Mundial de Motociclismo
Pedro Acosta está sembrado
Una vuelta más
Cuando alcanzas la fama, tu nombre pasa a ser de dominio público. Si hasta el año 2020 había 280.581 españoles llamados Pedro, el único que se apellida Acosta Sánchez y ejerce como piloto ya no podrá pasar inadvertido, se ha hecho famoso ipso facto y a lo grande. Este excepcional y dicharachero deportista murciano acaba de convertirse en campeón mundial de Moto3, siendo el español más joven que lo consigue. Con solo 17 años de edad, el espigado motociclista de Mazarrón ha logrado el título en su primera temporada disputando grandes premios. Llegó, vio y venció, sin pagar la novatada. Dominó el Campeonato de cabo a rabo, como lo haría un veterano. Ante sus hechos consumados, nadie duda ya que se trata de un auténtico prodigio, ni de que su recién estrenada celebridad no va a ser flor de un día, pues como en la estatura, va para largo.
Pues sí, así es, ha quedado sobradamente constatado que Pedro Acosta, con su nombre y apellidos tan populares, es la antítesis de estrella efímera. Por el contrario, en solo un año tan arrollador como modélico, ha dejado muy claro que seguirá dando mucho que hablar. Este peculiar piloto ha venido para perpetuarse en el tiempo, como la famosa ciudad encantada de Gredas de Bolnuevo, ubicada en su Mazarrón natal, una maravilla geológica de roca arenisca esculpida por agua y viento que data de hace 4,5 millones de años, que Pedro visitó días antes de lograr su hazaña mundialista. Sin duda, no hay ya mejor embajador y promotor turístico para esa tierra, antaño poblada por los guerreros Íberos, que el meteórico Acosta, pues ha roto moldes y récords en 2021 alzándose en su debut mundialista con la corona de la pequeña categoría de Moto3.
A groso modo, en una temporada que teóricamente debía servirle de adaptación, Pedro ha ejercido de catedrático, o como él mismo afirma con desparpajo, "yo he venido aquí a aprender, no a enseñar". Pero eso es lo que ha hecho, dar lecciones a diestro y siniestro, acaparando seis victorias, un segundo puesto y un tercero como mejores resultados, a los que añadió la regularidad de astuto campeón que no deja nada al azar. Pese a la altísima competitividad de su categoría, que incluye a veteranos curtidos, Acosta hizo de su precocidad virtud, pues solo dejó de puntuar en un Gran Premio (Aragón), manteniéndose en los restantes, salvo uno, entre los diez primeros. Impartiendo clases magistrales, el piloto levantino se ha convertido en el español más precoz que logra el título en su primera temporada, sin olvidar que en 73 años del Mundial ningún novato labró la proeza de 8 podios y 3 victorias consecutivas.
A simple vista, puede parecer una historia común o sencilla, pero no es así. Ha sido tan excepcional, que merece la pena entrar en detalle para descubrir paso a paso la grandeza de su proeza. Pedro Acosta vino al mundo en la localidad murciana de Mazarrón el 25 de mayo de 2004. Su padre, del mismo nombre, es pescador de profesión y su madre, Mercedes Sánchez, dio a luz a otras dos hijas (Miriam y María) antes que a él. A los cinco años comenzó a practicar taekwondo, pero solo duró dos meses, pues le dieron tal patada que, tras caer sobre la lona no quiso volver a ver la indumentaria de artes marciales. A partir de ahí, probó suerte con la bici de trial, llegando a subcampeón regional, premiándole su padre con una moto de cross que le encandiló. Como las madres también encarrilan a los hijos, un buen día se llevó a Pedro al Circuito de Cartagena para su 'bautismo' sobre asfalto. Ella sostiene que fue como llevar al niño a la feria, pero no salió bien la cosa porque "ya no pudimos sacarlo de allí". Él, en cambio, lo explica de otra forma: "A mí, la verdad. es que no me llamaba la atención", recuerda Acosta de aquella primera y proverbial experiencia con siete años. Así lo atestigua también su 'descubridor' y escudero Paco Mármol, instructor del trazado cartagenero: "Pedro empezó a llorar y no quería correr, decía que le daba miedo. Tuve que insistirle que solo se trataba de un entrenamiento, que peor no lo podía hacer porque estaba el último. Pero no había manera. Dijo que me llevara la moto, que él se iba del circuito. De hecho, hubo un momento en que me dejó solo en la parrilla con la moto y él se fue caminando. Al final salió e hizo una carrera muy buena. Ese día parece que cambió el chip de su vida".
