Toda una vida por el voluntariado en la comunidad San Juan Grande de Jerez
Miguel Román, Antonia Tancredi y José Antonio Orellana llevan décadas ayudando a la comunidad jerezana y siguen en primera línea de la acción social
Homenaje al voluntariado de San Juan Grande en Jerez
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"Siento que he recibido más de lo que he dado". Esta frase une a Miguel Román, Antonia Tancredi y a José Antonio Orellana, tres jerezanos que suman casi 100 años de voluntariado en la Orden de San Juan de Dios. La comunidad de San Juan de Dios en Jerez rindió el pasado mes de diciembre un homenaje a las más de 50 personas que a diario colaboran con las acciones sociales de la Orden Hospitalaria y que se centran, principalmente, en el acompañamiento de personas mayores y enfermas, así como en las labores de logística y de atención a los usuarios del Economato Hermano Adrián.
Entre los homenajeados figuraban Miguel Román, Antonia Tancredi y José Antonio Orellana, que llevan más de 20 años ininterrumpidos prestando su ayuda y su tiempo al servicio de la Obra Social de San Juan Grande y a los que se les impuso la Granada de la Orden de San Juan de Dios como reconocimiento a su altruismo y generosidad.
Miguel Román lleva 43 años como voluntario. "En 1980 empecé a trabajar aquí y por las tardes hacía cosillas de voluntario. También me iba con el Hermano Adrián a recoger cosas. Haces una labor que te llena el alma, te vas satisfecho a tu casa. Hace falta ayudar y haces el bien. Siempre estoy disponible para lo que haga falta", declara Román. El jerezano ha llegado a compaginar el voluntariado en el economato por las mañanas "y por la tarde me iba de voluntario a La Cartuja para ayudar a las hermanas de Belén".
Antonia Tancredi entró en la casa en el año 1975 por la enfermedad de su marido y cuando éste falleció, en 1992, se hizo voluntaria. "Para mí ser voluntaria es lo más grande. Tomé la decisión de ayudar como hicieron con nosotros y lo hice sin esperar nada a cambio, sin imaginar que personalmente me daría muchas satisfacciones", subraya Antonia.
"Yo venía varios días por la mañana al hospital y por las tardes iba al Santuario. El Hermano Adrián nos tenía una planilla hecha e íbamos a las habitaciones. Mi compromiso es total con el voluntariado y con la Orden de San Juan de Dios. Mientras Dios me lo permita seguiré aportando mi granito de arena", remarca Antonia.
Más de veinte años lleva José Antonio Orellana como voluntario. "Me he criado en una familia de agricultores y vivía en el campo. Todos los domingos veníamos aquí a escuchar misa. En mi casa he vivido que el que venía, quien fuera, tenía un plato de comida. Esto lo he visto desde chico y hemos sido felices", recuerda José Antonio.
El jerezano añade que "nos enseñaron a dar gracias a Dios y cuando me jubilé me venía a la misa por la tarde, luego me iba con los hermanos a subir a las personas arriba y poco a poco empecé haciendo más cosas. Ver a la gente feliz es una satisfacción. Me llena hacer el bien, que es lo que he mamado en mi casa".
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