Visitas a La Cartuja: un viaje único en el tiempo
Las visitas guiadas al Monasterio de la Cartuja comienzan en medio de gran expectación
Un recorrido de casi dos horas acerca al visitante a unas de las grandes joyas patrimoniales de Jerez
Imágenes de las primeras visitas públicas a La Cartuja de Jerez
Después de varios meses de acondicionamiento tras la marcha de las Hermanas de Belén, que permanecieron en el monasterio desde principios de la década del 2000 hasta el pasado mes de marzo, la Diócesis de Asidonia-Jerez ha comenzado este fin de semana las visitas grupales, una circunstancia que ha generado mucha expectación ya no sólo entre los jerezanos, sino entre muchas personas de la provincia de Cádiz e incluso de otras zonas limítrofes como Sevilla e incluso Madrid.
Esta primera experiencia tendrá una doble sesión de manera semanal, una los viernes por la tarde y otra los sábados a mediodía. “Estamos recibiendo infinidad de correos para las visitas y esperemos que poco a poco la gente pueda ir viniendo", explica Carolina, la guía. También se está preparando visitas para colectivos o asociaciones, una opción que se espera llevar a cabo durante los días entre semana, pero que aún falta por concretar.
En cada visita se aglutinan a unas treinta personas, principalmente por los problemas de aparcamiento de La Cartuja, una situación en la que la Diócesis , Ayuntamiento y Junta trabajan para habilitar en una de las zonas contiguas al monumento, un aparcamiento más amplio que pueda dar pie en el futuro a visitas individualizadas. Es más, desde el Obispado ya han habilitado distintos códigos QR en el recorrido de la misma, informaciones que se complementan con la puesta en marcha de una web oficial en la que, además de la historia del monumento, se pueden solicitar las mismas visitas.
El recorrido se estima en una hora y media, aunque, las paradas, las preguntas y las curiosidades que se plantean durante la misma, hacen que al final se extienda a casi dos horas.
Cruzar la primera portada, la obra de Andrés de Ribera en 1571, ya impresiona, pero más impresiona aún cuando se abren las puertas de la iglesia. Hasta el olor que se percibe impone. Sin embargo, si usted ha tenido la oportunidad de visitarla alguna vez, el momento más emocionante se produce al cruzar la reja del siglo XVII que antaño servía como parapeto a los visitantes. Dejar atrás ese umbral y toparte de frente con el Coro de los padres, una obra de mediados del siglo XVI, es una de las grandes sensaciones de la visita.
Carolina, la guía, aporta cada detalle del lugar por el que se pasa, y lo hace con todo lujo de detalles y respondiendo con entusiasmo a las preguntas de los asistentes, en un claro detalle de que disfruta con su trabajo.
Así, se van recorriendo cada una de las estancias del monasterio, desde el citado Coro de los padres pasando por el altar mayor, el Claustrillo, Capítulo de Legos, Refectorio, Claustro de Padres, Celda Cartujana, Claustro de Legos, y Patio de Obediencias.
Aún hay mucho camino que recorrer en la recuperación arquitectónica de este enclave historico pues hay ciertas estancias que no se pueden visitar al encontrarse en un mal estado de conservación. En concreto, hablamos del Capítulo de Padres, la celda prioral o las cocinas.
Llaman especialmente atención las celdas de los padres cartujos y ese espacio en el que alternaban oración y trabajo, pero sobre todo la cantidad de detalles e historias que se desprenden de este conjunto monumental, que ahora se puede visitar y disfrutar de él por primera vez en siglos. Así que, reserven ya su plaza.
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