Ya se sabe que los comienzos son siempre difíciles y costosos, correspondiendo a las familias de los pilotos suplir todas las carencias en esa travesía del desierto. Pero Pedro se esforzó para no hacerla eterna. Tras instruirse en certámenes nacionales como la Cuna de Campeones y alcanzar el título en el Campeonato de España de PreMoto3, Acosta tuvo su debut internacional en 2018 disputando tres carreras del Mundial Junior. En 2019 dio el salto a la Red Bull Rookies Cup, perdiéndose las dos primeras carreras por una grave caída sufrida en los entrenamientos de Jerez, con la mala experiencia de una conmoción cerebral. Aun así cerró el año con tres victorias y fue subcampeón. En 2020, pese a romperse una pierna a principios de año, Acosta arrasó con seis victorias en las seis primeras pruebas y unió ese título al tercer puesto en el Mundial Junior de Moto3, donde cosechó tres victorias. De este modo, Pedro logró sin dilación el pasaporte para el Mundial de Motociclismo de 2021 con el afamado equipo Red Bull KTM Ajo de Moto3, donde ha llegado y besado el santo, pues ya en su primera carrera de Qatar fue segundo y se anotó también el triunfo en las tres restantes (Doha, Estoril y Jerez).
Pero no fueron tres simples victorias, sino apoteósicas. Tanto es así que Acosta recordó las más memorables proezas de Márquez. Eso sí, Marc tardó 33 grandes premios en lograr su primera victoria (125), algo que el novato consiguió en su segunda carrera, saliendo además desde el pit lane de Losail y remontando 23 posiciones hasta ganar. Una barbaridad que unida al colosal triunfo de Portugal, le permitieron llegar como líder indiscutible del Campeonato a Jerez, donde repitió victoria y consolidó su dominio del Mundial. Por aquellos días, Acosta se veía "como un chaval que está viviendo un sueño", reconociéndose como un piloto "agresivo. Soy muy de frenadas fuertes. Me gusta jugar al límite y hacer lo mismo con las reglas, pero sin pasarlas. Creo que todos los pilotos deben tener como objetivo luchar por ganar el Mundial. Si no, ¿para qué venimos a este deporte? Aquí el único que se divierte es el que gana".
Pero no solo de triunfos vive un campeón, la regularidad también le lleva a lo más alto, pues tras ese exitoso paso por el Circuito de Jerez, fue octavo en Francia, repitió idéntico resultado en Italia, acabó séptimo en Cataluña y volvió a ganar en Alemania, terminó cuarto en Holanda (pasando la noche previa en el hospital por caída). Venció más tarde en Styria, fue cuarto en Austria, decimoprimero en Inglaterra y no puntuó en Aragón. "Me caí por cabezón, pero así aprendo", dijo ese día, al que siguió un séptimo puesto San Marino y un octavo en América, carrera en la que tuvo una brutal caída de la que salió milagrosamente ileso. Tras ella, llegó la hora de sentenciar el título. Pedro se preguntaba "¿cómo quieres que use la calculadora si no tengo ni el graduado escolar?", pero le tocó aplicarse en las tres carreras finales. Fue tercero en Misano y en la penúltima de Portimao, su único rival, Foggia, que lleva cinco años en Moto3, tiró la toalla con caída ante un heroico novato Acosta que, saliendo el 14, ganó la carrera del título. "Me pasé la última vuelta llorando", fueron sus primeras palabras. Pura épica.
Observando a Acosta durante su glorioso 2021, he llegado a varias conclusiones. La primera es que para ganar no basta solo con dominar tu mente, sino también la de tu enemigo. Su capacidad estratégica no tiene parangón y mantiene los riesgos siempre bajo control, por eso no falla. Pedro pilota de una forma tan magistral que parece ir por delante de los acontecimientos. Sabe esperar, como un francotirador, dando el golpe certero cuando la diana entra por su iris. Pese a su edad, es muy alto para esta pequeña cilindrada que dejará atrás el año que viene para ir a Moto2 y, reafirmando su precocidad, llegará a MotoGP en 2024 con 19 años, pues la marca KTM lo tuvo claro con él, aún sin saber si iba a ser campeón este año. Esa misma moto con la que acaba de ganar en Moto3 ha sido como un guante de seda ajustado a su cuerpo, aunque por su altura estaba ya en el límite. También observo que este murciano posee unos reflejos mentales muy superiores a los de sus rivales. Coordina acciones como un chip prodigioso. Y hablando va directo al grano, sin rodeos, prefiere pilotar bien a cualquier otro método de comunicación. Eso sí, rizará el rizo si cultiva la lectura en ratos libres, para atraparnos también con la palabra.
