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No habrá nadie en España que se haya podido mantener ajeno al “momento histórico” que estos días se vive en Madrid. A dos semanas de que acabe el plazo límite para la investidura de Pedro Sánchez (16 semanas después de aquel festivo domingo en que fuimos a votar), asistiremos al desenlace del 23-J. Como funcionará la disciplina de partido, el guion ya parece escrito (y atado) para evitarnos las molestias de acudir de nuevo a las urnas a la vuelta de Navidad. Nos queda hacer de espectadores del ritual y confiar en que algún verso libre o algún despistado (lo digo por deformación profesional) dé algún titular y anime el debate.
Lo de “momento histórico” es incuestionable para quienes celebran que se busque una salida al “bucle” en que llevamos desde 2017 “con un Gobierno de coalición progresista”; pero también resulta “histórico” para quienes acusan a los socialistas de traicionar al país y humillarse ante el independentismo.
Hará falta “pedagogía”. Y en cantidades ingentes. Es casi en lo único en que coinciden los dos bandos: que el acuerdo de la amnistía no gusta, aunque unos lo salven como un mal menor y otros lo vean como una bajada de pantalones.
Junto a Ferraz en los últimos días, y en el entorno de Moncloa a partir de ahora, quienes tampoco desisten de su “momento histórico” son los violentos, los que añoran ese gesto fascista del brazo levantado que tanto escalofrío da.
No hay vida de barrio. Las noticias globales siempre tienen una lectura de proximidad. Me dice una amiga que vive en la zona que, a partir de las seis de la tarde, hay que encerrarse en casa. No entiende tanta rabia, no entiende que se reviente una ciudad, no entiende tener que vivir, en la España de 2023, en un barrio tomado por la Policía y los ultras.
Insoportable paradoja: para que unos puedan expresarse libremente (salvajemente), otros muchos se tienen que aislar. Lo pensaba este domingo al escuchar en la radio una de las pocas noticias que me han distraído de la amnistía y de la barbarie de la guerra: “Récord de envíos de paquetería en China por el Día del Soltero”. Reflexión 1: hay días para todo, hasta el punto de tener que unir varias celebraciones en la misma jornada. ¿Por qué nos ha dado por las efemérides? Consumir, es evidente, pero ¿no hay nada más detrás? Reflexión 2: más solteros, más solos. Aislados unos; sitiados otros. Reflexión 3 (la más incómoda): ¿A alguien le preocupa?
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