinos en alguna bodega, que suponemos podría ser las de Williams&Humbert, o Sandeman.

La impresión de ese recuerdo se plasmó en su poema ‘Stork in Jerez’ (Cigueña en Jerez), donde expresa el sentimiento que le produce ver esta ave paseando entre las botas de vino en un patio de bodega.

Su primera estrofa dice así: ‘White arched loops of silence, / the winery Lies asleep in spices, where the ancient woods, / Piled in solera, dripping with years of flavor, / distil their golden smoke in the shadows’.

Su biógrafa, Valerie Grove, recoge este detalle de su paso por nuestra ciudad: ‘...and knew exactly where to get the best sherry in Jerez’. Todo un buen conocedor de los vinos de Jerez.

De catavinos y cañeros

‘Tu sandunga y un cigarro / Y una caña de Jerez, / Mi jamelgo y un trabuco, / Que más gloria puede haber?’.

Esta estrofa forma parte de una canción popular andaluza que Julio Verne reproduce en su libro Héctor Servadac, escrito en 1877.

La misma que el flamencólogo Augusto Butler selecciona para su libro Jerez en la canción popular andaluza (1962).

Como escribe Julio Caro Baroja: 'El andalucismo es un género literario, musical y pictórico, muy en boga de 1830 a 1860’.

Una opinión que el especialista en arte, Luis Quesada, recogía en el catálogo editado por el Banco Bilbao en 1987 La vida cotidiana en la pintura andaluza del XIX.

Y con el título La vida cotidiana en la pintura andaluza, el mismo Quesada ampliaba esta visión con un documentado trabajo.

De algunos de los pintores más representativos de la pintura española de la segunda mitad del XIX y primera década del XX hemos elegido alguna de sus obras donde el vino, como la forma en el éste se sirve, ya en catavino o en vaso de caña, nos proporciona una información

Tablao flamenco, de Gonzalo Bilbao.

El pintor sevillano, Gonzalo Bilbao (1860-1936), es considerado como el más caracterizado renovador del costumbrismo romántico en el primer regionalismo sevillano de entresiglos.

En su cuadro fechado en 1897, Tablao flamenco, presenta una imagen romántica renovada que corresponde al conocido local El Burrero, de Sevilla. Realmente se trata de un café-cantante en el que aparecen, entre otras, las hermanas calés Juana y Concha, esta última llamada La Carbonera, acompañadas del cantaor Chacón y del guitarrista Antonio Pérez.

No falta, para completar una escenificación al uso, entre otros elementos, ‘los catavinos con los caldos de la alegría sobre la silla de enea’.

Esta pintura se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, legado de Juan Ángel Larrea en 1975.

Detalle del cuadro La canción, de Eugenio Vivó Tarín.

Un recipiente para cañas, muy similar, es el que también vemos en la decoración de un gran abanico que se conserva en el Centro de Documentación del flamemco, de Jerez. Una escena costumbrista en una venta cercana a Sevilla.

Pieza más sofisticada de cañero, con botella incluida, lo tenemos en la escena de una fiesta flamenca privada, ya dando las claras del día, del cuadro La canción, de Eugenio Vivó Tarín.

Y la típica caña es la que se observa en el mostrador, junto a un barril de Palo Cortado. El primer plano un elegante majo compone la ilustración de Ángel Díaz Huertas. Portada de la revista Blanco y Negro del 18 de septiembre de 1921.

Bodegón con botella de vino de Jerez, de Carmen Vega Ledesma, 1900.

En cambio, en el bodegón con frutas y botella de vino que se expone en el Museo de Carmona, cuya autora es Carmen Vega Ledesma, una elegante copa es la que sirve para el vino de Jerez que se indica en la etiqueta de la botella. Pintura datada en 1900.

Un catavino clásico es el usado por la joven andaluza, con elegante mantón, en la postal promocional de principios del siglo XX. En la otra mano lleva una botella de manzanilla Pastora.

Otra pista de todo lo expuesto es el cuadro Andaluces en la venta, (circa 1898) de José Rico Cejudo, que se puede ver en el Museo Carmen Thyssen, de Málaga.

Postal promocional de principios del siglo XX.

El experto Esteban Casado comenta así este cuadro: ‘Y es que la acusación a su maestro José García Ramos –que es casi por antonomasia el maestro del cuadro de costumbres andaluzas y que igualmente parecería extensible al discípulo Rico Cejudo– de crear una Andalucía falsa en correspondencia con la literatura de los Álvarez Quintero, se deshace cuando tenemos presente que aunque hubo ciertamente una Andalucía trágica y de conflictos sociales, también existió la de las cruces de mayo, las tertulias de patio, los curas de misa, olla y chocolate o copita de fino; en suma, la de una cotidianidad amable que fue la que se llevó a los lienzos.

Rico Cejudo se asemeja a García Ramos en el carácter alegre y en su amor a Sevilla. O como escribiera el también pintor Virgilio Mattoni del propio Rico tras describirlo como chispeante y decidor, ‘recuerdo’ de García Ramos, y pintor de la alegría y del movimiento, sus cuadros huelen a ‘manzanilla fina’.

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