Lejos del lenguaje sofisticado o pretencioso, Pedro habla con naturalidad y desparpajo, es directo, conciso e incluso irónico, usando sin complejos el acento característico de su tierra murciana: "A mí antes las motos no me gustaban. Era muy malo, pero un día de repente empecé a soltarme y a sentirme bien y entonces empezó a gustarme. Cuando te lo pasas bien todo viene solo, y ahora es lo único que hago". Y bien que lo ha hecho, incluso con humildad, pues la soberbia no va con él: "Venía de saber ganar, pero nadie me había enseñado a perder. Ahí me hice piloto". También reconoce Acosta que le gusta sentirse respetado en la pista, pero en el fondo, está hablando de autoridad, algo fundamental en una categoría que parece un avispero: "En la pista me gusta sentirme respetado, si no, se ríen de ti". Y el colegio, de momento, lo ha dejado aparcado: "Nunca me ha gustado estudiar. Pero cuando eres más pequeño, si quieres algo, te lo tienes que ganar, así que estudié hasta donde pude", explica el murciano, a quien su padre enseñó lo dura que es la profesión de pescador. Pedro reconoce haber escogido un camino que también exigía renuncias: "Nunca he tenido amigos porque siempre he vivido para las motos" y añade: "Estoy contento con lo que me enseñó mi padre, que no es millonario. Cuando quieres algo, te lo tienes que ganar. Si este año no hubiera venido Aki Ajo, o KTM, o Red Bull a decirme que tenía un sitio, yo ahora estaría en mi casa. Había gente que me decía que los pilotos buenos tienen equipo, pero a mí, cuando me quedé sin equipo, nadie me dijo que si quería correr", comenta, recordando las temporadas 2018 y principios de 2019, cuando se quedó sin moto en el FIM CEV.
En esos momentos difíciles es cuando su familia fue determinante: "Se volcaron, sin ellos habría sido imposible llegar. Me iba a quedar en casa yendo a pescar con mi padre. Así que sí, ha costado. Por eso ahora es cuando te acuerdas de las gente que te ha ayudado, de Paco Mármol, que viene conmigo a las carreras, de mis padres y esas personas que pusieron su grano de arena para que yo pueda estar aquí hoy", afirma Pedro Acosta, añadiendo que "la única moto que he probado ha sido esta KTM. Yo le dije a mi mánager, "Valera si quieres que hagamos algo, necesito una KTM, búscamela". Eso sí, venía con la idea de que esto es un Mundial e iba a ser duro. Lo ha sido, pero también nos hemos preparado como es debido. Nadie espera llegar e intentar ganar, son cosas que vienen haciendo un buen trabajo, pero desde que llegué al equipo nos sentimos muy bien y esa ha sido una de las claves". En suma, queda claro que Acosta ha dominado la teoría y la práctica, aunque curiosamente no tiene carnet de moto: "Por Murcia voy en bici. No me hace mucha gracia la moto por la calle".
Se habla mucho de épica y, para no ser menos, Pedro Acosta ha escrito la suya con letras de oro, pasando en sólo un año de joven guerrero a rey. A buen seguro que en su Mazarrón natal será recibido en loor de multitudes. Puede que la cola de fans llegue hasta las milenarias Gredas de Bolnuevo, donde quién sabe si con el tiempo esculpen su rostro en las rocas…
(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.
El íbero de Mazarrón y la ciudad encantada
Desde sus 'primeros pasos', Juan Trujillo ha sido el fotógrafo 'de cabecera' de Pedro Acosta, al que logró convencer para realizar este original reportaje ofrecido por Diario de Jerez. Las imágenes se captaron días antes de que el piloto murciano afrontase el asalto final al título Mundial de Moto3, destacando Trujillo que "Pedro se muestra en las fotos como un auténtico guerrero íbero natural de Mazarrón, municipio asentado en el sudeste español. Los guerreros Iberos habitaron aquí en levante y también en el Sur de la península ibérica, siendo descritos como hombres que amaban la guerra. Y así veo yo a Pedro con sus armas: la moto y la falcata (espada de filo curvado originaria de la Iberia prerromana). En cuanto al lugar elegido, se le conoce como Las Gredas de Bolnuevo, ubicadas en Mazarrón, una auténtica ciudad encantada a base de rocas esculpidas por el viento y el agua, que han sido modeladas a lo largo de los siglos para crear un entorno mágico. Por ello, no tengo dudas al comparar este lugar con Francisco Mármol, como escultor de nuestra gran figura mazarronera que es Pedro Acosta. Ambos están viviendo un momento mágico. Tan soñado como trabajado a hierro y fuego durante años".
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