El verde se abre paso en Viveros Olmedo en Jerez
La familia Olmedo se afana a diario desde hace un mes en la recuperación del negocio, que quieren reabrir al público “lo antes posible”
Jerez/"Queremos reabrir lo antes posible". La familia Olmedo, propietaria de Viveros Olmedo, trabaja a destajo para reabrir el negocio, pasto del grave incendio que el pasado 13 de julio arrasó parte de la campiña.
Miran atrás con recelo, pero saben que es mejor echar la vista al frente. "Estamos limpiando y arreglando todo lo que podemos del desastre, que todavía queda mucho. Ahí vamos, poco a poco, porque aquello fue brutal, se quemó entero", cuenta Nuria Olmedo, que destaca que llevan un mes sin parar. "Queremos abrir lo antes posible, pero todavía es difícil que nos podamos plantear una fecha, también necesitamos saber qué pasa con los seguros y tal. Aún no tenemos ninguna ayuda".
La familia confiesa que está con ánimos y con muchas ganas de volver, "pero todavía nos estamos recuperando del shock y del palazo".
El padre, Manuel, dice que la cosa se va "normalizando. Estamos arreglando esto por todos lados, a diario, como si estuviera abierto, todos aquí. Los seguros no han dicho nada aún, aunque ha estado aquí un perito para ver si se puede recuperar el invernadero o hay que hacer uno nuevo. La estructura está muy deteriorada por muchas partes y quizás reformarlo cueste más que hacerlo nuevo".
Y después del incendio que arrasó el negocio, "esto es algo, aunque aún estamos recogiendo fibra del suelo. Trabajamos a diario para recuperarnos. Se acerca gente y nos pregunta y les decimos que estamos haciendo lo máximo que sabemos y podemos para abrir lo antes posible. Y ya cuando se solucione lo del seguro, pues iremos mucho mejor, con más soltura, porque sin ventas ni nada, nos estamos gastando todo lo que tenemos ahorrado. Los que sufrimos somos los que lo hemos pasado".
Se afanan en recuperar lo que queda verde, vivo, una labor que están haciendo por grupos, bien organizados. Los maceteros vacíos se van apilando a un lado a la espera de acoger nueva vida.
Retiran los restos calcinados a cielo abierto, sin nada que les cubra aún, como si un guiño divino les animara a continuar. Todo es posible.
Miran adelante y no quieren recordar el día del incendio, sin embargo, Manuel no puede evitar pensar que aquello podría haber sido una tragedia aún mayor porque una de sus hijas se quedó a dormir con sus dos pequeños en el vivero, la noche anterior. "No les alcanzó de milagro", respira.
El verde va ganando terreno en los viveros. Brota vida.
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